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Los acumuladores de energía orgón Revitalización y Envejecimiento
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Investigaciones / Mapa energético humano (3) Comparación entre ambos sexosPara aproximarnos al tema veamos lo que ocurre con el promedio general de energía en ambos sexos:
A pesar de lo pequeño de la
muestra (18 personas de sexo femenino, 12 de sexo masculino) es sumamente
interesante advertir que el promedio de
energía es claramente superior en los hombres (106) comparado con el de las
mujeres (82). No es el primer estudio que lo revela pero los anteriores incluían
sólo 24 o 31 puntos explorados, de manera que los resultados de esta
investigación poseen mayor peso al encontrarse la misma diferencia en un mapeo
extendido a la generalidad del organismo. Ahora vamos a estudiar cómo se distribuye la energía en ambos sexos de acuerdo a patrones zonales con el objeto de investigar si existen diferencias significativas en este importante aspecto del mapa energético:
Distribución de la energía por zonas en 12 personas de sexo masculino
Está claro que comparando tablas y gráficos no se presentan diferencias significativas entre ambos sexos en cuanto a la distribución de la energía y en todo caso la mayor es de 1% correspondiente a Cabeza, levemente superior en el sexo femenino. Otra diferencia es de 0.8% correspondiente a las zonas de la espalda ( a favor de los hombres), y en abdomen la misma diferencia pero predominando en las mujeres.
En el sexo masculino existe una distribución algo más equilibrada de la energía. Por ejemplo: las diferencias entre los 3 primeros anillos es menos notoria que en el sexo femenino, donde el promedio disminuye significativamente en el cuello. En el anillo 5 se presenta un exceso relativo en el sexo femenino. En el anillo 7 el exceso relativo se encuentra en los hombres. La mayor variabilidad pareciera ser una forma general de comportamiento en el sexo femenino, expresada en los ritmos (menstruación) y recogida por la tradición china del I Ching en la simbolización Yang (masculino) con trazo lleno y Yin (femenino) con trazo discontinuo. Veamos una comparación de los valores y porcentajes de energía que corresponden a cada anillo según el sexo:
Porcentaje
por sexo correspondiente a cada anillo:
Comparando los valores porcentuales de la última tabla se destaca el del anillo 5 en las mujeres, situación equiparable a un bloqueo diafragmático. Mientras que en los hombres parece predominar el bloqueo cervical (anillo 3) ya que desde allí la energía desciende hasta llegar a la pelvis, lugar donde vuelve a aumentar. De acuerdo a la edad de la muestraEn esta investigación también hemos clasificado los grupos por edades. En la tabla siguiente se aclaran las edades correspondientes a cada grupo y la cantidad de personas exploradas en cada caso:
Lo primero que puede resultar interesante es verificar los promedios de los cuatro grupos, para advertir qué ocurre con la energía a medida que pasan los años:
Aparece como muy claro que el promedio disminuye de acuerdo a la edad. Es interesante saber que en otras estimaciones (estadística de 2580 mediciones) se repite el mismo perfil pero la declinación es todavía más abrupta en el último grupo, el de más edad. En este caso sólo fueron dos las personas seleccionadas y en ambos casos su vitalidad era superior al promedio de otras personas del mismo grupo etario. Pero también nos importa averiguar cómo se distribuye la energía en estos grupos por edad, y lo haremos siguiendo los criterios ya seleccionados: por zonas y por anillos. De
0 a 19 años por zonas:
De
40 a 59 años por zonas:
De
60 y más años por zonas: (sólo 2 personas y en buenas condiciones de
salud)
Un vistazo a las tablas por zona y edad permite observar que en los dos primeros grupos etarios (correspondientes a las edades de 0 a 40 años) la secuencia es parecida: hay una concentración energética alta en las zonas superiores (cabeza y cuello), una disminución marcada a nivel del tórax seguida de un ascenso llamativo en el abdomen y a continuación un franco descenso en las últimas tres zonas exploradas: espalda, miembros superiores e inferiores. En el grupo de 40 a 59 años,
en cambio, la tendencia es un descenso ininterrumpido desde la primera a la última
zona. A este grupo corresponden los valores porcentuales extremos de las tablas,
con la cabeza como más alto (20.2%) y los miembros inferiores como más bajos
(10.9%). La tabla de 60 y más años es muy significativa e interesante, pero tal vez poco representativo. Aquí la distribución energética impresiona como mejor distribuida, como más equilibrada que en los anteriores. El desequilibrio y la preocupación que aparecen representados en los gráficos anteriores aquí son reemplazados por una distribución energética casi en meseta para las primeras zonas, mientras que únicamente los miembros aparecen más bajos que el resto, especialmente los inferiores, ya que tal vez disminuye la necesidad de la deambulación. Esta tabla evoca la idea de serenidad, al menos comparada con las anteriores. La elección de los rangos en años no ha sido muy apropiada, especialmente en cuanto al primero, que hubiera requerido otra subdivisión para apreciar en detalle los cambios evolutivos. Y en cuanto al último grupo abre la posibilidad de saber que es posible envejecer dignamente y que el promedio de energía sigue bajando, a pesar del mayor equilibrio en su distribución. Ahora podemos contemplar el
mismo panorama desde los anillos, también por grupos de edad, para confirmar o
no algunas observaciones hechas con el análisis de las zonas. |