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Los acumuladores de energía orgón

Qué son, cómo funcionan y cómo pueden utilizarse los maravillosos artefactos que diseñó Wilhelm Reich.
Y también cómo fueron adaptados para utilizarse en puntos de acupuntura.

 

Siento un poco de vergüenza cuando reviso lo que están por leer, porque le faltan demasiadas cosas al artículo. Pero también comprendo que si uno se dedica desde hace varios años a investigar en energía orgón y fundamenta gran parte de su trabajo en la utilización terapéutica de esta energía, seguramente se quedará con ganas de decir muchísimo más. O sea: la vergüenza no es por lo que tiene, si no por lo que le falta. Y entonces necesito aclarar de qué asuntos carece o sólo están sugeridos pero no desarrollados.

Uno es la experiencia clínica y el trabajo concreto de consultorio con los métodos que utilizo con mis pacientes. Estos métodos consisten en una articulación, en un encuentro entre acupuntura y orgonomía, la ciencia de la energía.

Y el otro, más trascendente, son las consecuencias teóricas y prácticas del gran descubrimiento de la energía orgón por parte de su investigador principal, Wilhelm Reich. Para explicar esto en detalle haría falta un libro, no un artículo. Pero basta saber que sus hallazgos e investigaciones tienen profundísimas implicancias en relación a lo que entendemos por salud, enfermedad y otros asuntos cruciales de la vida. Y no sólo en lo que se refiere al ser humano individual: también en sus aspectos antropológicos, sociales y políticos. Tampoco se refieren únicamente al humano, por que su mirada abarca a todos los seres vivos, pero también a la materia “inanimada” y al cosmos entero. Por ejemplo: reflota la discusión acerca del famoso “éter”, que sintéticamente significa la aseveración de que el universo no está vacío, si no lleno de vida.

Y si quieren saber por qué razones o motivos su trabajo es ignorado o desconocido, la respuesta es muy sencilla: porque va “con los tapones de punta” contra las concepciones vigentes en materia de medicina, psicología, sociología, física, química, política y hasta filosofía.

O sea: la mirada reichiana no es buena, ni siquiera tolerable, para cualquier sistema de poder, sea cual sea. Y tampoco es buen negocio, porque la energía orgón no se puede patentar y sus “aparatos” son tan simples que causan gracia o risitas idiotas.

También es bueno saber que la orgonomía reichiana no es inocua. Al menos eso le pareció a las instituciones de Estados Unidos que, a mediados de los 50 del siglo pasado, lo persiguieron hasta meterlo en una cárcel y dejarlo morir o matarlo, según algunos, y que viene a ser lo mismo. Pero no sin antes producir hechos dignos de la peor época de la Inquisición: quemaron sus libros, apuntes y aparatos para que no quedara nada de él y su obra.

Pero fue inútil, tal cual estarán viendo a continuación.

 

El canario que se quería escapar de la jaula

Era un día soleado de 1987. Y era primavera, que es cuando las cosas de la vida comienzan.

Había preparado un extraño artefacto mezcla de cañón biónico y arma antediluviana. Era un tubo de bronce -rezago de la obra en construcción de mi antigua casa- de unos 15 centímetros de largo por una pulgada de diámetro rodeado por una capa de algodón, sobre la cual había otra de plástico. Y encima otra capa de algodón, finalmente rodeada por una película de cinta adhesiva marrón, del tipo de las que se usa para embalar y asegurar cajas de cartón. Recuerdo que miraba esa extraña construcción con mucha expectativa pero bastante desconfianza. Dudé unos instantes pensando que estaba manejando una maniobra bastante más parecida a un delirio que a un experimento, pero al final me pareció que el sólo hecho de haber construido ese adminículo justificaba su uso, aunque más no fuera para suprimir ese loco proyecto de la lista de las cosas posibles.

¿Qué podría perder completando la función?  Apenas unos minutos más. Ni siquiera el fracaso de la prueba alteraría en lo más mínimo mi sistema de trabajo, que ya tenía años de prueba.

De manera que me armé de valor, tomé la parafernalia de bronce en mi mano derecha y me dirigí hacia la jaula del canario, ahora sí resuelto a terminar cuanto antes con este absurdo experimento. Estaba solo y lo había previsto, cosa de no alarmar excesivamente a mi familia y evitar algún rápido llamado al neuro-siquiátrico más cercano. ¡Era tan difícil explicar lo que estaba por hacer!

El canario estaba tranquilamente parado en uno de los dos travesaños de madera de la jaula y cuando me acerqué alcanzó a dirigirme una mirada estándar, cosa que me alegró infinitamente porque tal indiferencia demostraba que ni sospechaba que sería objeto de un experimento. Habrá pensado que pasaría de largo como siempre, a lo máximo le diría algunas palabras sin importancia o lo miraría en silencio mientras pasaba hacia el comedor.

Pero no fue eso lo que hice. Me paré a dos metros de la jaula, me quedé un momento quieto para no alarmarlo mientras simulaba buscar algo que no estaba en su dirección y luego, lentamente, alcé el tubo y dirigí su extremo abierto (el otro lado del tubo estaba cerrado con las mismas capas que había utilizado: algodón y plástico) primero vagamente hacia la jaula y luego, con más precisión, hacia donde se encontraba el inocente animalito.

Lo que sucedió a los pocos segundos de apuntarle con el artefacto fue tan impactante que, sin ningún tipo de exageración, podría decir que decidió mi destino: ¡el canario comenzó a revolotear como loco por toda la jaula, como si lo persiguiera un ejército de gatos a punto de terminar con un ayuno de quince días!

No podía parar: andaba como loco de un lado a otro de la jaula chocando contra los alambres a fuerza de apuro y desesperación. Y yo no podía creer lo que estaba viendo, ya que si bien no tengo ninguna licenciatura en canarios, nunca había visto a uno poseído de esa furia por huir de algo que debía sentir como una especie de tornado dirigido exclusivamente contra él. A los treinta segundos retiré el tubo, preocupado por el destino del canario y suponiendo que su corazón no aguantaría mucho tiempo más semejante exhibición de angustia motriz, pero totalmente incrédulo acerca de la relación entre tubo y reacción.

Sin embargo me quedé bastante sorprendido cuando, segundos después de dejar de apuntarlo con “la cosa” que había construido, el animalito comenzó a tranquilizarse y segundos después volvía a su posición original, si bien observaba con cierta desconfianza en la dirección hacia donde yo me encontraba.

Me dije que todo eso era demasiado loco como para creer en algún mecanismo tipo causa/efecto y entonces decidí dejar pasar unos minutos para hacer una contraprueba, atribuyendo la reacción al temor que podría producirle el acercamiento de un ser humano (sin duda somos una especie de temer) que le apuntaba con algo que bien podía pasar por un arma. No sé -pensé- tal vez nos ha tocado un canario aficionado a las series de televisión y se creyó que estaba apuntándole con una pistola...

En esos minutos que tuvo como descanso de un momento tan agitado, aproveché para agenciarme algo que parecía el tubo pero no lo era: se trataba de un rollo de papel higiénico cuyo volumen y apariencia eran muy parecidos a los del instrumento utilizado minutos antes con resultados tan extraordinarios. Entonces repetí exactamente la misma ceremonia: me acerqué despaciosamente, me quedé en espera mirando como bobo en la misma dirección que antes y levanté el nuevo e higiénico artefacto apuntando primero a la jaula y luego al canario. Me quedé en esa delirante posición, como un mosquetero que amenaza a su oponente, esperando que el canario empezara otra vez con su loca carrera por toda la jaula. Pero no pasó absolutamente nada: el pájaro estaba arriba del mismo palo, en la misma posición y con la misma tranquilidad que al comienzo del experimento. Incluso podría jurar que me miraba con un poca de sorna, como diciéndome que no me hiciera ilusiones con un nuevo ataque de locura motriz.

Y bueno -me dije- habrá que dejar pasar otros diez minutos y volver a probar con el tubo de bronce para salir de dudas acerca de toda esta fantasía. Seguramente no pasará nada y todo podrá explicarse por la capacidad del animal para adaptarse a una situación que primero le produce miedo por la pose un poco intimidatoria, y luego acostumbramiento al ver que nada sucede. Todo eso está muy bien -pensaba mientras esperaba lejos del canario- ¿pero por qué dejó de moverse con tanta evidente agitación luego que dejé de apuntarlo con el tubo de bronce?

Entonces volví a montar la misma escena con idéntico procedimiento.

A los pocos segundos de insistir con el tubo de bronce y más rápido que en la primera oportunidad ¡el canario se enloqueció nuevamente y tornó a revolotear enloquecidamente por toda la jaula!  Creo que también yo estaba aterrado: no podía creer lo que estaba viendo, eso no podía ser real. No podía admitir que un artefacto tan primitivo como el que había construido -un acumulador de energía orgón hecho de acuerdo a los criterios indicados por Reich- fuera capaz de lograr tales efectos.

Casi está demás contar que, con intervalo de una hora repetí exactamente la misma secuencia y procedí igual al día siguiente, esperando con ansiedad que pasaran las horas. En todas las oportunidades el canario reaccionó con la misma agitada conducta ante el tubo de bronce, y con similar indiferencia cuando lo apuntaba con el símil de cartón y papel. 

Me costó bastante dormir en las noches que sucedieron a esos días, pero al final logré descansar en paz cuando llegué a ciertas conclusiones: una era que la energía que describía Wilhelm Reich existía sin lugar a dudas y que podía concentrarse y utilizarse de acuerdo a sus precisas indicaciones, la segunda conclusión trataba de que Reich era un genio indiscutible y su fantásticos descubrimientos podían cambiar el torcido devenir de la historia humana, mientras que la tercera tenía relación con mi propio destino: estaba tan feliz y conmocionado por los resultados de este experimento que no tuve ninguna duda acerca de que a partir de ese instante dedicaría mi vida a seguir por ese camino.

Entonces pude dormir tan bien como espero hacerlo esta noche.

Ése fue el primer acumulador de energía que construí, basado en un artículo del  orgonomista alemán Berd Senf que también conocía a la acupuntura, pero luego siguieron muchos otros de distintos tamaños y materiales. La idea básica era adaptar su uso a la acupuntura, de manera de poder cargar de energía a los puntos más importantes, más que introducir a alguien en el interior de un acumulador, como había hecho Reich. Por eso el diseño en forma tubular y el comienzo de cierta peregrinación por ferreterías y extraños negocios donde pueden conseguirse acero y otros metales. Probé uno conmigo, controlando mi energía con las mediciones antes y después de usarlo por algún tiempo en puntos importantes de acupuntura. Y entonces verifiqué que mi entusiasmo después de la reacción del canario no era exagerado: se había abierto un nuevo camino. 

Comencé a indicarlo a mis relaciones más cercanas y luego a mis pacientes. Y cada uno lo asumió como pudo, porque es muy difícil aceptar que un tubo rodeado con capas de metal y plástico, ubicado durante veinte minutos o media hora a dos centímetros por debajo del ombligo, sea capaz de incrementar la carga energética de quien así lo utiliza. Funciona pero es difícil aceptarlo, porque implica un cambio radical en las concepciones acerca de la vida en general y de la medicina en particular.

Luego diseñé un dispositivo más pequeño, apto para ser utilizado durante varias horas -de acuerdo a la necesidad energética de cada persona- y adherido a la piel con una cinta hipo alergénica. Y más tarde, hace algunos años, comenzó la fascinante investigación con el Dor-buster, el tubo que permite extraer energía en las zonas de bloqueo utilizando la fuerte afinidad del agua por la energía, y que también se ubica sobre puntos de acupuntura. Esta historia sigue y se encuentra en pleno desarrollo…

Pero hubiera sido difícil o imposible si no hubiera encontrado a mis buenos amigos de la Fundación de Orgonomía Wilhelm Reich de Buenos Aires, en los cuales encontré un sólido terreno de afinidades. Y especialmente, si no hubiera dado con Federico Navarro, mi maestro durante sus últimos años y el más importante continuador de Reich que conocí. Además de su talento para diseñar una metodología diagnóstica y terapéutica -cosa de la cual esta ciencia carecía- Federico era el más profundo entendedor de Reich y su obra. Él tenía una mirada verdaderamente reichiana sobre las cosas de la vida. Aprendí muchísimo de Federico, no sólo a partir de sus libros y clases, sino especialmente a través de nuestra relación personal y la natural comunicación que se estableció entre nosotros. Le estoy profundamente agradecido, ya que su capacidad, interés, experiencia y conocimiento me ayudaron a profundizar esta ya larga investigación sobre la energía con su continuación natural: la articulación de la acupuntura tradicional china con la orgonomía de Reich.  (http://www.acupuntura-orgon.com.ar/viaje9.htm)  

 

La energía orgón

La demostración de la existencia de la energía biológica llevada a cabo por Wilhelm Reich entre 1936 y 1956 es el descubrimiento más importante de los últimos siglos en las Ciencias Naturales y sin embargo ha pasado casi desapercibido.  ¿Cómo es esto posible?  ¿Fraude o Conjura?  ¿Exageración de cierta mente afiebrada  o anticipación de un genio a su tiempo?  ¿Incomprensión generalizada o campaña de silenciosos idiotas?

¿Y cómo es que se asegura con tanta tranquilidad la trascendencia de la cuestión energética si “no sale” en los diarios o los noticieros y los científicos reconocidos dicen desconocer su existencia o esbozan una sonrisita ladeada como toda respuesta?

Tampoco es un tema nuevo, si no más bien remozado: antiguas y prestigiosa culturas como la china, la griega y la hindú lo han planteado con énfasis aunque sin utilizar metodologías de comprobación al estilo de la ciencia contemporánea. Además la teoría energética de la Medicina Tradicional China no está circunscripta al caso particular de las enfermedades del ser humano: al igual que la orgonomía postula la organización energética del cosmos, el medio ambiente terrestre y los seres vivos en general, incluyendo las relaciones entre estos y los “climas” como forma de entender la génesis de gran variedad de trastornos.

Pero Reich dio un gran paso adelante cuando logró demostrar objetivamente la existencia de la energía orgón, como prefirió llamar a la vieja energía vital, y también al lograr desarrollar métodos para concentrarla y utilizarla con fines experimentales y terapéuticos.

Los momentos y lugares claves de esta investigación sobre la energía y la forma de utilizarla fueron: en Noruega (Oslo) entre 1936 - 1939 y en Estados Unidos (Maine), desde 1940 hasta 1956.

 

¿En qué consiste un acumulador de energía?

Es un instrumento montado y materialmente organizado de tal forma que la energía de la vida presente en la atmósfera de nuestro planeta puede ser recogida, acumulada y utilizada para propósitos científicos y terapéuticos. Consiste en una estructura cuyo continente son capas alternas de materiales metálicos y no metálicos. Entre los primeros, los más adecuados son el hierro y el acero. Entre los segundos: lana, algodón, acrílico, estireno plástico, celotex, lana de vidrio, goma laca, cera de abeja y cera de vela.

Ahora imaginemos un cubo de acero con uno de sus lados que funciona como una puerta con aberturas (tipo puerta de los bares de las viejas películas de vaqueros). Ese cubo es enteramente forrado, en su lado externo, con una cubierta de plástico. Sobre esta primera cubierta de plástico se agrega otra cubierta de acero, a la vez sucedida por otra de plástico. Se agregan capas según sea el objetivo del acumulador, pero el número de éstas puede oscilar entre una y veinte. 

Supongamos que estamos construyendo un acumulador de cinco capas; en este caso necesitamos cinco láminas de acero y cinco de plástico porque sólo consideramos una capa a la unión de ambas. Pero la última, la más externa (y por lo tanto la que está en contacto directo con la atmósfera) debe ser de plástico.

Así es que nos quedan dos superficies de contacto: la externa de plástico (u otro de los materiales no metálicos recomendados) y la interna de acero, hierro o hierro galvanizado (lo que hallamos elegido como metal).  En el interior del cubo, cuyas paredes son de acero en nuestro ejemplo, se concentra la energía orgónica o vital presente en la atmósfera. Es allí que introduciremos a una persona, si es que el cubo es suficientemente grande; una planta o animal pequeño si es que las dimensiones del cubo son más pequeñas.

 

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Esquema de un acumulador de orgón del libro de Reich “La Biopatía del Cáncer”

 

Si los materiales empleados son adecuados y la estructura está bien construida, la energía orgón presente en el medio ambiente se concentrará en el interior del cubo y ejercerá un definido efecto sobre el ser vivo que se encuentre en él. La utilización de los materiales indicados y la disposición en capas alternas tiene su razón de ser: las materias no metálicas presentan la propiedad de absorber la energía orgón, mientras que las metálicas también absorben pero especialmente la ceden, la rechazan hacia las capas siguientes. Esto crea un potencial orgonómico más alto en el interior del acumulador que fuera de él.

Esto parece muy sencillo de hacer… ¡y realmente lo es!

¿Es concebible que un dispositivo tan elemental que no merece el nombre de “aparato” porque carece de chips, baterías y no se enchufa en ningún lado, sirva para aumentar la vitalidad de sistemas vivientes tan aparentemente complejos y sofisticados?

¡Por supuesto que es inconcebible y hasta increíble!

Pero deja de serlo cuando uno abandona la lamentable costumbre de opinar antes de probar, investigar o verificar y se decide a intentar varias experiencias. En este artículo apenas se presenta el tema de los acumuladores de energía, pero también se proporciona información para construir uno a fin de experimentar con animales, plantas y objetos.

Con el tiempo uno se convence que lo mejor es proponer sin intentar convencer a nadie: aquí la fuerza de la argumentación consiste en la pura experiencia personal. A veces se producen situaciones interesantes cuando alguien afirma: “Vengo a probar, no tengo FE en esta medicina”. Comparto ésa declaración de principios: hace muchos años que pruebo e investigo a esta medicina y tampoco yo tengo fe en ella.

¡Es que no se trata de un sistema teológico, no hay por qué tener “fe” en ella! Tanto la acupuntura tradicional china y moderna como la orgonomía son sistemas verificables y en absoluto necesitan de sacerdotes que enseñen el nuevo dogma, ni de creyentes en actitud de adorar a los nuevos Mesías. Es cierto que la teoría energética puede modificar muchas ideas y concepciones, un acontecimiento que se deriva de otro tal vez más trascendente: su utilidad práctica puede cambiarnos la vida. Pero esto es otra historia: la que cada uno puede intentar “probando” de buena fe.

 

¿Cuáles son los efectos del acumulador?                                                  

Cuando se trabaja con energía se experimentan cambios simultáneos en ambas dimensiones del ser: la físico-biológica y la psico-emocional, ya que la energía es la fuente nutritiva de ambas. Según sean las técnicas utilizadas y el estatus energético de cada persona serán la profundidad y velocidad de los efectos mencionados. 

A continuación se describen someramente algunos de los efectos biológicos que pueden verificarse con cierta facilidad si se investiga correctamente, todos ellos confirmatorios de los hallazgos de Wilhelm Reich. Puede ser de interés saber que en los últimos años han empezado a publicarse los resultados de varias investigaciones acerca de los efectos generales del acumulador de orgón. 

La lista siguiente es un resumen del trabajo “Los efectos psico-fisiológicos del acumulador de energía orgónica de Reich”, de los investigadores Stefan Müschenich y Rainer Gebauer, de la Universidad de Marburg, Alemania. En 1986, un grupo de científicos de ésta universidad,  publicó los resultados de un interesante estudio que demostraba que el tratamiento durante 30 minutos utilizando un acumulador de orgón, generaba efectos psicofisiológicos medibles:

  • 1.    Efecto vagotónico general: el vago o parasimpático produce efectos de expansión sobre el organismo compatibles con las emociones placenteras.

  • 2.    Sensaciones de hormigueo y calor en la superficie de la piel.

  • 3.    Aumento de la temperatura interna y externa, rubefacción (pérdida de la palidez cutánea).

  • 4.    Regulación de la presión arterial y de la frecuencia cardíaca.

  • 5.    Aumento de la peristalsis intestinal y respiración más profunda.

  • 6.    Aumento de la germinación, desarrollo, florescencia y fructificación de las plantas.

  • 7.    Aumento en la tasa de crecimiento y regeneración de los tejidos, tanto en animales como en seres humanos.

  • 8.    Aumento en la fuerza del campo, carga e integridad de los tejidos, así como de su capacidad inmunológica.

  • 9.    Mayor nivel energético, incremento de la actividad y la vitalidad general.

http://starviewer.wordpress.com/2010/10/27/fundamentacion-cientifica-del-orgon-la-teoria-del-eter-y-los-experimentos-de-la-universidad-alemana-de-marburg/

 

Factores relacionados con la carga de energía

La carga que un acumulador está en condiciones de concentrar, es sumamente variable y depende de multitud de factores. Es bueno conocer algunos de ellos para tenerlos en cuenta en el momento de su utilización. Y es posible que a esta altura los lectores hayan advertido por qué razón los envases Tetra-Brik son tan eficaces como conservadores de variadas bebidas y alimentos: simplemente porque ¡son acumuladores de orgón de una capa completa!

En general la eficacia en la acumulación y concentración de energía orgónica atmosférica depende de:

  • El tipo de material no metálico utilizado; hay buenos (plásticos) y malos (madera) absorbentes.

  • El tipo de metal usado: hierro y acero son los mejores, aunque pueden utilizarse otros en la investigación.

  • El grado de humedad media en la atmósfera, ya que el agua atrae fuertemente a la energía orgón. Cuanto más seco sea el clima, mayor será la acumulación: de 40 a 50% de humedad se considera buen índice para lograr excelente concentración. De nuevo los lectores estarán reflexionando y seguramente entendiendo por qué uno se siente tan mal (sin energía y como aplastado) en los días de mucha humedad: ¡las partículas de agua en suspensión se quedan con el orgón!

  • La latitud. Cuanto más cerca del ecuador terrestre, mayor es la concentración energética. Un acumulador de dos capas funciona mejor en Israel que en Inglaterra.

  • La altitud. Cuanto más alto se esté sobre el nivel del mar, más libre estará la energía atmosférica de mezclas gaseosas y mejor será su funcionamiento.

  • Del número de capas usadas en la construcción del acumulador. Una “capa” es en realidad dos: una de materia orgánica en el exterior, la otra de materia metálica en el interior. La materia orgánica absorbe y retiene, mientras que la metálica atrae y rechaza rápidamente a la energía orgónica. De manera que estratificando el acumulador siempre con materia orgánica hacia el exterior y metálica hacia el interior es dada una dirección a la energía con un potencial orgonómico dirigido desde el exterior hacia el interior.

  • De la proximidad de las paredes interiores al organismo dentro del acumulador. Cuanto más cerca se encuentre la superficie del organismo vivo de la pared de metal, más potente será el efecto de la irradiación orgónica.

  • Del número de acumuladores presentes en las cercanías del que se está usando. Cuantos más acumuladores cercanos, mayor será la carga.

Adaptando a la acupuntura

Quien quiera profundizar en el tema, podrá compartir la extraordinaria aventura humana y científica de Reich leyendo La Biopatía del Cáncer: allí se describen en detalle las circunstancias que rodearon a este gigantesco descubrimiento y las primeras experiencias de tratamientos realizados con el acumulador de orgón. 

En todas ellas se introducía al paciente o voluntario adentro del acumulador durante tiempos variables determinados según su problemática y estructura personal. Pero ésta no es la única metodología posible, con el tiempo fueron apareciendo otras opciones para aplicar los mismos principios con diferente método. Está, por ejemplo, el caso especial de la acupuntura, sistema médico que se encuentra en condiciones excepcionales para articularse con la orgonomía. Y era muy importante lograr esta adaptación por varios motivos que favorecen a ambas disciplinas.

En las medicinas energéticas no existía un método rápido y eficiente para aumentar la carga total de energía de una persona: los esquemas nutricionales y el trabajo con agujas y moxas (calor) son excelentes pero lentos para lograr ese objetivo. Ésta es la ventaja de los acumuladores de orgón.

Radiar por entero a una persona introduciéndola en el acumulador puede eventualmente acentuar los bloqueos energéticos ya desarrollados, creando problemas de difícil manejo. Se hace indispensable un trabajo de re-equilibrio permanente de la energía para no correr riesgos y permitir que el acumulador desarrolle su máxima potencia. He aquí la ventaja de utilizar los métodos de la acupuntura cuya mayor virtud es, justamente, mejorar la distribución de la energía, tornarla más equilibrada.

La solución de estos problemas fue relativamente fácil: se fabricaron acumuladores de energía más pequeños para radiar los puntos de acupuntura. Lo que aparentemente se perdía por la reducción de la carga se ganaba por la capacidad de los puntos de acupuntura para manejar toda la energía del campo a partir de sus conexiones con otros puntos y con el interior del organismo. Experiencias posteriores realizadas a lo largo de varios años (desde 1987 en adelante) cargando diariamente el punto 6 del meridiano de Vaso Concepción ubicado debajo del ombligo, demostraron que el efecto de aumento de la carga energética era indudable, pero siempre era precedido por la mejoría en la distribución de la energía (equilibrio).

Cuadro de texto:  

 Tubo acumulador de orgón para radiar puntos de acupuntura


Esto se demostró por la evolución clínica de las personas que hicieron la experiencia, pero también por el sistema de medición electrónica de los puntos de acupuntura. No está demás recordar que si hay en este planeta una medicina eficiente para restaurar el equilibrio de la energía, ésa medicina es la acupuntura: más de treinta siglos de experiencia exitosa en el tema demuestran su capacidad para lograrlo. Relacionar y articular ambas poderosas disciplinas podía ser un verdadero impacto, y es eso lo que ocurrió. 

Podríamos decir que se trata de un “negocio redondo” porque cada una aporta lo mejor, logrando una potenciación de sus efectos individuales. Aquí la orgonomía aporta la potencia que se obtiene trabajando con energía directa, mientras que la acupuntura colabora con la sutileza y precisión del manejo energético.   Después de varios años de trabajo articulando ambos sistemas el resultado es claro: máxima potencia con un mínimo de riesgos.

Acerca de este fructífero encuentro hay más información en: http://www.acupuntura-orgon.com.ar/acu-orgon.htm

 

La construcción de un acumulador experimental

El acumulador que ahora se describe es especialmente apto para investigar su efecto en plantas, animales y algunos objetos. Antes de utilizarlo en seres humanos es bueno hacer una experiencia con otros seres, ya sean animados o inanimados. 

Para quienes crean que esta medicina funciona por “sugestión”, la línea de investigación propuesta es una buena prueba, ya que es muy difícil convencer “de palabra” a una paloma, un canario, una pila descargada o una hortensia que Wilhelm Reich tenía razón y mucho más difícil es hacerles leer sus trabajos. Si deciden mejorar es porque el método funciona, simplemente por eso. 

En otra oportunidad centraremos el análisis en lo que ocurre en los seres humanos cuando se trabaja con energía, pero por ahora concentremos los esfuerzos realizando experimentos que nos ayuden a salir de dudas acerca de la existencia de ésta energía y de las posibilidades que existen de aprovecharla para contribuir a la causa de la Vida.

No es muy difícil construir nuestro primer acumulador, ya que es suficiente conseguir los materiales (poco sofisticados y baratos, afortunadamente) y luego seguir las instrucciones de armado.

Materiales necesarios

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Un tarro de acero inoxidable de los que se usan en la despensa para guardar yerba o azúcar. Importa que tanto las paredes circulares como la base del recipiente sean sólo de acero, sin agregados plásticos ni de otros materiales. La tapa no interesa tanto. El tamaño tampoco, aunque las dimensiones estándar pueden estar en los 15 centímetros de alto por 10 de diámetro. Éstas son medidas aproximadas que pueden tener alguna variación; no es lo más importante.

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Polietileno como el que se usa para forrar libros; es más grueso que el de las bolsas de supermercado y más delgado que el utilizado como mantel.

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Papel de aluminio en rollo para tareas de cocina.

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Cinta adhesiva.

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Cinta  aisladora plástica de buena calidad, utilizada en trabajos de electricidad.

 

Instrucciones para el armado

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Cortar una lámina de polietileno como para forrar el recipiente de acero inoxidable por la base y los lados dejando sin cubrir la boca y el interior del tarro. Asegurar el plástico con cinta adhesiva para que quede firme y lo más adherido posible al acero.

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Proceder exactamente igual con la primera capa de papel de aluminio, que rodeará a la de polietileno. Como este papel es maleable no hace falta asegurarlo con la cinta, pero sí apretarlo con las manos para que también quede lo más adherido posible al polietileno.

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Ya hemos colocado una capa completa del acumulador, integrada por material orgánico que absorbe y retiene la energía (polietileno) y material metálico que la atrae y rechaza (papel de aluminio). Estas subcapas siempre van alternadas y del lado externo del acumulador, ya que el interior (acero inoxidable) nunca debe cubrirse. Las láminas deben quedar a nivel de la boca del tarro y cubrir totalmente la base y las paredes laterales. Ahora seguimos cubriendo el acumulador con plástico y papel de aluminio alternadamente. En total debemos utilizar 19 láminas de polietileno y 19 de papel de aluminio.

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Luego de la última capa de papel de aluminio utilizamos la cinta aisladora cubriendo las paredes laterales y la base más de una vez (tres veces), tratando que el conjunto quede bien cohesionado, lo cual se logra pegando la cinta aisladora con bastante presión.

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Hemos terminado: el acumulador está construido y listo para ser usado.

Utilización del acumulador de energía

Todo está muy bien, pero el acumulador no funciona si no está bien cargado de energía. Y tampoco aquí hay muchas vueltas: basta con ponerlo al sol para que se cargue. Como principio general de cuidado del “aparato” es bueno saber que siempre debe estar afuera en períodos de uso, a veces de costado, otras veces boca abajo. Si se moja hay que esperar que se seque bien para volver a utilizarlo.

Las posibilidades de uso son infinitas y simplemente aquí van algunas ideas, pero el terreno es fértil para gente con imaginación y ganas de investigar. Pueden usarlo con semillas poniéndolas en una superficie lisa y tapándolas con el acumulador durante una semana, con algunos períodos de “aireación”. Pueden comparar con un grupo testigo de semillas que no hayan sido radiadas y luego sembrar al mismo tiempo ambos grupos por separado para poder comparar. 

También se pueden “tratar” plantas debilitadas dejando el acumulador hasta que noten alguna diferencia; en este caso conviene poner el acumulador con su boca apuntando a la tierra, en el lugar donde se juntan el tronco y las raíces. O ponerlo colgado sobre una rama.

Pueden tratar animales pequeños. Por ejemplo: “apuntarlo” sobre una cucaracha en mal estado y observar los acontecimientos. O sobre un pájaro enjaulado (si está en buenas condiciones energéticas es posible que se ponga un poco loco). O si se encuentra enfermo ponerlo sobre la jaula, en un costado, para observar si busca ponerse cerca del acumulador. 

Es la historia de Julia, la Paloma y el Acumulador, que resulta aleccionadora acerca de la conducta de un animal enfermo cuando tiene la oportunidad de curarse con energía orgón. También pueden utilizarlo con objetos, de lo cual doy dos ejemplos. Uno es el caso de las pilas descargadas, el otro el de hojas de afeitar que han perdido su filo: ¡vean qué ocurre en ambos casos!

Por último una aplicación para uso en humanos, aunque por ahora un poco indirecta. Pueden cargar un vaso con agua mineral durante una hora (o más, pueden dejarlo todo el tiempo que quieran) y luego tomar el líquido. Como esto no es magia, aunque sea maravilloso, es necesario repetir la experiencia durante tres semanas, parar una o dos y volver a repetir. 

Según mi experiencia en trabajos con energía, las diferencias se advierten en los momentos de cambio: de tomar a dejar de hacerlo y luego, al repetir el procedimiento. Si van a realizar el experimento del agua al mismo tiempo que trabajos con plantas, animales y objetos es mejor que construyan dos o tres acumuladores: uno para cada línea de investigación.

 

Ciertas recomendaciones

Aseguro que esto no es magia, pero funciona. 
En todo caso es la magia de la vida, acerca de la cual nuestra civilización ha abandonado la sensación de maravilla y deslumbramiento. 

Debe tenerse en cuenta que el acumulador concentra energía medioambiental, de manera que si ésta es deficiente los resultados no serán tan buenos. El lector atento habrá advertido, al leer los requisitos de eficacia en el proceso de acumulación y concentración de la energía, que la ciudad de Buenos Aires debe ser uno de los peores sitios del planeta a los fines de esta investigación. 

Pero la energía orgón es muy generosa hasta con nosotros, los habitantes de este paraje superpoblado y crónicamente húmedo. Es increíble, pero ¡hasta en Buenos Aires hay energía orgón! 

Esto implica condiciones sumamente variables en cuanto al potencial orgonómico acumulado, lo cual puede trasladarse al tiempo necesario en cada experimento para lograr el efecto de carga energética.  Pero esto ya depende de cada investigador, que deberá encontrar el tiempo adecuado a cada experiencia que emprenda, aprendiendo a medida que investigue que todos los seres vivos y también los objetos “inanimados” requieren una cierta cantidad de carga: es tan malo un déficit como una sobrecarga de energía.

Por último -aunque no sea lo menos importante- es indispensable tener la cabeza y el corazón abiertos y ser absolutamente riguroso para evaluar los resultados de ésta investigación. Les deseo que vivan esta experiencia con la pasión y la zozobra de quien está explorando un territorio desconocido, un lugar donde el paisaje a veces asombra, otras veces desconcierta y casi siempre deja una extraordinaria sensación de maravilla.

 

Principios generales de la energía orgónica y su funcionamiento

Uno de los discípulos más importantes de Wilhelm Reich fue Ola Raknes. También uno de sus mejores interpretes, tanto que su libro “Wilhelm Reich y la Orgonomía” es la mejor y más clara introducción al pensamiento reichiano. De este libro se reproduce un pasaje trascendente acerca de la energía orgón descubierta por Reich:

"De tales observaciones y otros experimentos, Reich formuló gradualmente un número de leyes y de principios generales de la energía orgónica y su funcionamiento. Enumeraré aquí lo que me parece más importante de estos principios:

 1) La energía es universal y está en todas partes, ocupa todo el espacio, pero en concentraciones diferentes. Está en constante movimiento, salvo cuando se bloquea su movimiento, y toma entonces una particular forma que Reich llamó DOR (que significa "deadly orgone", o sea: "orgón letal").

 2) La energía orgónica no tiene masa, es primordial, precursora tanto de la materia como de otras formas de energía.

 3) Es entrópicamente negativa, esto es: las concentraciones orgónicas más fuertes atraen más energía de las concentraciones circundantes más débiles. Esta entropía negativa se contrapone a la entropía mecánica, y es esencial para la creación y mantenimiento de la vida.

 4) Las concentraciones naturales de orgón tienden a formar sistemas que se desarrollan, alcanzan su máximo y después declinan hasta disolverse. Tales sistemas pueden ser galaxias, estrellas, planetas y en la atmósfera terrestre, huracanes y otros sistemas ciclónicos, incluso simples nubes. También los organismos vivos son sistemas de energía orgónica.

 5) La concentración y la fusión de corrientes orgónicas individuales puede crear materia donde antes no existía.

 6) La materia existente puede, mediante la acción de la energía orgónica, organizarse en forma viviente, donde antes no existía la vida.

 7) La tierra está rodeada de una envoltura orgónica que se mueve en dirección de la rotación terrestre, de oeste a este, pero más deprisa. Al este de los huracanes la dirección del movimiento orgónico se invierte.

 8) Las concentraciones de orgón en la atmósfera atraen la humedad y pueden formar nubes, lluvia o nieve. Estas concentraciones pueden ser controladas con un aparato que Reich inventó y al que llamó "cloud-buster" (rompe-nubes).

 9) El libre flujo del orgón en el interior del organismo vivo -libre metabolismo energético- es una condición indispensable para el sano funcionamiento del organismo. Si este flujo se bloquea, el orgón se transformará en DOR, enemigo de la vida.

10) El DOR está presente también en la atmósfera, en la mayor parte de los lugares intermitentemente, y en ciertas zonas constantemente. Inhibe los normales procesos atmosféricos como, por ejemplo, la formación de las nubes. Las regiones infestadas por DOR aparecen apagadas, inmóviles y son opresoras, y el "smog" existe principalmente en estas regiones. El DOR atmosférico es de gran importancia para quien quiera hacer llover o quiera realizar otra actividad de control atmosférico. La infestación de DOR puede aliviarse por medio de los "cloud-busters" ideados por Reich.

11) El metabolismo orgónico del organismo depende también del campo orgónico externo. Si está infestado de DOR pesada y constantemente, los animales y plantas estarán perturbados en su metabolismo energético, lo que puede conducir a graves disturbios, y finalmente también a la muerte.

El estudio de esta energía, de sus manifestaciones y de su funcionamiento en los diferentes campos constituye la nueva ciencia de la orgonomía."

 

Terminando por ahora, antes que me dejen 

Deliberadamente, no hay en este artículo ni una sola mención a las aplicaciones prácticas en el terreno de  las patologías humanas. En parte por cuestiones de extensión ligadas al objetivo principal del texto, pero también por una consideración esencial en medicina energética: todos sus tratamientos están destinados a aumentar  la capacidad de sanar que tiene todo sistema vivo, cualquiera sea el problema de salud que lo aqueje.

Tampoco se trata de ofrecer “panaceas”, asegurando que el acumulador de energía puede curar todas las enfermedades y, de paso, hacer feliz a quienes lo usen. La investigación que inició Wilhelm Reich y quienes las hemos continuado en su línea de trabajo, a lo largo y ancho del planeta, se ha desarrollado con muchísima seriedad: nos somos aprendices de brujos.  No estamos vendiendo nada, tampoco humo. No estamos divagando estúpidamente  acerca de métodos milagrosos para crear alguna secta, nada de eso.

Pero sí investigamos sin ruido de cámaras ni micrófonos, investigamos mucho antes de sacar conclusiones.

Por ejemplo: uno podría preguntarse si  hay métodos “objetivos” (¡la objetividad en ciencia es todo un problema!) que demuestren “alguna cosa”, “algo” que permita sostener éstas cosas sin ruborizarte o mirar para otro lado a medida que las palabras avanzan. Y claro que hay, y aquí van dos: El Experimento de Alcoy muestra qué ocurre con los parámetros generales de energía obtenidos con los sistemas de medición electrónica de los puntos de acupuntura antes y después de una experiencia de carga con un acumulador de energía orgón, tal cual puede verse en: http://www.acupuntura-orgon.com.ar/el_experimento_de_alcoy.htm

Y también pueden curiosear un poco acerca del efecto que pueden tener los acumuladores junto a la acupuntura en el tratamiento de árboles y plantas en mal estado:  http://www.acupuntura-orgon.com.ar/plantas.htm

Es claro que hay fuentes ya clásicas de referencia que no se pueden obviar. Y la más importante de ellas es el artículo de Wilhelm Reich: “El acumulador de energía orgónica”, que puede leerse (siempre que se esté en condiciones de soportar la traducción) en:  http://www.esternet.org/orac.htm

Pero, más allá de artículos, investigaciones y demostraciones objetivas de la existencia de la energía orgón, que pueden no mover un pelo a nadie, lo importante, lo decisivo, es hacer una experiencia personal junto a una pequeña investigación en el entorno más cercano: animales, plantas, agua y objetos.

Porque ahí sí que se acaban las puras palabras, por lindas que sean, y aparece la simple y potente realidad de ésta energía.

Y si no, pregúntenle al canario, que todavía está revoloteando a lo loco para escaparse de la jaula.

 

 

Dr. Carlos Inza
Buenos Aires, agosto del 2012

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