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Orgón y Dor: luces y sombras en el escenario

Las relaciones entre energías positivas y negativas

 

Nos acostumbramos, mal acostumbrados, a suponer que una existencia plena, vital, es una existencia de luces sin sombras. Como si siempre tuviéramos que estar al borde del orgasmo, como si la vida fuera sólo placer y celebración. Y, trasladado al plano de la salud, como si la “salud perfecta” fuera posible y estuviera al alcance de la mano.

En la dimensión del pensamiento reichiano, esto equivale a suponer que en un organismo vivo y sano, solo hay lugar para el Orgón (energía positiva) y nada para el Dor (energía negativa).

Pero las cosas no son así, nos guste o no. La vida auténtica, la de verdad, es una relación entre luces y sombras, entre Orgón y Dor. Está claro, eso sí, que la salud implica un predominio de Orgón. Pero el Dor está, siempre está, insistente pero no caprichoso. Porque tiene un sentido y, especialmente, una realidad indiscutible. Cualquier proceso vital implica un cierto grado de Dor, que no es otra cosa que desechos tóxicos y energía estancada, enrarecida. La obstinación en pretender vivir en un solo polo (el de la dicha, el placer, la vitalidad exuberante) sólo puede conducir al fracaso, a una profunda desilusión que, tarde o temprano, provocará graves perturbaciones. Primero en la dinámica energética, luego en la funcionalidad y más tarde en las estructuras anatómicas, en la profundidad de los tejidos.

Sabemos, gracias a la energética reichiana y a la neurofisiología, que hay un equilibrio entre los sistemas simpático y parasimpático. Que cada uno cumple un rol esencial, irremplazable y necesario. Que el simpático predomina en las situaciones de “pelea por la vida” (búsqueda del alimento, defensa del territorio, etc.) y que el parasimpático actúa reparando la energía puesta en juego al activar la energía en situaciones elementales y sanas, lo cual también implica cierta “agresividad” indispensable  para vivir y sobrevivir. Esta etapa de reposo y reparación también se asocia con el placer.

Pero la situación se complica si alguno de los sistemas predomina en exceso: entonces tendremos que enfrentar las facturas que el sistema energético que somos habrá de pasarnos. En los excesos de actividad desenfrenada viviremos en simpaticotonía (desgastando el sistema, estresados) y en los excesos de abulia (aunque sea “gozosa”) no sobreviviremos mucho tiempo. Por eso debe haber equilibrio, Por eso debemos considerar que no podemos transformar la existencia en un western donde hay “sistemas buenos y sistemas malos”: es una manera muy superficial de mirar la vida real.

Hay, incluso, un rechazo al dolor que a primera vista parece razonable: “no quiero sufrir”. Pero esta actitud rebasa los límites de lo aceptable cuando se hace lo posible para evitar la más leve de las molestias: entonces un analgésico y listo. El problema es que, en lo profundo, esta actitud implica un rechazo a sentir la vida como realmente es para cambiarla por el anhelo de una ficción mentirosa: para mí solo vale lo que me produce placer. Es una actitud de niños maleducados y caprichosos, simplemente.

Haciendo una incursión simple, casi elemental, en las profundidades del funcionamiento energético de los seres vivos, encontramos que las dos energías básicas tienen un anclaje físico: el Orgón en los Biones PA, y el Dor en los Bacilos-T. Esto descubrió Reich estudiando en profundidad el cáncer, lo cual derivó en un salto cualitativo en la comprensión de los procesos vitales. Si, en el caso del cáncer, se puede suponer que los Bacilos-T son los malos de la película, también es importante saber que sólo han predominado después de una larga batalla en la que el Orgón ha sido derrotado.

Pero esta batalla, parte de una guerra no oficialmente declarada, se hunde en la historia del funcionamiento patológico de una persona, si de humanos hablamos. Y en su origen, antes del fallo o fracaso, los Bacilos-T (o el Dor) no cumplen una función “negativa”: simplemente son parte de un sistema que está siempre en movimiento y necesita, también, de sus aspectos “negativos”. Que entonces, vistas las cosas así, no resultan negativos sino imprescindibles en el ciclo de la vida.

Será difícil aceptarlo, pero la muerte también es parte de la vida y no su polaridad negativa, enferma. Lo enfermo puede ser una forma de vivir, dejando que predomine ésa misma fuerza que, en condiciones saludables, expresa la reparación, el silencio, la noche y la quietud. O sea: la sombra. Es una deformación de la vida real, simple y sana, suponer que la salud consiste en un movimiento perpetuo para ser exitoso o, en todo caso, constante y permanentemente dichoso y con el orgasmo listo, preparado a cada instante.

Veamos, entonces, qué resultados arrojó la investigación de Reich cuando avanzó más allá de las fronteras del conocimiento aceptado y se comprometió con la verdad que surge de la intimidad energética y su funcionamiento.

 

La Biopatía del Cáncer

Es el título de un libro fundamental, de los más trascendentes que ha dado el conocimiento humano. Trata de la energía y, por lo tanto, del Orgón y del Dor. Y trata de las perturbaciones más serias en la función básica de la vida. O sea: de la función de Pulsación. A estas perturbaciones tan serias, Reich dio el nombre de Biopatías. Y dentro de ellas, sin duda, está el cáncer.

Las citas siguientes corresponden al libro ya mencionado en su edición española (Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires, 1985) y sus páginas correspondientes:

  • “Descripción del proceso canceroso en ratas:

  • 1. Los bacilos T muestran un comportamiento parasitario y, sin embargo, se originan en sustancias del cuerpo.

  • 2. Se forman por degeneración de tejidos y organismos.

  • 3. Aparecen cuando el carbono se trasforma en biones.

  • 4. Muestran un parentesco con el cianuro.

  • 5. Provocan la formación de biones.

  • 6. Siempre son un signo de contracción simpaticotónica y de encogimiento del organismo.” (pág. 244)

Esto significa que el cáncer se gesta desde adentro y no es el resultado de una invasión foránea, pero que se comporta como un parásito, ¡como un depredador del mismo organismo que lo contiene y lo origina! 

“A nuestro juicio, la predisposición a la enfermedad se adquiere esencialmente por la miseria de la vida y no se hereda indefectiblemente de los antepasados. Significa género y grado de motilidad emocional (orgonótica) del biosistema.”  

Se supone que la célula cancerosa inicia el proceso patológico "cáncer" al transformarse "células normales en células cancerosas". Si se sigue con máxima atención el desarrollo de la célula cancerosa, se comprobará que este concepto es erróneo. Ocurre todo lo contrario: La célula cancerosa es una consecuencia de la defensa de los tejidos contra la acción de los bacilos T. Esta afirmación puede sonar extraña, pero deja de parecerlo una vez que se examinan los hechos. El primer paso en el desarrollo del carcinoma no es la célula cancerosa ni la desintegración del tejido en biones azules sino el ingreso masivo de bacilos T en esos tejidos o en la sangre. Los bacilos T también se encuentran en los tejidos sanos y en la sangre sana. Siempre están presentes cuando hay degeneración de proteínas.” (pág. 262-263)

Estos párrafos expresan que el cáncer es, simplemente, el resultado de una manera de vivir. Y que lo más importante para entenderlo, es “el grado de motilidad emocional del biosistema”.  Un sistema vivo inmóvil, quieto, es como el agua estancada: necesariamente se pudre. Al estancarse el Orgón produce Dor, cuya manifestación física son los Bacilos-T. Y cuando éstos comienzan a predominar en el sistema es que se desarrolla la célula cancerosa que, entonces, debe entenderse como un intento de defensa, muchas veces fracasado. 

“De modo que hasta el organismo más sano contiene bacilos T y tiene tendencia a la desintegración pútrida. Eso significa que la disposición al cáncer es universal. Pero en tanto los tejidos y la sangre sean orgonóticamente fuertes, los bacilos T serán destruidos y eliminados antes de que se multipliquen, se acumulen y puedan provocar daños. ¿Pero cuál es el primer daño que puede infligir un bacilo T? La respuesta a esta pregunta demostrará que la formación de células cancerosas es una reacción defensiva del organismo contra los bacilos T y no la enfermedad en sí.”

Aquí se entiende mejor la necesidad de no acusar maniqueamente a los Bacilos-T porque en una organismo sano tienen una función que no es patológica, sino de equilibrio del sistema en su funcionamiento perpetuamente oscilante. Solo se transforman en un problema que compromete la salud cuando “los tejidos y la sangre no son orgonóticamente fuertes”.  Hay, entonces, dos formas básicas de reacción en cualquier organismo vivo: la Reacción B, que expresa el predominio de la funcionalidad del Orgón y la Reacción T, que implica la dominancia del Dor.

La siguiente tabla expresa las diferencias en distintos sistemas y funciones del predominio de ambas reacciones: 

 

                                               Reacción B

Reacción T

1. Organismo total

Erguido, con buena tonicidad. Sin espasmos, sin clonismo. Sensación de fuerza, capacidad de disfrutar.

Encorvado, flácido o hipertónico. Espasmos, clonismo. Sensación de debilidad, incapacidad de disfrutar o miedo al placer.

2. Piel

Tibia, bien irrigada, turgente, rosada o bronceada; sudor tibio.

Fría, húmeda, sudor frío, lívida, arrugada, palidez que puede ser de un blanco cadavérico.

3. Musculatura

Relajada, capaz de alternar tensión con relajación. Fuerte. No hay coraza muscular. Buen peristaltismo, ni constipación ni hemorroides.

Tensa o fláccida y débil con frecuencia, exceso de adiposidad, coraza muscular por doquier, sobre todo en mandíbulas, frente, nuca, aductores, glúteos, espalda.

3ª Expresión facial

Vivaz, cambiante.

Semejante a una máscara rígida.

4. Sangre

Reacción B al ser esterilizada en autoclave, eritrocitos turgentes,       pulsantes; amplio y neto margen de orgón; desintegración bionosa muy lenta en solución fisiológica.

Cultivos no producen bacilos T.

Reacción T al ser esterilizada en auto-clave; eritrocitos pequeños o encogidos, sin pulsación, agujas T, margen de orgón débil y estrecho, desintegración bionosa muy rápida, estafilococos,          estreptococos o bacilos T cultivables.

5. Sistema

cardiovascular

Presión sanguínea normal; pulso regular, sereno y fuerte.

Tensión sanguínea demasiado alta o demasiado baja; pulso demasiado rápido o demasiado lento, irregular o débil.

6. Tejidos (células           epiteliales, tejidos extraídos para biopsia, etc.)

Firme turgencia:

Sin formación de biones en KCl. (cloruro de potasio)

Falta de turgencia, encogidos, estructura bionosa o rápida     desintegración bionosa en KCl

7. Ojos

Brillantes (rápida reacción a la luz en las pupilas). Globos oculares ni protuberantes ni hundidos.

Opacos; mirada "perdida", reacción pupilar lenta; a veces midriasis; globos oculares protuberantes o hundidos.

8. Respiración

Espiración completa, con pausa a continuación, libre pulsación del tórax. Sensación placentera en los genitales después de cada espiración.

Espiración superficial, incompleta.

Actitud inspiratoria crónica, pausa a continuación de la inspiración: actitud crónica de ansiedad en la caja torácica. No hay sensación placentera al espirar.

9. Orgasmo

Normal: Convulsión del cuerpo en su totalidad.

No hay estasis sexual.

Inexistente o perturbado.

Estasis sexual crónica.

10. Campo orgonótico en torno al organismo.

Amplio, "elástico".

Estrecho o inexistente.

       

 

(pág. 271-272) 

Tampoco es bueno hacer una lectura extrema de esta tabla, tipo “todo o nada” para cada uno de los parámetros descriptos. Porque, como en la vida, no hay nada que sea extremadamente  algo. Hemos visto, justamente, que las cosas no son del todo blancas o negras. Y que los fenómenos vitales transcurren en variedad de grises, más cerca del negro o del blanco. El resultado es un promedio.Y aquí sí es fundamental saber de qué lado de las dos reacciones básicas estamos.

 

Carlos Inza            
Buenos Aires, agosto del 2014

 

 

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