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El Magnesio, la piedra brillante Está tan cerca que recién empezamos a verlo. Es tan simple que las búsquedas sofisticadas lo ignoraron. Y tan barato que los laboratorios lo desechan. Pero su nombre significa “Piedra Brillante”.
Particularidades de la cuestión / Funciones del Magnesio / Un poco más de detalle en sus funciones / Síntomas del déficit de magnesio / Los efectos terapéuticos de la utilización del magnesio / ¿Por qué casi todos tenemos varios síntomas de deficiencia de magnesio? / ¿Por qué somos tan deficientes en magnesio? / Capítulo aparte para sus notables efectos a nivel cardiovascular y nervioso-emocional / Cómo identificar la deficiencia / Un caso ejemplar que se hizo muy conocido / Necesidades reales / Alimentos y Suplementos, estilos de incorporación / Responsabilidad del sistema (tierras) y de la medicina (ignorancia)
Por empezar y para bajarle el precio: es un mineral, lo cual parece darle poco estatus. De hecho la medicina, una actividad que también se rige por modas, nunca puso en primer plano a los minerales. ¿Cuántos artículos soportaría un humilde mineral en diarios y revistas, en programas de radio y televisión? Pocos y, seguramente, muchos menos que si se lo compara con una hormona o un neurotransmisor, palabras tan interesantes para la imaginación, el divague o la publicidad. Y más importante: no podría figurar en una campaña de venta de ningún laboratorio “importante” porque es muy poco rentable. Nadie podría registrarlo a su nombre, como tampoco sería posible tener la propiedad intelectual de la lechuga. Además no es el único, tendría que competir contra varios otros. Y, en realidad, ¿para qué sirve un mineral en términos de salud humana, la única que interesa a nuestra egoísta especie? Hay unos veinte minerales en el organismo y todos se consideran esenciales. O sea: son indispensables para el funcionamiento del sistema vivo y no se generan en él, de manera que deben ser incorporados a través de la alimentación. Algunos de ellos se definen como macro-minerales, cuando su ingesta necesaria es de más de 100 miligramos diarios. Ellos son:
Y no es que los otros minerales sean accesorios, sino que se requieren en menor cantidad razón por la cual se denominan oligoelementos (oligo = poco). Pero también son indispensables para la vida, que no menosprecia a ninguno de ellos y necesita a todos aunque en cantidades diferentes. Los elementos orgánicos son el carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno (CHON), por ser los que principalmente constituyen los compuestos orgánicos. Los elementos minerales, que en conjunto forman del 4.3 al 4.4 por 100 del peso del cuerpo humano adulto, son, por orden decreciente en cantidad: el calcio, fósforo, potasio, azufre, cloro, sodio y magnesio. Nótese cuán reducidos son los números del porcentaje, lo cual significa que deben estar en una cantidad muy estricta en un organismo vivo: ni más, ni menos. Todavía deben señalarse los llamados oligoelementos, por hallarse en cantidades menores. Éstos, por orden decreciente en cantidad son: el yodo, flúor, hierro, bromo, aluminio, cobre, manganeso, zinc, arsénico, silicio y boro. Los elementos minerales, considerados en conjunto, desempeñan un triple papel: unos sirven a la formación del esqueleto y tejido; otros intervienen en la formación de enzimas y diversos catalizadores bioquímicos; y también forman disoluciones iónicas e intervienen en sus condiciones de equilibrio, tan importantes en los fenómenos vitales. Entre los elementos minerales del organismo humano hay tres que constituyen un interesante trío de mutua dependencia, a saber:
Estos tres elementos para formar equilibrio deben encontrarse en el hombre, según se cree, tal como se encuentran en la naturaleza. Por ejemplo, en las cáscaras de los huevos de pájaros salvajes. En el hombre los huesos son el principal depósito de magnesio, aunque contienen ocho veces más calcio que magnesio; también existe en los tejidos muscular y nervioso y en la sangre. Copisarov señala en el hombre la siguiente proporción de magnesio: huesos, 31.7 a 46.6 por 1000; hígado, 22.5 por 1000; bazo, 6.2 a 7.5 por 1000; pelo, de 9.2 a 127 por 100. El plasma del hombre adulto contiene de 2.4 a 3 miligramos de magnesio por 100 centímetros cúbicos; los glóbulos rojos, de 61 a 7.1 miligramos por 100 y la sangre completa, 4.5 miligramos por 100 centímetros cúbicos. Respecto del Magnesio, y como para ir amigándose, la imagen muestra algunos datos primarios: la abreviatura que lo identifica (Mg), el nombre en latín (Magnesium), el número de orden en la tabla periódica de Mendeléyev (12) y su masa atómica (24,305). Es el séptimo elemento en abundancia constituyendo el 2% de la corteza terrestre y el tercero más abundante disuelto en el agua de mar. El ion magnesio es esencial para todas las células vivas. El metal puro no se encuentra en la naturaleza. Una vez producido a partir de las sales de magnesio, este metal alcalino-térreo es utilizado como un elemento de aleación. Etimología del término: proviene de la palabra latina magnesium, que significa "piedra brillante". Veamos al Magnesio desde otras dos perspectivas: su antigüedad y el sistema ecológico relacionado con la nutrición. ¡Es una molécula tan veterana como la vida misma, aunque anterior a ella! Hace algunos años, el Magnesio “alcanzó cierta fama” y su utilización se difundió gracias a que comenzaron a estudiarse con mayor profundidad sus propiedades, aunque ya se conociera su efectividad. Pero decir que “está de moda” es una falta de respeto inadmisible para referirse a este mineral que tiene tanta calle en la vida del universo y de este planeta. El magnesio ha jugado un papel importante en el proceso de la evolución biológica, hacia organismos diferenciados que utilizan más eficazmente la energía. Este elemento forma parte de la molécula de clorofila, que se desarrolló hace tres mil millones de años y es esencial en la funcionalidad vegetal. Posteriormente, hace alrededor de mil millones de años se desarrolló la fosforilación oxidativa, en la que el magnesio es un ion necesario. Estamos hablando de la generación de energía en su modalidad aeróbica y en forma de ATP, utilizada por casi todos los tejidos animales. Pero antes de esta “novedad” (mil millones de años) era fundamental su participación en la clorofila donde, desde hace tres mil millones de años, juega un rol equivalente al del hierro en la hemoglobina. Las funciones bioquímicas del magnesio se pueden resumir en los siguientes puntos, que luego serán vistos de manera más concreta y efectiva:
Síntesis y utilización de compuestos ricos en energía. Síntesis de transportadores de protones y electrones. Síntesis y actividad de numerosas enzimas. Elemento estabilizador de la membrana celular
Es fácil sufrir de atracción fatal por el magnesio, no bien se conocen sus aspectos funcionales y sus virtudes terapéuticas, porque fue esto último lo que logró su creciente estudio, difusión y utilización. Ustedes se preguntarán porqué la medicina no le hace un monumento y los médicos prácticamente lo desconocen. Al principio fue por pura ignorancia, por desconocimiento de sus funciones. Pero hay otras razones de mucho peso fáciles de entender: como dicen todos aquellos que se dedican a divulgar sus múltiples beneficios, “es demasiado barato y cura demasiadas cosas”. Es importante asumir la falta de voluntad general de muchos médicos para reconocer la necesidad de suplementación de nutrientes en nuestra dieta. Como expresa la Dra. Dean, estudiosa y propulsora de la utilización del magnesio: “Todo se remonta a una educación médica que es financiada por las compañías farmacéuticas que no tienen ningún interés en la promoción de nutrientes que no pueden ser patentados y no cuestan mucho. Porque el magnesio no es un medicamento, sino un suplemento nutricional. Tal cual ocurre con los minerales, oligoelementos y vitaminas.” Esto parecería restarle importancia, agregado al hecho de que se trata de un mineral, pero ocurre exactamente lo contrario. Es un elemento imprescindible para el funcionamiento de un ser vivo porque participa, necesariamente, de más de 350 procesos bioquímicos claves y no puede ser sintetizado por el organismo, de manera que adquiere categoría de necesario. Su incorporación debe llevarse a cabo por la nutrición. Y justamente allí está el problema: los alimentos de consumo habitual tienen una carga de magnesio considerablemente menor a la necesaria. ¿Por qué? Lo veremos después de explorar las funciones de este mineral. Pero por ahora, bastará saber que el 85% de la población tiene registros notoriamente bajos de magnesio.
Una de las cosas que sabe hacer y muy bien el magnesio es trabajar sobre límites y diseñar estructuras. Es notable la capacidad para el diseño organizativo que pone en escena. Podría llamarse “Delimitación o Inspección de fronteras”. Veamos. Organización anatómica y fisiológica: con el Calcio (aquí sí, aquí no). Líquidos: de este lado sí, de este no (anti edema). Ritmos: evacuación intestinal (ahora es adecuada, ahora mejor no). Esto significa que le funciona de guía al calcio para que este sepa dónde debe depositarse y dónde no. De hecho la pareja calcio/magnesio es de las más importantes de la fisiología: el calcio estimula y contrae, el magnesio afloja y relaja. Los dos son indispensables, el asunto es cuándo debe actuar uno o el otro. Tienen una evidente relación Yin/Yang. Pero respecto de la estructura, calcio y magnesio son fundamentales para el armado óseo, para la sustentación de la estructura esquelética: el calcio da rigidez, el magnesio flexibilidad. Todo bien con eso, pero las cosas se ponen difíciles cuando se trata de dar calcio de una manera insensata, como ocurre en la menopausia o la andropausia. Insensata por no decir extremadamente peligrosa, porque el calcio solo, dado en cantidad y sin la guía del magnesio, tiende a depositarse en las arterias, endureciéndolas y preparándolas para el infortunio. De la misma manera inteligente funciona el magnesio evitando la formación de cálculos de calcio en las vías urinarias. O delimitando las áreas donde deben ubicarse los líquidos (de este lado y no de aquel), lo cual evita o disminuye la posibilidad de edemas. Y tan importante como estos ejemplos lo constituye la capacidad del magnesio para propulsar políticas desintoxicantes, entre las cuáles se destaca el ritmo y las características de la eliminación fecal. Está claro que una de las virtudes muy útiles del magnesio consiste en una explícita declaración de guerra al estreñimiento. El magnesio está involucrado en numerosas reacciones enzimáticas (más de trescientas cincuenta) y el proyecto sobre el genoma humano descubrió que 3751 proteínas tienen receptores para el magnesio. Hoy sabemos que el magnesio es crítico para la salud celular, que interviene en el equilibrio del ADN, en la manutención de la membrana celular, en el balance oxidativo de las células y diversos procesos reguladores de la vida y la reproducción celular. De hecho, su deficiencia también se ha asociado con diversos tipos de cáncer (colon, próstata y mama).
Este mineral se encuentra
en cantidades significativas en todo el organismo (0,05% del peso corporal) y se
utiliza para numerosas funciones, incluyendo la relajación muscular, coagulación
sanguínea y la producción de ATP (Adenosin-Trifosfato), la principal molécula de
energía celular.
Se considera al Magnesio
como el mineral "anti-estrés". Es un tranquilizante natural, que produce
relajación de los músculos esqueléticos así como de la musculatura de los vasos
sanguíneos y tracto gastrointestinal. Dada su influencia sobre el corazón, el
Magnesio se considera importante en la prevención de los espasmos de las
arterias coronarias, una causa importante de ataques cardíacos.
El Magnesio es
principalmente un nutriente intracelular. Activa enzimas que son importantes
para el metabolismo de proteínas y carbohidratos y es necesario para la
producción y funcionamiento del ADN.
Se ha demostrado que el
déficit de este importante mineral se relaciona con hipertensión arterial,
litiasis renal, enfermedad cardiaca y, particularmente, con ataques cardiacos
debidos a espasmo de las coronarias. La cantidad diaria mínima a incorporar equivale a 6 mg. por kg de peso corporal. Una dieta promedio aporta cerca de 120 mg. de Magnesio por cada 1.000 calorías, lo que se aproxima a 250 mg. Esto no conducirá a niveles tisulares adecuados para la mayoría de las personas. El consumo diario recomendado (RDA) de magnesio está entre 310 y 420 mg al día, dependiendo de su edad y sexo. Sin embargo, como afirma la Dra. Dean, algunos investigadores creen que podríamos necesitar entre 600 y 900 mg al día para una salud óptima. Breve resumen de algunas de sus propiedades como para ir calentando motores, antes de salir corriendo a la farmacia:
Además de estos beneficios, el magnesio también ayuda en la regulación del nivel de azúcar en sangre y aumenta la elasticidad de la piel. Es uno de los minerales fundamentales para la reproducción celular. Algo que hace que se cree un nutrido conjunto de células dérmicas y fibras elásticas para mantener un aspecto joven y saludable. Esto es gracias a la función que tiene en la síntesis de colágeno y elastina.
El magnesio es fundamental para numerosas funciones fisiológicas, entre las que podemos brevemente destacar:
El magnesio se encuentra ampliamente distribuido por el organismo, existiendo en una persona, aproximadamente de 20 a 28 g. El 60-65% del total se encuentra en el hueso, alrededor del 27% en el músculo, 6-7% en otras células y aproximadamente 1% en el líquido extracelular. La mayor parte de los estudios epidemiológicos (Wester, 1987) ponen de manifiesto que un alto número de individuos ingieren unos niveles de magnesio inferiores a los recomendados. Los valores obtenidos indican la existencia de altos porcentajes de la población con ingestas inferiores al 80 % de las recomendaciones dietéticas. Esta situación mantenida durante largos periodos de tiempo podría facilitar o ser la responsable de determinados síntomas que actualmente atribuimos a otras causas. Un ejemplo son las relaciones encontradas entre la fatiga crónica (Coox, et al., 1991), alteraciones del sueño, Alzheimer y depresión (Lemke, 1995, Widmer et al., 1995) y bajos niveles eritrocitarios de magnesio, síntomas que revierten tras el tratamiento con el mineral. Todo ello está relacionado con sus numerosas funciones bioquímicas y que se pueden resumir en: El magnesio tiene un papel estructural y regulador en el organismo. Es un ion activador de numerosos procesos enzimáticos y es esencial para el metabolismo. Su deficiencia va a estar relacionada con gran número de alteraciones cardiovasculares y disfunciones renales, gastrointestinales, neurológicas, musculares (Seelig, 1980) y otras alteraciones cuya relación, como ya hemos comentado, se han establecido recientemente. Resumiendo: el cuerpo humano adulto contiene aproximadamente 20 a 28 gramos de magnesio, con 60% en el esqueleto, 39% de tipo intracelular (20% en el músculo esquelético), y 1% extracelular. Este 1% extracelular es el que se utiliza para dosar magnesio en los análisis de laboratorio. Se puede ver, entonces, que no resulta una medida fiable de la cantidad total de magnesio del organismo. Hay otras pruebas en desarrollo, como estudiar magnesio en los glóbulos rojos (eritrocitos) y que resultarían más confiables. Entonces, es buena medicina guiarse por los síntomas, que nos darán una idea mucho más real acerca de si existe, o no, una deficiencia de magnesio.
La ingesta inadecuada de magnesio causa frecuentemente espasmos musculares y se ha asociado con enfermedad cardiovascular, diabetes, hipertensión, estados de ansiedad, migrañas, osteoporosis e infarto cerebral (Larsson, Virtanen et al. 2008). La deficiencia aguda es rara, aunque es más frecuente como un efecto colateral de los fármacos (tales como consumo crónico de alcohol o uso de diuréticos) que no derivado de una baja ingesta. El déficit de magnesio se ha vinculado a un mayor riesgo de numerosos estados patológicos, sobre todo en la población de edad avanzada, incluyendo hipertensión, accidente cerebrovascular, aterosclerosis, enfermedad isquémica del corazón, arritmias cardiacas, intolerancia a la glucosa, resistencia a la insulina, diabetes mellitus tipo 2, disfunción endotelial, remodelado vascular, alteraciones del metabolismo lipídico, agregación plaquetaria y trombosis, inflamación, estrés oxidativo, mortalidad cardiovascular, asma, fatiga crónica, depresión y otros trastornos neuro-psiquiátricos. La deficiencia de Mg y el envejecimiento se han asociado a una producción excesiva de radicales libres derivados del oxígeno y a la inflamación de bajo grado. La inflamación crónica y el estrés oxidativo también están presentes en varias enfermedades relacionadas con la edad, como muchas enfermedades vasculares y metabólicas, así como la fragilidad, la pérdida de músculo y la alteración de la respuesta inmune. Todos o casi todos tenemos señales de deficiencia de Magnesio pero no nos damos cuenta… Los síntomas incluyen:
Todo lo que pone tenso podría ser debido a una deficiencia de magnesio. Si no es posible relajarse o parar, ¡hay que pensar en el magnesio! Y de acuerdo con el Journal of the American College of Nutrition, también estas condiciones: "De manera similar, pacientes con diagnósticos de depresión, epilepsia, diabetes mellitus, temblores, Parkinson, arritmias, perturbaciones circulatorias (ataques fulminantes, afección cardiaca, arteriosclerosis), hipertensión, migraña cefalea en racimos, cólicos, desórdenes neurovegetativos, dolor abdominal, osteoporosis, asma, consecuencias del estrés, zumbidos, ataxia, confusión, pre-eclampsia y debilidad, también podrían ser consecuencias del síndrome de deficiencia de magnesio." Los exámenes sanguíneos no generan NINGUNA información sobre el magnesio… ¿por qué? Porque el cuerpo controla los niveles de magnesio en la sangre muy estrechamente. Se considera que existe déficit de magnesio cuando aparecen algunos de estos síntomas, especialmente cuando coinciden cinco o más de ellos:
Esta información abre la puerta para lo que viene a continuación.
Hay algunas repeticiones tolerables (y otras que no):
Y, como si esto fuera poco, miren lo que sigue (claramente, ya me estoy transformando en un vendedor ambulante de magnesio): Según investigaciones científicas realizadas sobre los efectos de este compuesto en el organismo, el cloruro de magnesio es la sal que más estimula al sistema inmunitario, por lo que resulta útil para prevenir gripes e infecciones. Además, el cloruro de magnesio posee entre otras, las siguientes aplicaciones: Previene los infartos, porque evita la calcificación arterial. Previene la artritis: el magnesio evita que el ácido úrico se deposite en las articulaciones. Previene la osteoporosis: debido a su acción fijadora del calcio. Normaliza la presión arterial: impide que el calcio se concentre en la sangre para que no endurezca las arterias, ayudando a prevenir la hipertensión. Regula la digestión. Equilibra el sistema nervioso: es un tranquilizante y relajante natural. Permite que el flujo de corriente por los nervios se pueda mantener correctamente. Es de gran ayuda para eliminar el estrés: su poder relajante y calmante sobre el sistema nervioso es de gran ayuda para combatir los efectos negativos del estrés. Recíprocamente, el estrés puede ser una causa de la deficiencia de magnesio y la falta de magnesio tiende a magnificar su impacto. Previene el cáncer. El magnesio cumple tres funciones celulares muy importantes relacionadas con el cáncer: ayuda en la correcta duplicación y reparación del ADN, favorece la reproducción celular y reduce la inflamación de los tejidos. Es muy bueno para el asma: ayuda al control y prevención del asma, reduciendo la inflamación de las vías respiratorias y relajando los músculos lisos de los pulmones para que puedan dilatarse mejor. Ayuda a minimizar los efectos del envejecimiento: es considerado un mineral esencial en la lucha contra el paso del tiempo, ya que posee gran potencial para estimular la síntesis de colágeno de la piel. Produce: blanqueamiento de la piel, protección de los rayos ultravioletas e incrementa la producción de colágeno. Es de gran ayuda en la prevención de ataques cerebrales (ACV): reduce la presión arterial y las concentraciones de glucosa y de lípidos en sangre. Provoca que varios factores de riesgo que influyen directamente en la predisposición a sufrir un accidente cerebral, disminuyan. Es muy eficaz previniendo alergias: ayuda a reducir los niveles de histamina en el organismo y de esta manera puede evitar las molestas alergias. Es excelente para evitar la pre-eclamsia: después de la vigésima semana de gestación, es común que se constate una elevación de la presión arterial en la madre. El magnesio actúa ayudando a que los procesos del parto, la evolución posparto y el crecimiento fetal se den de manera óptima. Tiene gran poder para aliviar las migrañas: ya que evita que los niveles de serotonina fluyan sin control y activen la liberación de otros compuestos químicos que producen dolor. Ayuda a mejorar la memoria: ya que cumple en el sistema nervioso la función primordial de actuar en la formación de neurotransmisores y neuro-moduladores. Lo que provoca un aumento de la memoria y mejoras en el aprendizaje. Es un excelente remedio natural para la diabetes: ayuda a controlar los niveles de glucosa presentes en la sangre mediante la regulación de la secreción de insulina del páncreas. Es uno de los mejores suplementos para la fibromialgia: la deficiencia de magnesio es una de las principales causas que provoca el desarrollo de esta enfermedad, afectando al sistema nervioso y muscular. Es una excelente manera de prevenir la calcificación: ayuda a que el calcio se fije en los huesos, las uñas y el pelo e impide que se disemine por diferentes partes del organismo originando calcificaciones. Es de gran ayuda para tratar el síndrome de colon irritable: la deficiencia de magnesio puede provocar el síndrome de intestino irritable y este a su vez ocasiona deficiencia de este mineral. No olvidar, porque si bien es un efecto comprobado del magnesio, no siempre se lo menciona: según investigaciones científicas realizadas sobre los efectos de este mineral en el organismo, el cloruro de magnesio es la sal que más fortalece al sistema inmunitario. Y hay un postre cardiovascular, también: La fundación Weston A. Price escribe, "el magnesio por sí solo puede cumplir con el rol de muchos medicamentos cardiacos comunes: el magnesio inhibe los coágulos sanguíneos (como también lo hace la aspirina), adelgaza la sangre, bloquea el consumo de calcio y relaja a los vasos sanguíneos (como variados hipotensores)". Así que ahora llega el momento de preguntarse:
Es lo habitual pero no nos damos cuenta de sus causas. Veamos, haciendo un pequeño repaso, como su déficit implica a la mayoría de los síntomas estándar:
Como puede verse son, con alguna excepción, síntomas comunes pero que pueden profundizarse originando enfermedades graves. Ahora bien, sabiendo que el magnesio está implicado en más de 350 reacciones bioquímicas y que, por lo tanto, todos los aparatos y sistemas tienen relación con este mineral, no nos sorprenderá que los síntomas de su deficiencia sean tan habituales y generalizados. Es importante, también, analizar el lugar de los minerales en los distintos escalones que conforman las relaciones entre estructura y función en todos los seres. El lugar de un mineral es de los más primitivos, parece un lugar más geológico que biológico. Pues, justamente, por estar en un escalón base de muchos otros evolutivamente posteriores tiene un lugar preponderante: su ausencia o déficit tiene que notarse muchísimo más que la ausencia de estructuras bioquímicas más sofisticadas y recientes, como hormonas y neurotransmisores, por ejemplo. Esta importancia mayor se debe a que participa de muchísimas más reacciones y áreas metabólicas que sustancias más específicas con un grado menor de participación en la economía orgánica global. Por eso: por ser más “primitivos” y sin posibilidad de patentamiento (¿quién podría patentar al oxígeno, al azufre o al magnesio?) es que la industria farmacéutica lo ha ignorado. Y por lo tanto, según la cadena de mandos de la medicina estándar, lo mismo han hecho los profesores y profesionales de la medicina. Como máximo, tendrán una conducta condescendiente y perdonavidas si algún paciente los interroga sobre este asunto. La reacción típica, acompañada por una gestualidad indiferente, será del tipo: “Bueno, tomálo, es inútil pero no te va a matar”. Ignorancia disfrazada de soberbia, como es habitual en estos casos. Hay cuadros donde los síntomas tendrán natural multicausalidad como es tan habitual en la vida y en el desarrollo de las enfermedades. Es más: es fácil suponer que parece imposible que la deficiencia de una molécula sencilla y de apariencia tan inocente y hasta simpática pueda causar tantos desarreglos. Pero esa visión se debe a nuestra neurótica y equivocada manera de mirar y especialmente juzgar a los fenómenos ligados a la salud y a la enfermedad. Lo hacemos desde prejuicios tan difíciles de erradicar como el antropocentrismo, a través del cual “vemos” en estilo miope a nuestra experiencia vital y a la de otros seres vivos. (Miramos mal y comparamos peor) Sin embargo, la realidad es la única verdad también aquí, en la medicina. Los minerales nos parecen de poca importancia, insignificantes piedritas incapaces de tamaña importancia. Pero la realidad demuestra todo lo contrario. Especialmente cuando se investiga con ánimo de encontrar verdades y no con el objetivo, disimulado o no, de vender productos envasados. Ustedes comprenderán fácilmente que si el magnesio es capaz de reemplazar a casi toda la medicación que se utiliza en cardiología, tal cual se refirió antes, entonces desaparecen la mayoría de los laboratorios. Y es un ejemplo, porque lo mismo puede plantearse respecto de la relación entre el magnesio y las otras especialidades médicas. ¿El magnesio es una panacea? Bueno, solo cuando se tiene un déficit muy importante y problemas claramente motivados por eso. Pero, más allá de esos casos, es muy difícil que no produzca una mejoría general del sistema. Además, no existen panaceas ni explicaciones simplistas, que también suelen confrontar contra otra frivolidad del tipo: “todo es emocional”. No existen remedios mágicos en medicina: las cosas nunca son tan simples ni se resuelven enteramente solo por tomar algo, aunque en muchos casos el nivel de mejoría sea importante. Si eso nos “asombrara” es porque no estamos dispuestos a reconocer nuestra ignorancia cuando ésta es la simple razón de negaciones, dudas o entusiasmos exagerados. Un elemento a considerar es que es imposible que haya aporte cero de magnesio en la nutrición: algo se consumirá, aún en el peor de los casos. Pero si la cantidad es menor que los requerimientos del sistema (en USA los investigadores suponen que el 85% de la población consume cerca de 250 miligramos por día y por lo tanto presentan una deficiencia importante del mineral), seguramente habrá problemas que se profundizarán con el tiempo porque a medida que aumenta la edad aumentan también los requerimientos de este mineral.
Aquí está la versión corta:
La versión larga es la más real y tiene relación con la primera “versión corta”: el gran problema es que la alimentación que consumimos es demasiado baja en magnesio. ¿Por qué, siempre fue así o esto es nuevo? No, no fue siempre así. Esta novedad tiene solo cerca de 100 años, desde que cambiaron los métodos de abonar la tierra. La mayoría de las tierras han perdido una cantidad enorme de nutrientes y, por esta razón, algunos expertos en magnesio, como la Dra. Dean, creen que prácticamente todas las personas necesitan tomar suplementos de este nutriente. Desafortunadamente, el magnesio es uno de los minerales más agotados en nuestro suelo. De hecho, un documento del Senado de los EE.UU. de 1936 declaró que las frutas y verduras que se plantaban en millones de acres de tierra ya no contenían suficientes cantidades de ciertos minerales haciendo, por lo tanto, que la población careciera de sus efectos nutritivos, sin importar lo mucho que comieran. (Se calcula que los alimentos de la actualidad aportan la mitad del valor nutricional que tenían hace cincuenta años). Por lo tanto, la mayoría de los alimentos cultivados hoy en día son deficientes en magnesio y otros minerales, así que obtener cantidades suficientes no solamente es cuestión de comer alimentos ricos en magnesio (aunque esto también es importante). "El magnesio ya está agotado del suelo, mucho más que el calcio... hace cien años, tal vez consumíamos 500 miligramos de magnesio en una alimentación normal. Ahora tenemos suerte si consumimos 200 miligramos." En “Las virtudes curativas del magnesio” del jesuita Ignacio Puig, se desarrolla el tema de la relación entre cultivos, abonos y magnesio: “El agricultor francés H. Vilain señala tres causas principales del desequilibrio mineral en el organismo humano:
Esta historia de desnutrición colectiva arranca, aproximadamente, en tiempos de la llamada Primera Guerra Mundial, pero la investigación posterior fue fructífera para entender algunas consecuencias de la falta de abono correcta. Como un ejemplo de estos cambios negativos es especialmente importante notar las diferencias entre el pan egipcio y el europeo:
Miren lo que opina sobre esta cuestión, y sobre la cantidad de magnesio necesaria por día la química Ana María Lajusticia, una gran propulsora de las ventajas de suplementar la alimentación con magnesio:
Hubiera sido “Lainjusticia” no citarla. Pero además vale la pena leerla (El Magnesio, clave para la salud / 2001) y especialmente verla y escucharla en algún video de los que grabó, porque ella misma a sus 94 años es una propaganda viviente de lo que pregona. Y tiene una lucidez y una gracia imperdibles: https://www.youtube.com/watch?v=cYpiVg9sVQo y https://www.youtube.com/watch?v=XMaRyl-HlAY De la misma manera, no vamos a ignorar a la Dra. Dean, que ha estudiado y escrito sobre el magnesio durante más de 15 años. La última edición de su libro, The Magnesium Miracle, salió en 2014. Allí pueden consultarse veintidós problemas médicos en las que la deficiencia de magnesio es causa o consecuencia: todas ellas han sido científicamente comprobadas.
¿Será que la riqueza produce cáncer y la vida se apiada de los pobres compensándolos con más salud? No sé, pero de paso nos vamos enterando cuándo ocurrió que la medicina comenzó a advertir las bondades del magnesio. Fue en la Primera Guerra Mundial (1914-1918), cuando algunos médicos franceses vieron que los heridos que estaban en balnearios de aguas ricas en magnesio se curaban antes, tenían menos infecciones y eran más optimistas. Empezaron a tenerlo en cuenta y a dar suplementos de magnesio a los enfermos con muy buenos resultados, por lo que comenzaron a recetar complementos de magnesio.
Las situaciones en donde se sufre mucho estrés y presión psicológica son propicias para que disminuya el magnesio en el organismo. Esto es como consecuencia de la liberación del mineral desde las células al torrente sanguíneo. Cuanto mayor es la ansiedad, la fatiga psíquica y los trastornos psicológicos, mayor es la pérdida. Algunas personas que tienen un índice de magnesio bajo durante bastante tiempo pueden desarrollar estados de apatía y mal humor. Los síntomas precoces de deficiencia de Magnesio incluyen fatiga, anorexia, irritabilidad, insomnio y temblores musculares. Pueden ocurrir cambios psicológicos como apatía, aprehensión, disminución de la capacidad de aprendizaje, confusión y mala memoria. Es que el magnesio tiende a equilibrar al sistema nervioso: es un tranquilizante y relajante natural. Permite que el flujo de corriente por los nervios se pueda mantener correctamente. Es de gran ayuda para eliminar el estrés: su poder relajante y calmante sobre el sistema nervioso combate los efectos negativos del estrés. El estrés puede ser una causa de la deficiencia de magnesio y la falta de magnesio tiende a magnificar la reacción ante el estrés. Ayuda a mejorar la memoria: ya que cumple en el sistema nervioso la función primordial de actuar en la formación de neurotransmisores y neuromoduladores. Lo que provoca un aumento de la memoria y mejoras en el aprendizaje. Cuando se trata de autismo y de otros trastornos neurológicos en los niños, es importante conocer los síntomas que denotan la presencia de niveles bajos de magnesio:
Algunos estudios de
los años cercanos a 1920 relacionan los niveles de magnesio con los cuidados
psiquiátricos y se describieron múltiples beneficios en los pacientes que
recibieron estos suplementos. Más estudios durante estos cincuenta años, han
asociado los niveles de magnesio con los cambios de humor, hábitos alimenticios,
equilibrio emocional, estrés y mejora de la calidad del sueño. Es por ello que
estos suplementos están integrados en los tratamientos psiquiátricos. Como resumen podríamos decir que los niveles bajos de magnesio pueden reducir los niveles de serotonina, originando o acentuando los síntomas depresivos.
La salud mental es uno de
los principales problemas del estrés diario. A nivel molecular, el estrés
provoca cambios en los neurotransmisores y en las hormonas.
Ha nacido una nueva estrella para explicar la razón por la cuál las arterias comienzan a funcionar fuera de rango. Se estrechan, se contraen y finalmente pierden elasticidad y se endurecen (esclerosis), lo cual parece ser la verdadera causa de casi todo los problemas cardiovasculares: ésta causa se llama disfunción endotelial. Y es un criterio para entender y englobar diversas disfunciones: la coronaria, la periférica, la circulatoria cerebral, la vascular retiniana y la genital-sexual. El endotelio es la capa de las arterias en contacto con la sangre, algo así como la mucosa de las arterias y no tiene un rol pasivo, como antes se creía. Funciona como un gigantesco órgano endocrino que segrega distintas sustancias. Algunas producen vaso-constricción y otras vaso-dilatación. Según sea el predominio de unas u otras se escribe el futuro del sistema arterial. Pues bien, dentro de las que dilatan las arterias (y por lo tanto las mantienen sanas evitando su rigidez) la sustancia predominante y decisiva es el óxido nítrico. Y hay evidencias de que el magnesio es crucial para mantener una tasa alta de óxido nítrico operativo y eficiente. Los resultados recientes de estudios epidemiológicos apoyan que el consumo de magnesio se asoció inversamente con la concentración de Proteína C-reactiva, un marcador importante de la inflamación fuertemente asociado con el riesgo de enfermedad cardiovascular. (King, 2009). Un estudio con 4.500 personas mostró que cuanto mayor el consumo de magnesio menores los niveles de inflamación, estudiando los marcadores de inflamación: PCR, interleucina-6 (IL-6) y fibrinógeno (Dae Jung Kim, 2010). El bajo nivel de magnesio se ha asociado con numerosas condiciones caracterizadas por tener un componente de estrés crónico inflamatorio. Este mineral es esencial para la correcta función del corazón y de los vasos sanguíneos. A través de su papel en la producción de ATP y su presencia como activador de la membrana sodio-potasio ATPasa, la enzima que opera la bomba sodio-potasio, el magnesio colabora en el mantenimiento de la concentración intracelular normal del potasio y del equilibrio iónico celular. La deficiencia de magnesio puede predisponer a anormalidades en el potencial de la membrana miocárdica que contribuye a la inestabilidad eléctrica y a las arritmias cardíacas. La deficiencia de este mineral, al afectar adversamente a la bomba de sodio-potasio, incapacita a las células miocárdicas para mantener las concentraciones intracelulares normales de potasio, incrementando así los iones intracelulares de sodio e hidrógeno. El magnesio desempeña un papel importante en el mantenimiento de los niveles normales de la presión sanguínea. Los efectos terapéuticos de este mineral en los síndromes hipertensivos del embarazo, la pre-eclampsia y la eclampsia fueron reconocidos por primera vez durante el siglo XIX: incluso en nuestros días el magnesio es recomendado en tales condiciones. Existe una rígida asociación inversa entre la concentración de magnesio libre en los glóbulos rojos y la elevación de la presión sanguínea. La hipertensión está uniformemente caracterizada por una disminución de los niveles de magnesio libre intracelular. El músculo cardíaco es muy rico en contenido de magnesio. La deficiencia de magnesio puede también tener un papel en el incremento de las concentraciones del colesterol en sangre y en la génesis de la aterosclerosis. La deficiencia de magnesio parece desempeñar un papel en el origen del vaso-espasmo coronario porque la disminución de la concentración de magnesio extracelular incrementa la tensión basal en las arterias coronarias. Las arritmias cardíacas, que son cualesquiera desviaciones del ritmo normal del corazón, representan el mayor potencial de riesgo de mortalidad cardiovascular asociada con la deficiencia de magnesio. En pacientes fallecidos súbitamente de cardiopatías isquémicas, se hallaron en el músculo cardíaco concentraciones reducidas, tanto de magnesio como de potasio. (Por ejemplo: en la muerte súbita de algunos deportistas de alta competencia). La insuficiencia cardíaca congestiva, que es la más arritmogénica entre todas las enfermedades, es responsable de muchas muertes súbitas inesperadas, no consecuentes a un fallo circulatorio progresivo sino sorpresivamente y después de un infarto del miocardio, incluso al cabo de 12 meses. Se ha atribuido esta incidencia a las arritmias causadas por desequilibrios minerales, entre los cuales la falta de magnesio no es precisamente la menos significativa. Todo afectado por hipertensión, insuficiencia cardíaca congestiva refractaria y arritmias cardíacas (particularmente quienes se hallan sometidos a terapia con diuréticos) deben considerarse con probabilidades de beneficiarse de una sustitución o suplementación con magnesio. Es preferible restaurar los niveles normales de magnesio en el organismo antes que instituir medicamentos anti-arrítmicos. Y de vuelta, una cita que vale la pena recordar: La Fundación Weston A. Price escribe: “El Magnesio por sí solo puede cumplir el papel de muchos medicamentos cardíacos comunes. El magnesio inhibe la formación de coágulos sanguíneos (como la aspirina), adelgaza la sangre (como el Coumadin), la captación de bloques de calcio (como los medicamentos bloqueadores del canal de calcio cómo Procardia) y relaja los vasos sanguíneos (así hacen los inhibidores de la ECA como el Vasotec)”. (Pelton, 2001). (Los nombres comerciales de los medicamentos cambian según el país).
Desafortunadamente, no hay un análisis de laboratorio que dé una lectura exacta del estado del magnesio. La razón de esto es que solo el 1 % del magnesio del cuerpo se encuentra en la sangre; entre el 50 y el 60 % reside en los huesos y el resto, en los órganos. Ya que la mayor parte del magnesio se encuentra dentro de las células y huesos, en vez de en el plasma sanguíneo, no hay ningún análisis de sangre que pueda evaluarlo de forma satisfactoria. No obstante, algunos laboratorios especializados realizan un análisis de magnesio en los glóbulos rojos que es bastante exacto. La mayoría del magnesio se almacena en los huesos y los órganos, donde se utiliza para muchas funciones biológicas. Sin embargo es muy posible tener deficiencia y no saberlo, por lo que la falta de magnesio se ha denominado como la "deficiencia invisible". Según algunas estimaciones, hasta el 85 por ciento de las personas en Estados Unidos no están recibiendo suficiente magnesio y pueden ser deficientes. Otra investigación muestra que sólo un 25 por ciento de los adultos en Estados Unidos están recibiendo la cantidad diaria recomendada de 310 a 320 miligramos (mg) en mujeres y 400 a 420 para los hombres. Más preocupante aún es saber que incluso consumir esa cantidad no es suficiente para evitar la insuficiencia, según la Dra. Carolyn Dean. El inicio, la evolución y los síntomas de las patologías crónicas, dependen de la expresión genética y del sistema antioxidante-antiinflamatorio del organismo, que a su vez dependen de los nutrientes básicos y sus formas activas. El magnesio es un mineral esencial para la química básica de los ácidos nucleicos. Cerca de 350 enzimas requieren la presencia de los iones magnesio por su acción catalítica, incluyendo todas las enzimas que utilizan o sintetizan ATP, o aquellas que utilizan nucleótidos para sintetizar ADN y ARN. Los exámenes sanguíneos no generan NINGUNA información sobre el magnesio… ¿por qué? Porque el cuerpo controla los niveles de magnesio en la sangre muy estrechamente. Así que para prevenir esto, el cuerpo “robará” el magnesio de sus células, tejidos y huesos para mantener los niveles constantes en sangre. Si se hace un examen sanguíneo de magnesio, las células podrían estar completamente vacías mientras sus niveles en la sangre se mantienen constantes. Lo que es peor es que el magnesio casi no está en la sangre. El 99% del magnesio en el cuerpo está almacenado en las células, mientras un simple 1% del magnesio total de su cuerpo está en la sangre. Estos exámenes son una completa pérdida de tiempo y nadie parece estar advirtiendo a los médicos sobre esta realidad. De manera que lo más sensato es atender a los síntomas ya que el dosaje de magnesio en sangre es un dato inútil. La deficiencia de magnesio puede contribuir a la patología de muchos desarreglos cardiovasculares entre los que se cuentan la hipertensión, las cardiopatías isquémicas, las arritmias cardíacas y el riesgo de muerte súbita. La documentación médica sugiere un suplemento oral diario de magnesio de orden de 300-400 mg, y en algunos casos de hasta 600 mg, como suficiente para mantener en la sangre y los tejidos los niveles adecuados de este mineral en quienes padecen de estos problemas. O incluso más, como ahora veremos. Es mejor y más fácil evitar las deficiencias de magnesio que tratar sus consecuencias. Ya hemos visto cuáles son los síntomas de la deficiencia de magnesio (¡casi todos!) de manera que lo más inteligente es empezar a tomarlo. La cantidad no es el problema, sino la dosis necesaria, porque el exceso se excreta y la única condición en la que no conviene tomarlo es en la insuficiencia renal. De manera que la pregunta importante es: ¿cuánto magnesio necesito? Morley Robbins propone una formulación fácil y eficiente para casi todos los casos: opina que la cantidad diaria recomendada de magnesio (400 mg) es demasiado baja. Según su aceptable criterio, la dosis ideal para la mayoría de las personas sería algo más de 10 veces su peso en miligramos al día (por ejemplo: pesando 90 kilos, se necesitarían 1000 mg de magnesio al día).
(Artículo escrito por el Padre J. Chorr, profesor de Física, Química y Biología del Colegio Catarinense, Brasil) Les cuento mi caso: “Estando casi paralítico, diez años antes de comenzar el tratamiento (contaba con 61 años de edad), sentía punzadas agudas en la región lumbar (en la columna vertebral). Los médicos afirmaban que mi mal era incurable; al levantarme de la cama, cada mañana sentía un fuerte dolor en la columna. Los médicos decían que era causado por el nervio ciático que presionaba la tercera vértebra; este dolor se hacía sentir también cuando estaba parado, razón por la cual tuve que trabajar la mayor parte del tiempo sentado. Hubo un año en que todo lo hacía sentado, menos la misa; todo era un tormento y tenía que suspender mis viajes a causa del dolor. Después de algún tiempo, casi medio año, esperaba encontrar mejoría. Durante un verano muy seco, empeoré más. Comencé entonces inclusive a decir misa sentado. Entonces volví a la ciudad de Florianópolis, en Brasil, buscando un especialista que me atendiera tomando nuevas radiografías. Ahora ya no era una sola vértebra, sino que eran varias las vértebras descalcificadas. Nada era posible hacer; las diez aplicaciones de ondas cortas en la columna no detuvieron el dolor. El dolor era tan intenso que ni siquiera podía dormir acostado, permaneciendo sentado en la cama hasta casi caer de sueño. Así descubrí que podía dormir enrollado en la cama en posición fetal, solo esto daba resultado. Entonces, desengañado por los doctores, apelé a Dios: “¿Estás viendo a tu criatura? No te cuesta nada darme una solución”. Casualmente fui a un encuentro jesuítico en Porto Alegre, Brasil y el padre Juárez me contó que era fácil la cura de mi problema: con cloruro de magnesio. Me mostró lo escrito en un libro del padre Puig, jesuita español, que había descubierto curando a su madre, que en esa época se encontraba en estado avanzado de descalcificación. Y en broma me dijo: “Tomándote esta sal (cloruro de magnesio) sólo vas a morir si te das un tiro en la cabeza o por algún otro accidente”. Comencé a tomar una dosis por la mañana y otra por la noche; así mismo continué durmiendo enrollado en la cama. Como a los 20 días desperté estirado en la cama sin sentir ningún dolor, pero sí sentía dolor al caminar. Pasaron 40 días, cuando finalmente me levanté todo extrañado: “¿Será que estoy soñando?” Ya no sentía nada de dolor y hasta conseguí dar un paseo por la ciudad, recordando los 10 años pasados cargando con aquel tremendo dolor. Después de otros 10 días, caminé el día entero sintiendo un pequeño malestar; a los 60 días de estar tomando la misma dosis, la pierna dolorida estaba igual, o mejor, que la otra. A los 3 meses sentí mayor flexibilidad y a los 10 meses conseguía doblarme como un deportista. El magnesio arranca el calcio calcificado en los lugares indebidos y los coloca sólidamente en los huesos y más aún, consigue normalizar la corriente sanguínea, estabilizando la presión. El sistema nervioso queda totalmente calmo, sintiendo mayor lucidez. Las frecuentes punzadas en el hígado desaparecieron; la próstata que habían dicho los médicos debería ser operada en la primera oportunidad, ya no me incomodaba. Pero el efecto más importante fue en el estado de ánimo, al punto que muchas personas me preguntaban: “¿Qué está pasando contigo, estás más joven?” Y yo contestaba: “Es verdad, me retornó la alegría de vivir”. Por eso me siento obligado a repartir esta solución que me vino de Dios. Centenares de personas se han curado de estos males: columna, artritis, nervios, etc. Así que manda copias de este artículo a otras personas que lo puedan necesitar.”
Si todo fuera como era hasta hace cien años, bastaría una buena alimentación para estar rebosante de magnesio, pero las cosas no son cómo deberían ser. En esto tampoco. Las fuentes nutricionales de magnesio son el cacao, las semillas y frutas secas, el germen de trigo, la levadura de cerveza, los cereales integrales, las legumbres y las verduras de hoja. También se encuentra, pero en menor cantidad, en carnes, lácteos y frutas. ¿Cuáles son los alimentos que poseen mayor cantidad de magnesio?
La necesidad diaria de este mineral, podría cubrirse consumiendo alguna de las siguientes comidas (si estos alimentos tuvieran la cantidad necesaria de magnesio, cosa que no ocurre en la vida real):
Suplementemos, entonces, porque no podemos vivir bien sin una buena cantidad de este mineral y los alimentos no son la solución. Aunque sea bueno consumirlos para disminuir la cantidad de suplemento. Pero debemos saber que, en el mejor de los casos, estos alimentos aportarán entre 200 y 300 miligramos, no más. ¿Cuál es el mejor suplemento de magnesio? El que más éxito y aceptación ha tenido es el cloruro de magnesio. Se debe a que es fácil de asimilar por el cuerpo, lo cual permite rápidamente acceder al nivel normal de magnesio en el cuerpo. Pero no es la única razón: otra, y muy importante, es que es el método más barato, al alcance de cualquiera. El cloruro de magnesio cristalizado se vende a bajo costo en envases de 33 gramos, una presentación apta para prepararlo diluido en un litro de agua (para vía oral) o más concentrado como “aceite de magnesio” (aplicable como spray sobre la piel). De hecho, en el libro clásico sobre el tema (Las virtudes curativas del magnesio) solo se desarrolla esta opción terapéutica. Al menos así fue que se empezó a divulgar y demostró que funcionaba. La contra es que el sabor es un poco desagradable, aunque se puede combinar. Por ejemplo: con jugo de naranja natural, cuyo aporte de vitamina C se lleva bien con el magnesio. Y también es una metodología que aumenta la posibilidad de tener diarreas. Y ése es un límite que hay que explorar personalmente, en cuánto a la presentación y cantidad elegida. Lo más probable es un proceso de adaptación en el cual uno se va acercando a su necesidad agregando magnesio paulatinamente, para acostumbrar al aparato digestivo. Algunos conocedores proponen ir aumentando de a 100 miligramos hasta llegar a la cantidad diaria necesaria (peso personal x 10 da la cantidad de miligramos y sumando “un poco más”, que podrían ser 100 miligramos). O sea, y como ejemplo: si uno pesa 70 kilos, la dosis correcta sería de 800 miligramos por día. Luego aparecieron muchos productos en forma de comprimidos (la mayoría) que contienen magnesio solo o combinado con lo que quieran: también es buena idea y el costo no es excesivo. Cuando se toman estos suplementos cabe la posibilidad de notar ligeras molestias gastrointestinales y ciertos movimientos de estómago. Esto es como consecuencia de las propiedades laxantes del magnesio. La mejor forma de evitar que aparezcan estos efectos secundarios es ingerirlo junto con las comidas.
El cloruro de magnesio puede ser utilizado para hacer aceite de magnesio, que habitualmente se absorbe fácilmente a través de la piel cuando se rocía o se frota sobre el cuerpo. Aumenta la biodisponibilidad de magnesio en el cuerpo y es la solución ideal para aquellas personas que sufren de diarrea cuando tratan de tomar el suficiente magnesio oral para satisfacer sus requerimientos. Algunos investigadores han encontrado que el uso de aceite de magnesio en una concentración de cloruro de magnesio del 25% restaura una deficiencia de magnesio en cuestión de semanas que de otro modo requeriría meses o un año para restaurar con la suplementación oral. Utilizando 6 rociadas de aceite de magnesio para cada pierna y brazo, está aplicando cerca de 400 mg de magnesio (una solución de cloruro de magnesio 25-35% emite de 13 a 18 mg por rocío). Rociando debajo de los brazos también funcionará como un desodorante muy eficaz. Si se produce algún enrojecimiento o picazón, se puede utilizar un aceite de magnesio más diluido. En realidad no es un aceite, pero produce esa sensación cuando está sobre la piel. Es sumamente útil como desodorante en las axilas y tiene una indicación odontológica muy precisa: una rociada en los dientes luego de higienizarlos actúa mejorando las encías y la estructura ósea dental. Como hacerlo en casa
(Las cantidades pueden
duplicarse o triplicarse sin problema para aumentar el tiempo de uso) Ingredientes:
1) Media taza de copos de
cloruro de magnesio cristalizado (200 gramos) Instrucciones:
a) Colocar el cloruro de
magnesio en la taza.
PRECAUCIONES Es normal que al usar el magnesio pueda enrojecerse la piel. O haya ardor, picor o incluso escueza si se aplica sobe una herida. Se puede usar doble cantidad de agua que de magnesio para que haya menos molestia. Es importante saber que, para que el magnesio se absorba correctamente, tiene que estar sobre la piel por lo menos entre 20 y 30 minutos. Luego es factible ducharse para quitarse el exceso de sal, pero no antes. Si la metodología para confeccionarlo no quedara clara, hay videos en internet que muestran el procedimiento. Tipos y formatos de magnesio
No obstante, independientemente del tipo de magnesio ingerido, una vez que entra en el estómago se convierte en cloruro de magnesio y da como resultado iones de Mg++. Esta es la forma que puede aprovechar el organismo. Generalmente el cloruro, carbonato y lactato suelen ser más baratos y por ello los más utilizados como suplementos. Preparación para vía oral El cloruro de magnesio se consigue muy fácilmente en farmacias y en muchas de ellas se vende en la dosis justa que es de 33 gramos. Necesitamos entonces:
Hervir el agua, preferentemente filtrada y dejarla enfriar. Introducir la dosis de cloruro de magnesio en la botella de vidrio y agregarle el agua ya fría. Agitar con algún objeto de madera hasta que se disuelva (lo hace fácilmente). No es necesario conservar en la heladera. Dosis recomendada Una tacita de café, por la mañana en ayunas y se puede agregar otra por la tarde (según edad y/o necesidad). Si resulta demasiado amargo, se le puede agregar jugo de naranja. O reemplazarlo por comprimidos si existiera evidente rechazo por la preparación líquida del cloruro cristalizado. Para potenciar el efecto puede acompañarse con vitamina C o B6, que facilitarán su absorción. Se sugiere comenzar a tomarlo a partir de los 30 años de edad, aunque puede hacerse antes.
La cuestión del magnesio es un buen ejemplo de cómo se ha comportado esta civilización que habitamos (y especialmente nos habita) respecto de los problemas realmente importantes: los que tienen que ver con la supervivencia. La ignorancia y la codicia se dan la mano para escribir el guion de los últimos siglos, y las consecuencias están a la vista. No hubo reflexión acerca de las consecuencias que podían acarrear los cambios en el abono de la tierra de cultivo. Como nunca la hubo ni la hay ni la habrá cuando se trata de los efectos sobre la salud humana que pueden tener la incorporación de cualquier cosa vendible masivamente como anticonceptivos, celulares o lo que sea que pueda producir ganancias. Y si es que a alguien se le hubiera ocurrido hacerlos, sus comentarios se habrían desestimado fácilmente: “Así es más barato producir mucho, vender muchísimo y ganar un montón”. Y listo, no hay nada eficaz contra esa observación: el mundo se mueve en otra dirección, chico. Abandona esas tonterías románticas. Pero a esto se suma la grave perturbación que sufrió la medicina más-o-menos para esa misma época: primeras décadas del siglo XX. Es cuando Rockefeller y Carnegie, gracias a su poder económico y político, toman el control de la medicina y la orientan en la dirección que todavía mantiene, como un barco que ha virado en muchos grados y apunta a objetivos distintos de los que tenía en su origen. Ahora la medicina y el poder serán una sola cosa, la institución médica admitirá una sola clase de metodología (lo que ellos consideran “ciencia”) y se combatirán todas las diferentes y ricas maneras de considerar la salud, la enfermedad y proponer terapéuticas, declarándolas herejías si no se ajustan al rígido modelo instituido. Predominará el médico-mecánico contra el médico-jardinero, haciendo que toda la medicina se oriente a favorecer el desarrollo y la riqueza de los laboratorios, que ya no ocultan su verdadero y excluyente objetivo: el lucro y no la salud. Esto parece “lógico”, en el sentido de que el único objetivo de cualquier empresa dentro del sistema patriarcal en su modalidad capitalista es, simplemente, hacer dinero, y cuánto más mejor. Lo monstruoso es que ésas mismas concepciones hayan invadido la vida académica de la medicina, colonizando y destruyendo a los cuadros profesionales que enseñan a los nuevos que van llegando, primero a estudiar y luego a ejercer la profesión. De manera que no es tan difícil de comprender que la investigación sobre el magnesio haya quedado para químicos y algunos pocos científicos vocacionales y marginales al sistema. Ahora bien: ¿qué puede ocurrir cuando se demuestra que un solo y humilde mineral puede reemplazar a más de la mitad de la farmacopea estándar? ¿Qué descrédito puede esperar el noble trabajo del magnesio si tiene que enfrentarse a enemigos tan poderosos? ¿Es descabellado suponer que hasta pueden impedir la venta del sencillo cristalizado de cloruro de magnesio? Nada es imposible, ni ahora ni nunca. Tienen, además, potentes metodologías para convencer, para engañar, para lograr que una mentira pase como verdad absoluta. Y no van a dejar de utilizar esas armas si la situación dejara de favorecerlos. Por ahora no tienen enemigos de consideración. Cuentan con los médicos, que sonreirán despectivamente si alguien los consultara preguntándoles: “¿Y el magnesio, doctor?”. En el mejor de los casos dirán: “Haga como le parezca” y darán a entender que no va a matarlos, pero que no sirve para nada. Como estudian con la propaganda de los visitadores médicos, no tendrán nada más por decir, pero simularán que ayer mismo, a la noche, “se quemaron las pestañas” estudiando el asunto porque hay mucha gente que pregunta. No se puede esperar nada más de la medicina actual, manejada por una verdadera mafia académico-industrial. No es cierto que exista la “medicina alternativa”. Los que alternan son los pacientes: un poco acá, un poco allá. Y tienen todo el derecho del mundo para hacerlo, porque está en juego su salud, su vida. Está bueno investigar con el magnesio, hacer un experimento personal. Y tener claro que para tener efecto concreto y palpable es necesario un tiempo, variable para cada persona y necesidad. Podrán notarse algunos resultados en un mes, otros en tres meses y más allá: a los seis meses o un año. Pero funciona, porque lo aprendió de la vida en todos sus escalones. Es importante tener una reserva de magnesio, que habitualmente requiere un tiempo de administración y suele depositarse en el periostio de los huesos. Y no olvidar que no se trata de un medicamento, sino de un suplemento nutricional que cotidianamente deberíamos incorporar con la alimentación, si este sistema de lucro y destrucción no hubiera arrasado con la tierra y la vida que surge desde dentro de ella. Después de todo por algo su nombre significa Piedra Brillante. Y no es por casualidad.
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