Nunca me pasó que algún amigo de entre cuarenta y
cincuenta años me dijera: “Tengo turno con el
andrólogo, es por la cuestión de la andropausia, ¿sabés?”.
Parece que no es “natural” como sí lo son las
consultas ginecológicas de las mujeres de la misma
edad, cuando se aproxima la menopausia o ya se está
en medio de ese proceso, que parece tan natural
simplemente porque lo es. Verán que es muy fácil
encontrar el término “menopausia” en cualquier
diccionario, pero no tendrán el mismo éxito si
buscan “andropausia”. Que aunque no sea lo mismo, se
considera su equivalente masculino.
En realidad la cosa viene complicada en cuanto a la
información, si de sexualidad masculina se trata.
Los varones no tenemos habilitados canales fáciles y
eficientes de información que no sean casi secretos
y hasta clandestinos. Muchos de nosotros hemos oído
consejos paternos equivalentes al cuidado que hay
que tener para no pescarse una blenorragia o
embarazar a “alguien”: parece que las dos cosas son
un “problema”. O sea: se supone que un varón “sabe
todo lo que tiene que saber” a partir de la
pubertad. Y nunca nadie, en toda su vida, le va a
preguntar cómo le va en su vida sexual o algunos
otros aspectos de su salud que podrían tener
relación. También se supone que cualquier varón es
impecable en su desempeño sexual. Es obvio que esto
no es cierto, pero la red de ocultamiento que existe
sobre esta trascendente función desde sus orígenes
(la pubertad, por ejemplo) impide un tratamiento
franco y abierto de los problemas que podrían
presentarse a lo largo del tiempo. Que sin ninguna
duda, se presentan. Es evidente que el secretismo no
sirve para nada y puede arruinar gran parte de la
vida de muchos hombres que sufren las consecuencias
de variadas maneras de disfunción sexual. O no la
tienen pero a medida que la vida pasa y los años
aumentan, no tienen buena información sobre los
cambios que pueden ocurrir. Y, mucho menos, qué
puede hacerse para minimizarlos y extender los años
de buena condición física y emocional. No con la
tonta e imposible idea de “rejuvenecer”, pero sí con
la posibilidad de trabajar sobre la energía y
retrasar el impacto global del envejecimiento.
Es notable como nos cuesta a los varones hablar de
cuestiones ligadas al sexo con apertura y
espontaneidad. En este plano las mujeres tienen
mucha facilidad, incluso desde la niñez. Las etapas
en la vida de una mujer se abordan con claridad y
frontalidad desde que son muy chicas y observan la
vida con ojos que incluyen la sexualidad y la
maternidad. En nosotros, en cambio, son territorios
ignorados en los que impera el silencio. O porque se
supone que “sabés todo” (y no sabés nada) o porque
preguntar es invadir o dudar de la “hombría” de
alguien. Tonterías que demuestran una gran
ignorancia, nada más.
O sea que no tenemos con quién hablar de estas
cuestiones antes, mucho antes de que la próstata nos
empuje al urólogo. Ni siquiera puede contarse, entre
los médicos, con una buena formación en estos temas.
Y no solo porque no hay el equivalente a ginecólogo
o ginecóloga, sino porque en la medicina actual
super-especializada, no hay lugar para consultas que
tengan que ver con el conocimiento de las etapas de
la vida y sus características orgánicas y
funcionales. Un médico común no sabría que decirte
acerca de todo esto, ni tendría a quien derivarte
para que te asesore.
Es obvio que los urólogos no deberían ocuparse de
estos asuntos, que se transforman en problemas
cuando algo no anda bien. Lo hacen por descarte. Un
señor los consulta por problemas con el aparato
urinario (que pueden empezar a los 40, 50 o 60 años)
y de allí saltamos rápidamente a los problemas de
erección, que muchas veces son paralelos a los
urinarios. Claro, ahora existen los sexólogos,
dirán. Es verdad, y está muy bien consultarlos, pero
no hay que reducir el campo del problema a la
disfunción sexual. La cuestión es mucho más vasta,
hace a todo el sistema vivo, a su funcionalidad, que
se va deteriorando a medida que pasa el tiempo y que
no hacemos nada por mejorar. No alcanza con decir
“son los años” para explicar las diferencias entre
“antes y ahora”. Es importante saber que el proceso
general de envejecimiento está íntimamente ligado a
la aparición de problemas en la vida sexual. No van
por carriles separados, es un único y general
proceso que modifica, simultáneamente, a variados
aspectos de nuestra condición física y emocional.
Podríamos decir, para empezar con buen pie, que el
envejecimiento es un proceso que incluye al declinar
sexual. Y que, muchas veces, éste es protagónico.
Por todo esto, es sumamente importante enterarse en
qué consiste este proceso antes de entregarse
mansamente al urólogo, que puede ayudar en algunos
problemas…urinarios, pero no en todo el proceso, que
es más vasto y lo excede en cuanto a conocimiento y
formación.
Pero ¿qué pasa con nosotros los varones, a “esa
edad”? ¿No sucede nada o, simplemente, se ignoran
los cambios, se los oculta? Un poco de cada cosa,
tanto por roles estereotipados como por ignorancia,
incluida la de la medicina, que poco hace para poner
las cosas en su justo lugar. O sea: la cuestión
merece preocupación, pero nos hacemos los
distraídos.
Sí, sí: abruma la tendencia a ignorar los cambios y
hacerse el distraído aunque uno sepa perfectamente
que está pasando algo importante y que hay que
prestarle atención. Pero entonces aparece una
importante dificultad: ¿con quién consultar,
adónde ir? Si ya existe alguna dificultad
urinaria, seguro que se conversará con el urólogo.
Pero entonces uno tomará conciencia de los límites
de esa especialidad. En parte es un problema de
todos los médicos, que antes tenían una formación
cultural más vasta y más profunda que los médicos de
hoy, instruidos exclusivamente como técnicos, lejos
de la buena combinación de ciencia y arte que
caracterizaba a la medicina.
El término climaterio se aplica, en ambos
sexos, vinculado a la etapa de cambios hormonales:
tanto la menopausia como la andropausia encuadran en
él. Es muy interesante el origen y significado de
esta palabra:
“En griego klimaktḗr κλιμακτήρ
significa ‘barrote
de una escalera de
mano’ porque está
formado por klîmax κλῖμαξ
‘escalera de mano’
+ -tēr‘instrumento’,
aquí en el sentido
de 'elemento
instrumental',
'componente'. Como
se ve estamos
todavía muy lejos
del valor actual.
Para llegar a él
tenemos que cambiar
de registro y hablar
de astrología. Como
es bien sabido en
ese contexto, el
número siete es muy
significativo.
Imaginemos ahora que
la vida es una
escala de mano que
uno va subiendo y
que cada escalón son
siete años. El
resultado es que los
años múltiplos de
siete tienen un
significado
especial. Sobre todo
los que se
corresponden con la
madurez, es decir
cuando uno cumple
35, 42, 49, 56, 63
años. Son años
“climactéricos” en
terminología
astrológica griega,
son años críticos de
la existencia.”
(http://dicciomed.eusal.es/palabra/climaterio)
Y andropausia no es un término que se acepte con
facilidad, porque su significado es equívoco al
trasladárselo sin matices de un género al otro:
“El término, no totalmente aceptado, de
"Andropausia", tiene su origen en las
etimologías griegas Andros-Andrei =
Varón y Pausis Pausei = Suspender o
detener; literalmente significa "cuando
la masculinidad se detiene o suspende".
Este vocablo, que fue acuñado en 1944
por los doctores Heller y Myer, puede
compararse con el término menopausia, el
cual también combina dos raíces griegas:
Menses = periodo y Pausis = suspender o
detener, el cual alude a la cesación de
los periodos menstruales en la mujer. En
el caso de los varones, la mayoría de
los médicos no tienen definido el
complejo sindromático equivalente al que
ya se ha establecido para la menopausia
en la mujer.” La falta de acuerdo sobre
la andropausia ha dado lugar a
controversias, aunque existen
manifestaciones clínicas que por
diversas razones se observan en personas
del sexo masculino después de la quinta
década de vida, las cuales hemos
dividido, en concordancia con los
objetivos de este artículo, en cinco
áreas: a) psicológica, b) física, c)
sexual, d) factores externos (entorno) y
e) hormonal. |
http://www.imbiomed.com.mx/1/1/articulos.php?method=showDetail&id_articulo=22805&id_seccion=1494&id_ejemplar=2353&id_revista=104
Hay que reconocer que el término mismo de
Andropausia es una equivocación. Desarrollado a
partir del modelo de menopausia, se trata de una
creación un tanto desafortunada: mientras que en las
mujeres cesa la menstruación (exactamente eso
significa “Menopausia”) en los hombres no
desaparecen los caracteres masculinos. No es la
única equivocación o inexactitud: apenas una más.
Pero aceptémosla para seguir adelante.
Más allá de las diferencias de género, es obvio que,
con el correr del tiempo, aparecen algunas
alteraciones funcionales en cualquier humano, por
sano que sea. Son cambios, claro, pero implican que
algunas características de la madurez tienden a
decaer, a disminuir su eficiencia. Y ocurre,
simultáneamente, en variados órganos y sistemas
funcionales. Verán que la lista correspondiente a la
andropausia es bastante generosa:
Ausencia de erecciones espontáneas.
Aumento de la grasa corporal.
Ansiedad.
Cansancio.
Disminución de la masa muscular.
Disminución de los vellos del cuerpo.
Disminución del deseo sexual.
Dificultad de concentración.
Falta de apetito.
Depresión.
Irritabilidad.
Sudores.
Palpitaciones.
También, existen estudios que demuestran que la
andropausia puede acarrear otros problemas de salud,
como: enfermedades cardiacas y osteoporosis.
Tanto a nivel femenino como masculino esta etapa se
caracteriza por una caída en los niveles de
determinadas hormonas. En las mujeres son los
estrógenos los que descienden de forma progresiva,
mientras que en los hombres ocurre lo mismo con la
testosterona,
que disminuye progresivamente. Paradoja lingüística:
estrógenos es LOS, testosterona es LA.
Habitualmente en el hombre esta caída hormonal se
realiza de una forma muy gradual, lentamente, y este
fenómeno puede prolongarse durante varios años,
incluso durante varias décadas. Podemos ver los
cambios que se producen con un poco más de detalle.
Modificaciones físicas y psicológicas en el hombre
Diferencias en la actitud y el comportamiento.
Estado de ánimo fragilizado, labilidad emocional y
cambios de humor frecuentes, irritabilidad.
Fatiga, debilidad.
Pérdida de energía, tendencia a la depresión.
Insomnio.
Disminución del impulso y el deseo sexual.
Pérdida de la agilidad física.
Problemas de concentración.
Disminución del apetito.
Modificaciones en la sexualidad
Dificultades para lograr una erección.
Necesidad de una estimulación más directa para
lograrla.
Disminución del tamaño testicular.
Los espermatozoides disminuyen su movilidad entre
los 50 y los 80 años.
Las erecciones son menos firmes.
Menor necesidad de eyacular.
La elevación testicular es únicamente parcial y se
realiza con mayor lentitud que en los varones
jóvenes.
Se reduce la cantidad de esperma.
El período refractario es más largo por lo que el
hombre tarda más en lograr una nueva erección.
Se pierde el rubor sexual de la piel y se reduce la
tensión muscular durante la excitación.
Es cuando ya no se funciona “tan bien como antes” en
variados aspectos: el sexual, el físico general, el
mental. ¿Cuándo empieza este proceso? Pasados los
treinta y cinco años. ¿Es normal? Sí, el
envejecimiento (que de eso se trata) es normal. Pero
puede coexistir con variedad de cuadros patológicos,
e intrincarse con ellos. Y transformarse en problema
importante cuando adquiere la modalidad precoz
(aparece antes) o acelerada (se desarrolla rápido),
que no son lo mismo.
Si no existen otros problemas de salud,
especialmente problemas cardiovasculares, tumorales
o enfermedades degenerativas y auto-inmunes, la
andropausia entra fácil dentro del envejecimiento
normal. Un proceso que, en las últimas décadas,
tiende a alargarse en el tiempo, a estirarse. De
manera que es cada vez más frecuente encontrar
personas de 60, 70 u 80 años que siguen con un alto
nivel de vitalidad. O, al menos, sin mostrar el paso
del tiempo con tanta crudeza como hasta hace pocas
décadas. Pero esto no ocurre en la mayoría de los
casos. Los achaques diversos, las enfermedades y las
disfunciones varias pueden transformar la vejez en
una condena.
De manera que estamos hablando de algo realmente
importante: la CALIDAD DE VIDA de quienes ingresan
en edades antes consideradas muy avanzadas. Es eso
lo que está en juego: una cosa es durar y otra
VIVIR. Cuando uno observa la infinita torpeza de
muchos viejos no se congratula acerca de sus
condiciones de vida. Tampoco si no pueden casi
caminar, ver o escuchar. Es cierto que hay ayudas,
pero nada reemplaza la capacidad de valerse por
sí mismo, ese es el tema profundo de la
andropausia. Y por eso vale la pena diseñar una
estrategia para combatir sus efectos más penosos.
Es importante saber que hay un compromiso general
del sistema neuroendocrino en la andropausia. No
solo disminuye apreciablemente la testosterona:
también lo hacen la hormona del crecimiento, la
melatonina y la dhea (dehidroepiandrosterona), una
pre-hormona de la corteza adrenal que deviene en
estrógenos en la mujer y en testosterona en los
hombres.
Hay lugares específicos del sistema nervioso central
que coordinan la síntesis y liberación de las
distintas hormonas en las diversas glándulas
endocrinas. El lugar clave es el Hipotálamo,
una serie de núcleos cerebrales decisivos en el
funcionamiento de todas las glándulas y que puede
verse en la siguiente ilustración y destacado en
rojo. Como se verá, la ubicación es muy central, al
igual que sus funciones.
Como su nombre lo indica, el hipotálamo es un área
del cerebro que se encuentra ubicada inmediatamente
debajo de otro importante núcleo cerebral, el
tálamo, y que forma parte del diencéfalo. A través
de la liberación de hormonas, el hipotálamo se
encarga de regular los estados de ánimo, el sueño,
la libido, el hambre, la sed y la temperatura
corporal. Conecta directamente con la Hipófisis, una
glándula clave que segrega hormonas indispensables
relacionadas con todas las funciones regulatorias
que acaban de citarse para el hipotálamo.
Funciones del hipotálamo
Control de la sed y el equilibrio hídrico
Control del apetito y el peso corporal
Regulación de la temperatura
Control del Sistema Endocrino
Control de la Reproducción y la conducta sexual
Participa en los mecanismos del parto y la lactancia
Control de la conducta emocional
Control del sueño y la vigilia
Mecanismos del aprendizaje y la memoria
Control de las reacciones somáticas (estrés,
reflejos)
Control de los ritmos biológicos
A la mayoría le parecerá más claro lo que ya no pasa
o no pasa “tanto”. En algún momento comienza la
percepción de que “las cosas no son como antes”. Es
muy común advertirlo en la vida sexual, con
diferencias en la firmeza de la erección, menguas en
la eyaculación y retrasos en el tiempo necesario
para lograr otra erección. También puede aparecer
una disminución del deseo. Otra fuente de novedad,
sumamente frecuente, son los cambios en la
conducta urinaria: frecuentes levantadas
nocturnas, disminución de la fuerza del chorro o
idas frecuentes y apresuradas al baño para orinar:
la urgente y molesta “micción imperiosa”. Es cuando
la próstata se pone demasiado elocuente y la palabra
“urólogo” empieza a escucharse por primera vez, que
no será la última.
De la misma manera pueden advertirse pequeños
cambios en la movilidad muscular y en la agilidad
de los movimientos. Comienza a desarrollarse,
incipientemente, esa característica torpeza de la
vejez, que tanto mortifica. O modificaciones en la
estructura de algunas articulaciones. No le van en
zaga pequeños olvidos, lagunas o titubeos a
la hora de hablar y actuar. Ni hablar de las canas,
el persistente despoblamiento capilar y los cambios
en los párpados, algo hinchados y con vocación de
embolsar lo que venga.
Todo esto es cierto, ocurre. Y se va profundizando
con el tiempo si uno se resigna y no hace nada. O se
preocupa y consulta por los síntomas particulares,
nada más. O por alguna enfermedad claramente
diagnosticada, como es el caso de las
cardiovasculares. O procesos tumorales y
degenerativos, cada vez más frecuentes.
En el barrio son lapidarios y no quieren a nadie,
sádicamente dicen: “te llegó el viejazo”. Así de
simple, así de concluyente, así de lapidario. Y
chao, no hay nada que hacer. Dedícate a tus nietos,
si los tenés, y a mirar fotos de pasada grandeza. Si
podés viaja y despedite del mundo y sus alrededores.
Proceso inapelable y limitante el de la vejez,
además de inevitable.
Hay varios problemas con la atención médica durante
este período. Uno de ellos es que los distintos
especialistas no advierten que se trata de un
proceso único y que afecta a todo el sistema,
desparramando síntomas pero conservando su propia
centralidad. Quienes reciben a los hombres que
entran en este período de la vida suelen ser los
urólogos, porque es difícil zafar de los síntomas
urinarios que va produciendo la andropausia a lo
largo del tiempo. Así como, también, es casi
imposible evitar la disminución en la potencia
sexual.
Pero en este punto existe mucha resistencia para
consultar, y desde que existe el Viagra, la mayoría
se olvida del problema por un tiempo, aunque después
recrudecerá. Lo curioso es que los urólogos también
atienden los disturbios de la genitalidad sexual,
pero la inmensa mayoría se abstiene de consultarlos
por ese tema, y prefiere mejorar la conducta
urinaria y alejar el fantasma del cáncer de
próstata.
A pesar de los evidentes avances que la urología ha
desarrollado en las últimas dos o tres décadas para
combatir la disfunción eréctil (que de eso se trata)
no existe un abordaje general de la cuestión
andropáusica y sus múltiples manifestaciones, según
hemos visto.
No existe la suficiente conciencia a nivel médico de
estudiar el bajo nivel de testosterona en el varón y
menos aún en el envejecido. Al mismo tiempo que
existe un gran desconocimiento en la sociedad acerca
de este problema, sus síntomas y las posibilidades
de tratamiento.
En gran parte es una suma de problemas en los que
participa la tradicional negación masculina del
problema más el silencio de quienes podrían ayudar,
especialmente su pareja. Pero también la mencionada
dificultad para encontrar personas con capacidad
para enfrentar el problema e intentar una solución.
Es sumamente importante entender en qué consiste
la cuestión central sin disfrazarla de folklore
barato, que resulta totalmente inútil y hasta
contraproducente. Hay que explicar en qué consiste
el proceso de envejecimiento, qué funciones
probablemente sufrirán más alteraciones. Y si es un
médico clínico el consultado, debería pedir algunos
estudios generales, pero especialmente los valores
de testosterona total.
Y en función de los resultados, aconsejar y recetar.
Pero no antes, porque todas las situaciones no son
iguales y no requieren la misma estrategia. Es
particularmente importante ayudar a comprender que
se trata de un proceso general, y que no todo
consiste en la dificultad sexual o urinaria.
Está claro que el Hipotálamo es decisivo (o sea: el
cerebro), de manera que nos ayudará mucho conocer la
variación de las hormonas más afectadas a lo largo
de la vida y cuáles son las funciones básicas de la
testosterona, para entender en profundidad el
devenir de este proceso.
El
nivel de la hormona a lo largo de la vida:
En la ordenada: cantidad de Testosterona en ng/dl.
En abscisa: décadas de la vida
Puede verse, claramente, el importante descenso en
los niveles promedio de testosterona desde los 40
años en adelante.
El
nivel de la hormona a lo largo del día:
Los niveles de testosterona son más altos en las
primeras horas de la mañana y al mediodía. La
tendencia a la vida sexual nocturna no es lo mejor,
entonces. Además está el cansancio normal de un día
activo.
Aquí se nota la declinación de la Hormona del
Crecimiento (HGH) según la edad: ¡se cae en picada!
Y es sumamente importante, especialmente a nivel
metabólico y muscular. Su disminución está
asociada a la adiposis abdominal. Y ésta al aumento
de estrógenos y disminución de testosterona.
Y aquí lo que ocurre con la testosterona según va
pasando el tiempo (y uno junto con el). Los datos de
este gráfico ajustan un poco más lo qué ocurre con
la edad en la que empieza el declive: está más cerca
de los 35 años.
DHEA por edad, sin comentario. La DHEA es el chasis
básico de todas las hormonas sexuales, tanto
masculinas como femeninas. Si baja mucho su
producción, habrá una disminución equivalente de
estrógenos y testosterona.
La testosterona tiene diferentes funciones a lo
largo de la vida:
- Para el feto (antes del nacimiento): es
responsable del desarrollo de las glándulas sexuales
masculinas (los testículos) y los genitales externos
masculinos.
- Durante la pubertad: es la hormona
responsable de los caracteres sexuales secundarios
masculinos como: el tono de la voz, el crecimiento
de la barba, desarrollo del vello corporal y púbico
y la producción y maduración de espermatozoides.
- En el hombre adulto: la testosterona
controla todas las funciones sexuales como la
libido, la potencia y la fertilidad y conserva la
apariencia típica masculina que se desarrolla en la
pubertad. La salud masculina general y el desempeño
sexual se mantienen con niveles óptimos de
testosterona.
La poca testosterona que circula libre en el
organismo y es biológicamente la más activa, se
conoce como testosterona libre o biodisponible.
Pero con el tiempo en todos los hombres, en unos más
que en otros, se produce una disminución en los
niveles de testosterona biodisponible. Esta
disminución impacta en la calidad de vida y puede
ser un factor de riesgo a largo plazo, vinculado con
distintos problemas de salud y la sexualidad.
La testosterona es importante porque:
-
Es una hormona que tiene un efecto único en el
cuerpo masculino.
- Es producida en los testículos y las glándulas
adrenales.
- Es para los hombres lo que el estrógeno es para
las mujeres.
- Es esencial para el comportamiento sexual normal y
para la producción de erecciones.
- Interviene en muchas funciones metabólicas como la
producción de células sanguíneas en la médula ósea,
la formación de huesos, el metabolismo de los
lípidos y carbohidratos, la función del hígado y el
crecimiento de la glándula prostática.
Las mujeres producen una cantidad mucho menor, pero
que cumple importantes funciones en la regulación de
aspectos como su humor, apetito sexual y sensación
de bienestar.
Acciones sexuales
Promueve el crecimiento del escroto, pene y
glándulas secretorias sexuales.
Aumenta el peso y crecimiento testicular.
Estimula la espermatogénesis en los túbulos
seminíferos.
Estimula la maduración de los espermatozoides.
Completa las características del semen y estimula la
constitución definitiva en su paso por el epidídimo
y los conductos deferentes.
Aumenta la libido o deseo sexual.
Además la testosterona produce los siguientes
efectos sobre las características sexuales
secundarias:
Incremento de la masa muscular (acción anabólica).
Proliferación de las glándulas sebáceas. La
aparición de acné puede relacionarse con este
efecto.
Engrosamiento de la piel.
Hipertrofia de la laringe y producción de una voz
grave permanente.
Distribución del vello masculino en: pubis, tronco,
extremidades y barba.
En el hombre, la testosterona tiene una relación
determinada genéticamente con la aparición de
calvicie, aceleración del ritmo de crecimiento de
los huesos largos en la pubertad y aumento de
estatura. El envejecimiento se asocia con una
disminución de la función testicular, con una bajada
de la concentración de testosterona plasmática y un
descenso del número de células de Leydig
intersticiales después de los 60 años: éstas son
las células encargadas de sintetizar testosterona.
Acciones metabólicas
La testosterona produce en general efectos
anabólicos y de tipo mineral-corticoide:
Aumento de la síntesis de proteínas.
Incremento de la retención y balance de nitrógeno,
que es positivo.
Acción miotrófica: aumento de la masa muscular.
Aumento de la estatura corporal: efecto sobre huesos
largos.
Aumento del peso corporal.
Retención de sodio, cloro y agua: acción
mineral-corticoide.
Retención de fósforo y potasio.
La terapia para restituir la testosterona puede
estimular el interés sexual, la función eréctil y el
nivel de energía. Puede mejorar el carácter,
estimular el crecimiento del vello corporal, y
aumentar la densidad de los huesos y masa muscular.
Hay diversos métodos para restituir la testosterona:
inyecciones, parches, gelatinas y una tableta que se
adhiere a la encía.
Signos y síntomas de la testosterona baja:
Disfunción eréctil/ impotencia
Reducción del deseo sexual / libido
Disminución de los niveles de energía
Pérdida del vello de la cara y del cuerpo
Depresión y tristeza
Rápida ganancia de grasa / Reducida masa muscular
Disminución de la resistencia ósea
Desde
antiguo se asoció envejecimiento y declinación de la
función testicular (hipogonadismo), homologándose a
lo que ocurre en el sexo femenino con la función
ovárica, aunque se reconoce históricamente que
hombres de avanzada edad mantenían su vida sexual y
capacidad reproductiva.
En hombres envejecidos sanos puede aparecer un
hipogonadismo de inicio tardío que se ha asociado al
envejecimiento; Werner en 1939 lo denominó
climaterio masculino. Este cuadro comprende los
síntomas y signos de lo que hoy llamamos andropausia
o ADAM (Androgen Decline Aging Male)
descritos en la siguiente tabla:
SÍNTOMAS Y SIGNOS DE HIPOGONADISMO MASCULINO
ASOCIADO AL ENVEJECIMIENTO
Síntomas
neurológicos y vasomotores:
Funciones
cognitivas y alteraciones del humor:
-
–
Irritabilidad y letargo
-
–
Disminución de la sensación de bienestar
-
– Pérdida
de motivación
-
–
Dificultades con la memoria reciente
-
–
Síntomas depresivos
-
– Baja
autoestima
Masculinidad
/ Virilidad:
-
–
Disminución
de energía física
-
–
Disminución de fuerza y masa muscular
-
– Pérdida
de vello corporal sexual
-
–
Obesidad abdominal
Sexualidad:
-
–
Disminución del interés o deseo sexual
-
–
Reducción de la actividad sexual
-
– Pobre
función eréctil
-
– Baja
calidad del orgasmo
-
– Menor
volumen del eyaculado
Desde 1990 hay consenso en que la disminución
paulatina, aunque no universal, de la testosterona
en hombres sanos estaba asociada al envejecimiento
como había anticipado Vermeulen en 1971,
destacándose el mayor descenso de la testosterona
libre que la total.
Existen varones que mantienen un rango normal hasta
avanzada edad, y otro grupo queda bajo el nivel
mínimo de testosterona del hombre joven siendo
clasificado como hipogonádico. Estudios en varones
de 50 a 80 años encuentran cifras variables de
hipogonadismo.
FACTORES TESTICULARES E HIPOTALÁMICO-HIPOFISIARIOS
INVOLUCRADOS EN HIPOGONADISMO MASCULINO ASOCIADO AL
ENVEJECIMIENTO
1.-
Factor testicular:
-
Disminución de la cantidad de células de Leydig
-
Disminución de la respuesta de las células de
Leydig a la gonadotrofina coriónica
-
Alteraciones de enzimas de la esteroidogénesis
-
Alteraciones de la circulación arterial del
testículo
2.-
Factor hipotálamo-hipofisiario:
-
Pérdida del ritmo circadiano de testosterona
(oscilaciones de la hormona en un día)
-
Disminución de frecuencia y amplitud de pulsos
de LH (hormona hipofisaria liberadora de
testosterona)
-
Disminución de la bioactividad de LH
-
Disminución del umbral hipotálamo hipofisario a
la acción frenadora de los andrógenos
CAMBIOS DE LOS ESTEROIDES SEXUALES ASOCIADOS AL
ENVEJECIMIENTO MASCULINO
-
Descenso de la testosterona total de 0,4% al
año.
-
Disminución de la testosterona libre de 1,2%
anual.
-
A los 60 años existe un 40% del nivel observado
a los 25.
-
1% de descenso anual de la testosterona ligada a
albúmina.
-
Aumento de 1,2% de SHBG por año (Testosterona
inactiva acoplada a albuminas circulantes en el
plasma)
-
Disminución DHEA-S de 2 % por año.
-
Posible disminución de la dihidrotestosterona y
sus metabolitos.
-
Posible disminución del receptor de andrógenos o
su afinidad.
La andropausia comienza alrededor de los 35 a 40
años de edad, y los síntomas y signos clínicos no
son tan evidentes. Unido a la declinación de los
niveles de Testosterona, aumentan los de globulinas
transportadoras de andrógenos (SHBG), las que se
unen a la Testosterona y limitan su cantidad y
eficiencia a medida que el hombre envejece. A lo
anterior se une el descenso de los niveles de
hormona del crecimiento (HGH), entre otras
relacionadas con la edad, lo que contribuye al
aumento de la grasa abdominal y a la reducción del
tono muscular a partir de la mediana edad.
Desde el punto de vista clínico se puede comprobar
la pérdida de la energía y de la motivación,
con disminución concomitante de la actividad
intelectual, de la memoria y de la orientación
espacial. Es común la presencia de fatiga,
depresión, cambios emocionales, irritabilidad y
debilidad muscular. Se observa también disminución
del deseo sexual y dificultad en lograr y mantener
una erección eficiente, reducción de las erecciones
nocturnas, disminución de la satisfacción sexual,
reducción del volumen y fuerza del eyaculado, así
como disminución del vello corporal y alteraciones
en la piel.
Se describe reducción de la masa muscular corporal,
de la fortaleza, del vigor físico, de la densidad
ósea, osteoporosis, dolores óseo-articulares y
disminución de la estatura. El aumento de la grasa
abdominal se asocia a la reducción de la masa
muscular y a un desbalance hormonal. Este último es
responsable de la disminución de la sensación de
bienestar, la que se expresa en ocasiones como
depresión. El cáncer de próstata, así como la
enfermedad cardíaca, se relacionan directamente con
este desbalance hormonal. La terapia de reemplazo
hormonal con Testosterona y los cambios del estilo
de vida en relación con la dieta y la actividad
física podrían corregirlo.
Creo que ya nos dimos cuenta de que el declinar
sexual es parte de un proceso general, es parte del
envejecimiento. Esto en la mayoría de los casos y en
etapas normales de la historia humana, que vaya a
saber si alguna vez fue “normal”. Esta que nos toca,
seguro que no. Pero en promedio y a lo largo del
tiempo, es difícil o imposible separar el declinar
sexual del envejecimiento. Están intrincados y
sumamente relacionados, tanto que hasta podría
decirse que el envejecimiento es un proceso de
declinar sexual.
Si bien ya fue mencionado, vale la pena repetirlo
para tenerlo claro: hay un aspecto fundamental,
básico, que implica la disminución de hormonas
claves ligadas a los aspectos esenciales del
funcionamiento general y no solo sexual. Y esas
hormonas son las que empiezan a decaer con mucha
claridad cerca de los 30, 35 o 40 años, según
diferencias individuales ligadas a historia y estado
general. Básicamente son cuatro hormonas:
Testosterona, Hormona del crecimiento,
DHEA (dehidroepiandrosterona) y Melatonina.
Incluso pueden verse caídas abruptas de estas
hormonas, como consta en los gráficos de este
trabajo. Obviamente producen marcadas alteraciones
del funcionamiento normal, tanto general como
sexual. Estas variaciones se dan dentro de la esfera
neuro-endocrina, ya que existe una cadena hormonal
que comienza en el hipotálamo y luego se
traslada a las otras glándulas. Primero a la
hipófisis. Y luego a la tiroides, paratiroides,
suprarrenal y testículo. El efecto detallado de las
hormonas es suficientemente explícito, especialmente
en el caso de la testosterona.
Pero hay otro continente entero, medio infinito por
sus alcances, y que juega un rol también decisivo en
la articulación de las funciones generales y
sexuales: el aparato circulatorio.
Creo que ya nos dimos cuenta de que el declinar
sexual es parte de un proceso general, es parte del
envejecimiento. Esto en la mayoría de los casos y en
etapas normales de la historia humana, que vaya a
saber si alguna vez fue “normal”. Esta que nos toca,
seguro que no. Pero en promedio y a lo largo del
tiempo, es difícil o imposible separar el declinar
sexual del envejecimiento. Están intrincados y
sumamente relacionados, tanto que hasta podría
decirse que el envejecimiento es un proceso de
declinar sexual.
Si bien ya fue mencionado, vale la pena repetirlo
para tenerlo claro: hay un aspecto fundamental,
básico, que implica la disminución de hormonas
claves ligadas a los aspectos esenciales del
funcionamiento general y no solo sexual. Y esas
hormonas son las que empiezan a decaer con mucha
claridad cerca de los 30, 35 o 40 años, según
diferencias individuales ligadas a historia y estado
general. Básicamente son cuatro hormonas:
Testosterona, Hormona del crecimiento,
DHEA (dehidroepiandrosterona) y Melatonina.
Incluso pueden verse caídas abruptas de estas
hormonas, como consta en los gráficos de este
trabajo. Obviamente producen marcadas alteraciones
del funcionamiento normal, tanto general como
sexual. Estas variaciones se dan dentro de la esfera
neuro-endocrina, ya que existe una cadena hormonal
que comienza en el hipotálamo y luego se
traslada a las otras glándulas. Primero a la
hipófisis. Y luego a la tiroides, paratiroides,
suprarrenal y testículo. El efecto detallado de las
hormonas es suficientemente explícito, especialmente
en el caso de la testosterona.
Pero hay otro continente entero, medio infinito por
sus alcances, y que juega un rol también decisivo en
la articulación de las funciones generales y
sexuales: el aparato circulatorio.
Tenemos que aceptar que la circulación arterial,
venosa y linfática es la gran mediadora y
transmisora de todas las actividades orgánicas y
funcionales. Y a veces, como en el caso de la
sexualidad masculina, adquiere un rol protagónico.
Porque la erección del pene es, básicamente, un
proceso ligado a la circulación con algunos
componentes neuro-endocrinos al comienzo del
proceso: el deseo, que libera hormonas hipotalámicas
y activa al sistema nervioso neurovegetativo,
especialmente en su sección parasimpática. Pero a
partir de allí, la línea de comando pasa por el
aparato circulatorio, que deberá llenar de sangre
las cavidades peneanas (senos cavernosos y el seno
esponjoso) para lograr su agrandamiento, dureza,
turgencia y una adecuada duración del proceso.
Debemos considerar, también, los límites, las
dificultades. Y una bastante notoria, es que la
naturaleza no fue demasiado pródiga a la hora de
disponer una buena red arterial de suministro de
sangre al pene. Este órgano, a diferencia de otros,
no dispone de redes alternativas de irrigación. De
manera que si fallan las oficialmente
provistas…estaremos en problemas. Y es fácil que
fallen, porque no son muchas, su calibre es bastante
reducido y cuando empieza a ponerse conflictiva la
circulación coronaria del corazón, una de las
primeras señales es la disminución del flujo
arterial en el área genital. El sistema ahorra
sangre escatimándolas desde áreas que no considera
esenciales para la supervivencia.
Una de las consecuencias concretas de los
difundidísimos problemas cardíacos, es que disminuye
la irrigación del área genital. Y se comprenderá que
esto trae inevitables consecuencias en la erección,
que comienza a ser menos eficiente o a durar menos
por un doble mecanismo: llega menos sangre al
pene para llenar sus cavidades y se produce la
llamada fuga venosa: la salida más rápida de
sangre del pene erecto, que se traduce por una
disminución del tiempo de la erección. Habitualmente
ocurren ambas cosas, para torturar eficientemente al
afectado: erección más débil y más corta en su
duración.
En los últimos años se ha profundizado mucho en el
conocimiento de la fisiología del aparato
circulatorio, especialmente en cuanto al
conocimiento de la capa celular que recubre por
dentro a todo el sistema: el endotelio. Es la
capa arterial que está en contacto directo con la
sangre y de la cual se creía que meramente cumplía
funciones de revestimiento. Pues no: se comporta
como una mega glándula que maneja el grado de
apertura o disminución del calibre de todo el árbol
circulatorio.
De su eficiencia o no depende el caudal sanguíneo de
todo el aparato circulatorio. Y también que este
sofisticado sistema de cañerías dinámicas se
encuentre libre de obstrucciones. O sea: el
endotelio ha pasado de actor de reparto a
protagonista no bien se empezaron a conocer sus
verdaderas funciones, que consisten en graduar el
paso de sangre y permitir que otra estrella en
ascenso, el óxido nítrico, pueda dilatar a su
antojo los vasos sanguíneos para permitir su llenado
y estimular las funciones de cualquier órgano
necesitado de aumentar su nivel de actividad
fisiológica.
El sildenafil o viagra, por ejemplo, funciona
inhibiendo a la enzima que desactiva al óxido
nítrico, permitiendo que su aumento en sangre se
transforme en una buena aunque temporaria erección.
Y de paso es una prueba de que el mecanismo de la
erección es claramente vascular. Y que cuando falla,
se transforma en un problema de ingeniería
hidráulica.
El endotelio segrega sustancias capaces de abrir
(dilatar) o cerrar (estrechar) a las arterias. De
estas maneras regula enteramente la cantidad de
sangre que fluye por los vasos. Así es que cuando
hay un predominio de las sustancias que tienden a
cerrarlos, estamos en los prolegómenos de una
enfermedad porque esta acción prolongada a lo largo
del tiempo, endurece o esclerosa a las arterias. Que
tendrá como protagonista preferencial al órgano más
afectado, aunque este sistema funciona en todo el
organismo. Es entonces que aparecen las
disminuciones de calibre en los vasos y más tarde
las obstrucciones y los infartos o los accidentes
cerebro-vasculares.
Y cuando también afecta a la circulación genital,
será responsable de la llamada Disfunción Eréctil.
Que ahora, casi podríamos llamar Disfunción
Endotelial.
El endotelio se puede definir como una monocapa que
separa los otros tejidos arteriales de la sangre.
Las células endoteliales tienen una multitud de
funciones que son específicas a su localización. La
principal función del endotelio es regular el flujo
y la perfusión sistémicos a través de cambios en el
diámetro y en el tono vascular. La disfunción
endotelial (DE) comprende una pérdida del balance
entre los factores vasodilatadores y
vasoconstrictores derivados del endotelio, donde el
estado vasoconstrictor llega a ser dominante,
llevando a cambios patológicos progresivos.
Colectivamente, estos cambios endoteliales exhiben
características pro-inflamatorias, pro-oxidantes,
proliferativas, pro-coagulantes y de adhesión
vascular. El proceso de aterosclerosis comienza
temprano en la vida y la DE contribuye a la
aterogénesis en cada fase de la aterosclerosis. La
disfunción endotelial es un marcador de la
aterosclerosis y es su precursor más claramente
definido.
La principal función del endotelio es la regulación
del flujo sanguíneo sistémico y la perfusión tisular
por medio de cambios en el diámetro de los vasos y
en el tono vascular, ejecutado en conjunto con las
células musculares adyacentes.
El endotelio controla el tono vascular mediante la
producción de Óxido Nítrico, prostaciclina y factor
hiperpolarizante derivado del endotelio, todo ellos
factores vasodilatadores.
En la disfunción endotelial se rompe este delicado
balance y prevalece un estado vasoconstrictor, pro-inflamatorio,
pro-oxidante pro-trombótico o pro-coagulante y con
características de adhesión pro-vascular.
La Disfunción Endotelial puede ser vista como una
condición sistémica, a la cual se asocian la
mayoría de los factores de riesgo cardiovascular.
Entre los factores asociados a la Disfunción
Endotelial pueden contarse el riesgo cardiovascular
incluyendo el tabaquismo, la edad, el aumento de las
grasas en sangre, la hipertensión, la hiperglucemia
y una historia familiar de aterosclerosis.
|
Condiciones asociadas a disfunción endotelial |
Intervenciones que mejoran la función endotelial |
|
Edad
avanzada |
Antioxidantes |
Historia familiar de enfermedad
cardiovascular |
Antagonistas del calcio |
Sexo
masculino |
Disminución del colesterol |
Alimentación de alto contenido graso |
Disminución de la homocisteína |
Colesterol elevado |
Embarazo fisiológico |
Diabetes mellitus |
Ejercicio físico |
Hipertensión arterial |
Estrógenos |
Homocisteína elevada |
Inhibidores de enzima convertidora de
angiotensina (hipotensores) |
Obesidad |
L-arginina (un aminoácido) |
Tabaquismo |
Suspensión del hábito de fumar |
Deficiencia de estrógenos. |
|
|
La homocisteína es una
sustancia que puede dosarse en sangre. Si sus
niveles son altos podría indicar que no hay
suficiente vitamina B12, B6 o ácido fólico en la
dieta. Lo cual aumenta el riesgo de tener alguna
enfermedad del corazón.
Irrigación arterial del aparato genital
Hay que ver ciertas características de la sucesión
biológica que produce la erección. En biología se
establece con facilidad la línea de sucesos
necesarios, pero no se remarca el mérito de una
buena erección, como si fuera tan fácil y no se
tratara de lo que es: una verdadera proeza anti-gravitatoria.
Es un sistema complejo, regulado en estilo
neuroendocrino y con efectores vasculares que
diseñan una trama hidráulica altamente sofisticada.
Es necesario que el sistema entero funcione casi a
la perfección para lograr un buen rendimiento. O
sea: una erección suficientemente rígida y
prolongada. Además, es importante que la
alimentación sea lo más sana posible, que el estrés
sea mínimo y que el medio ambiente no este demasiado
contaminado. Y también que no haya toxinas dando
vueltas en estilo crónico como es el caso del
tabaquismo, porque entonces las posibilidades de
funcionar bien se angostan notablemente. Ustedes
dirán que, entonces, es sumamente difícil funcionar
aceptablemente bien. Y es verdad. Por eso existe
tanta tradición en las distintas culturas humanas en
cuanto al uso de hierbas y otras medidas para
mejorar la potencia sexual masculina.
Es
más: podría arriesgarse que hay un problema de
diseño en todo este asunto. Que la naturaleza no
encontró una buena solución para el caso de los
hombres. La hipótesis se hace más consistente si uno
se entera que existen numerosas especies en las que
ha sido más pródiga y benévola con los machos. Es
que, en esos casos que no son pocos, los machos
vienen con un hueso incluido en el pene, lo cual
facilita enormemente la penetración. Parece ser que
tal hueso pudo haber existido en el humano, pero la
información “se perdió” al mismo tiempo que se
incorporaron ciertas peculiaridades cerebrales. Está
claro que no tenemos caso como especie: mucho
cerebro a cambio de placer dificultado. No se ve en
qué consiste la ventaja, ciertamente.
La erección del pene no es otra cosa que la plétora
sanguínea de los Cuerpos Cavernosos y el Cuerpo
Esponjoso, que alcanzan una presión similar a la
presión arterial sistólica, originada por un balance
positivo entre el ingreso de sangre arterial y la
restricción del flujo de drenaje venoso.
Para lograr la eficacia necesaria todo debe
funcionar perfectamente, especialmente el sistema
nervioso periférico (simpático / parasimpático) y la
irrigación vascular. Téngase en cuenta que las
arterias cavernosas que deben llenar los cuerpos
cavernosos tienen un diámetro normal en reposo de
entre 0,2 a 1 milímetro. Y que son ramas de la
arteria pudenda interna, que a la vez proviene de
una división importante de la aorta: las arterias
ilíacas comunes o, tradicionalmente, ilíacas
primitivas, que son dos grandes
arterias,
de aproximadamente 4 cm de largo en los adultos y
más de un centímetro de diámetro.
Puede deducirse, entonces, que cualquier dificultad
u obstrucción en las pequeñas arterias cavernosas
dificultará notablemente la erección normal:
¡estamos pasando de una arteria de un centímetro de
diámetro a otras dos de 0,2 a 1 milímetro de
diámetro!
Ahora estamos en condiciones de entender un poco
mejor cuánto puede influir la disfunción endotelial
en la perturbación de la fisiología sexual normal.
Un árbol arterial que pierde diámetro significativo
en poco trayecto hasta su terminal angostada a la
vez por endotelio disfuncional , conduce
inevitablemente a la disfunción sexual.
Esto sí que fue una verdadera sorpresa al investigar
para encontrar buenos materiales que fueran soporte
de valor para plantear este tema medio clandestino
de la Andropausia.
La complejidad inherente al mecanismo de la erección
hace que los problemas aparezcan en edades tempranas
de la vida, tal cual puede verse en la actualidad. Y
se agraven cuando no resulta fácil encontrar una
solución eficiente. No es necesario disponer de una
imaginación privilegiada para darse cuenta cuán
importante es el tema para los varones del planeta,
cuánto tiempo preocupa y lo que eso significa en
términos de dificultar la espontaneidad y el
disfrute. La naturaleza tuvo en cuenta ese problema
dotando a los machos de algunas especies con una
estructura ósea dentro del pene.
Báculo de mapache
El hueso en el pene, llamado baculum u “os
penis”, es una característica que comparten muchos
mamíferos. Es común y prominente en perros, morsas,
mapaches y osos, por ejemplo pero de pequeño tamaño
en felinos. En los simios del nuevo mundo hay
algunos que tienen y otros que no, como los monos
aulladores o los monos araña, sin embargo, todos los
simios del viejo mundo tienen báculo de diferente
tamaño dependiendo de la especie.
Entre los primates no humanos (chimpancés, bonobos,
gorilas y orangutanes) todos ellos tienen báculo,
aunque de pequeño tamaño. Esto hace pensar que los
humanos simplemente hemos seguido un proceso de
disminución del tamaño del báculo común al resto de
primates aunque más acelerado y que ha terminado por
desaparecer.
Otros han especulado que esta pérdida del báculo se
debe a selección sexual ya que al depender la
erección únicamente de la presión sanguínea en el
cuerpo cavernoso del pene, los individuos que no
estuviesen en una forma física suficiente o
estuviesen enfermos no podrían mantener la erección
lo suficiente como para poder fecundar a las
hembras. Sería el equivalente a la cola de pavo real
en humanos: una característica costosa, difícil de
suplantar y con un gran beneficio.
Otra teoría se basa en un cambio en los hábitos de
apareamiento, ya que las especies con báculo mayor
tienen cópulas más esporádicas y prolongadas. Sin
embargo, en los primates este comportamiento habría
evolucionado a grupos más estables, con cópulas más
regulares y cortas.
Como se puede ver, la pérdida o inexistencia (no
está claro) del hueso del pene en los humanos es un
tema que da para mucho y cada uno tiene su teoría de
por qué se perdió o directamente no se presentó. Es
posible que no haya influido un sólo factor, sino
que esa aceleración en el proceso de disminución del
tamaño del báculo hasta su desaparición a diferencia
del resto de primates haya tenido que ver desde la
posición erguida, la composición de los grupos, la
selección sexual… y quién sabe qué otros factores.
Si sobre el báculo se ha hablado poco, hay una
característica del pene de los mamíferos y en
particular de los primates que en los humanos es
especialmente impensable: las espinas. Sí, los
chimpancés, bonobos, gorilas y orangutanes tienen
espinas en el pene. Es cierto que en algunos de
ellos son muy pequeñas, pero ahí están. Se cree que
estimulan la facilidad para llegar al orgasmo y
aceleran la eyaculación. De hecho, hay algunos pocos
casos raros en humanos (ver imagen), que testimonian
su pasaje por la filogenia durante su embriogénesis
personal.
Vestigio de espinas
La próxima vez, la evolución tendría que ser más
cuidadosa con el diseño. Por ejemplo: hacer lo que
quiera con el cerebro (que es otro tema), pero dejar
el bendito hueso. Como ocurre en perros, gatos,
musarañas, osos y otros ejemplares que no necesitan
ni Viagra ni buenos consejos. Es llamativo el curso
evolutivo del humano, que eliminó el hueso del pene
para aumentar el volumen cerebral y producir una
hecatombe en su maduración post-natal. Está claro
que nacemos casi nueve meses antes de lo que
deberíamos debido al tamaño del cerebro y, por lo
tanto, de la cabeza. Para nacer con el mismo nivel
de madurez de cualquier otro mamífero, esta
ceremonia debería ocurrir cerca del año y medio de
vida intrauterina: así podríamos gatear de entrada y
buscar el alimento materno sin necesidad de que nos
lleven y nos traigan. ¿Vieron ustedes cuán
desvalidos somos en comparación con otras especies
al momento de nacer y durante casi diez meses, hasta
empezar a gatear?
Puede que la falta de “transcripción” de varias
secuencias de ADN sea responsable de ambos asuntos:
demasiada cabeza y bastante dificultad para el
placer. Y por supuesto que no es la única razón,
porque todo sería mejor si hubiéramos podido diseñar
una existencia más sana en sus aspectos físicos,
biológicos, emocionales y sociales.
Es importante saber que las hormonas sexuales
masculinas y femeninas tienen una distribución Yin /
Yang en ambos sexos. O sea: las mujeres tienen una
pequeña cantidad de testosterona, y los varones el
equivalente de estrógenos. Ambos cumplen funciones
indispensables y deben estar dentro del rango
considerado normal. Es muy interesante y tiene
evidentes connotaciones caracteriales: nadie es del
todo mujer o varón: toda mujer tiene algo de varón y
todo varón tiene algo de mujer.
Repasando un poco los requisitos de un buen
funcionamiento sexual masculino, es como si todo
estuviera programado para la eficiencia durante los
períodos en los cuales es más probable fecundar a la
pareja, ya sea habitual u ocasional. Sin embargo la
sexualidad humana cubre otras necesidades que la
pura procreación no contempla. Es estable y
permanente en la vida a partir de la pubertad y
constituye un aspecto fundamental e irremplazable de
la dicha humana. Y solo disminuye apreciablemente
cuando las hormonas sexuales disminuyen notoriamente
y el hipotálamo “envejece”. Somos muy parecidos a
los bonobos, en los cuales la sexualidad frecuente
es indispensable para la regulación equilibrada de
la vida personal y social.
(Circuito
hipotálamo – testicular y hormonas)
La testosterona secretada por las células de Leydig
testiculares durante la vida fetal determina
la diferenciación y el desarrollo del aparato
genital y organiza las estructuras neurológicas base
del dimorfismo sexual cerebral.
Mantiene altos niveles hasta los primeros meses de
recién nacido para disminuir posteriormente.
Aumenta al inicio de la pubertad,
activando estructuras previamente organizadas,
vinculadas a libido y erección a nivel hipotalámico
y límbico; otros órganos blancos son piel,
músculo, hígado, médula ósea, hueso y órganos
genitales masculinos. Su acción se ejerce en el
órgano blanco en interacción con otros factores, por
ejemplo en las zonas cerebrales sensibles a
testosterona con factores emocionales,
socioculturales etc., para determinar la conducta
sexual; en el hueso y músculo con el eje hormona de
crecimiento – IGF 1 (o factor de crecimiento
insulínico tipo 1)
La
secreción de testosterona resulta del funcionamiento
del eje hipotálamo-hipófisis-testicular (HHT)
constituido por neuronas productoras del factor
liberador de gonadotrofinas (GNRH), gonadotropos
hipofisarios productores de FSH (Hormona
Folículo-estimulante y LH (Hormona Luteinizante), y
por los compartimentos testiculares: tubular
(espermatogénesis y células de Sértoli) e
intersticial: células de Leydig (testosterona). El
GNRH hipotalámico se libera en forma pulsátil,
alcanzando un nivel (amplitud de pulso), que a
intervalos de tiempo (frecuencia de pulso), es
entregado a los capilares hipotalámicos punto de
partida del sistema porta hipofisario. El GNRH está
regulado por neurotransmisores, neuropéptidos y
hormonas, unos estimulantes y otros inhibitorios.
Los gonadotropos estimulados por GNRH son modulados
por hormonas esteroides por ejemplo LH por
testosterona y FSH por las no esteroides como la
inhibina.
¿Falla en hipotálamo, córtex, hipófisis,
testículo?
La alteración de la pulsación de LH (fundamental
para liberar Testosterona a la sangre) podría
deberse a una falla del generador de pulsos del GNRH
hipotalámico o a una alteración hipofisaria.
El compromiso neuroendocrino hipotalámico
responsable de esta alteración funcional, se debería
a envejecimiento de las neuronas secretoras de
GNRH o alteración de la regulación que ejercen
neuropéptidos y neurotransmisores, materia
abierta a la investigación. La prueba de estímulo
hipotalámico con citrato de clomifeno, ha demostrado
una menor respuesta de LH y testosterona en hombres
mayores comparados con jóvenes.
Por ahora los especialistas podrían realizar
sustitución androgénica en el grupo hipogonádico en
ausencia de contraindicaciones (próstata, etc.) y
con un control estricto de su seguridad. O sea:
indicar la administración de testosterona.
En pacientes con síntomas sugerentes de
hipogonadismo y niveles normales bajos de
testosterona, es posible que su umbral androgénico
sea mayor, existiendo una deficiencia relativa de
testosterona entre el nivel actual y valores mayores
de otros períodos de su vida; en este caso se podría
intentar una prueba terapéutica con testosterona.
Un análisis más objetivo de este punto se lograría
si el médico solicitara determinaciones de
testosterona en adultos jóvenes asintomáticos y
recomendara conservar los resultados para
comparaciones futuras.
La andropausia comienza alrededor de los 35 a 40
años de edad y los síntomas y signos clínicos no son
tan evidentes.
Unido a la declinación de los niveles de
Testosterona, aumentan los de globulinas
transportadoras de andrógenos (SHBG), las que se
unen a la Testosterona y limitan su cantidad y
eficiencia a medida que el hombre envejece.
Los valores de Testosterona decrecen en un 1,6 %
anualmente después de los 50 años de edad; sin
embargo, pueden existir diferencias individuales.
Los valores de Testosterona total disminuyen en un
35 % en los hombres de 20 a 80 años de edad, en
tanto la Testosterona libre (TL) disminuye en un
50%.
Esto significa que la función testicular deficiente,
llamada hipogonadismo, se transforma en déficit de
testosterona. Existe la interesante posibilidad de
indicar testosterona: es la terapia hormonal de
reemplazo (tratamiento de sustitución). Pero para
esto sería importante saber cuáles son los niveles
normales para cada persona antes de comenzar el
declive, lo cual daría una base más sólida para la
indicación. La fracción biológicamente activa de la
testosterona es un porcentaje muy pequeño de la que
circula en sangre. Es la realmente importante y
recibe el nombre de Testosterona libre o bio-disponible.
Los puntos de acupuntura tienen una peculiaridad que
los distingue del resto de la piel: a su nivel, la
resistencia eléctrica disminuye sensiblemente. Esto
sirve para dos fines: demostrar su existencia
objetiva (por si alguien pensara que los chinos
creen en tonterías desde hace 4 mil años) y
utilizarlos con fines diagnósticos para verificar,
en la persona en estudio, cuánta energía tiene y
cómo está distribuida. Por otra parte, Wilhelm Reich
llegó a la conclusión de que, en cualquier organismo
vivo, la energía y las funciones vitales se
organizan de manera segmentaria, aunque también hay
un fluir longitudinal que transcurre por los
meridianos que describe la acupuntura tradicional.
Los anillos o segmentos reichianos se prestan
fácilmente para entender el proceso de declinación
general y sexual descripto en este trabajo. A cada
uno de los siete anillos reichianos se los mide en
un punto de acupuntura y con esos datos se construye
una estadística diferenciada según sexo y edad. A
continuación, algunas imágenes para ubicar a estos
segmentos en el organismo humano, y luego gráficos
con los resultados del estudio.
Este estudio se hizo hace algunos años con el
objetivo de estudiar la cantidad y distribución de
la energía en una buena cantidad de personas que
pudieran funcionar como muestra de la población.
También la medición de los puntos básicos de
acupuntura se utiliza en los tratamientos de
medicina energética: casi todos eran pacientes en
estudio. Los valores se expresan en microamperios.
Armadura muscular equivale a coraza muscular, el
término que eligió Reich para expresar los
dispositivos de resistencia a las influencias
externas que se perciben como negativas. Entonces el
sistema entero se abroquela, se rigidiza para evitar
las influencias negativas que puedan perturbar el
transcurrir fluido de la energía. Como las amebas
que se enquistan para evitar un ataque, para dar un
ejemplo.Se supone que lo mejor es tener una coraza
flexible, elástica. Porque no se puede vivir sin
alguna defensa, pero tampoco con un exceso de ella,
con una coraza demasiado rígida.
Para más información:
http://www.acupuntura-orgon.com.ar/mediciones.htm
/
http://www.acupuntura-orgon.com.ar/estadistica.htm
/
http://www.acupuntura-orgon.com.ar/mapa.htm /
http://www.acupuntura-orgon.com.ar/investigaciones.htm
/
Se hicieron 1305 mediciones en puntos de acupuntura
representativos de los anillos o segmentos
descriptos por Wilhelm Reich, entre 1989 y 1995.
Anillos en sexo femenino,
842 mediciones. Anillos
en sexo masculino, 463 mediciones. Todas ellas
en Buenos Aires, Argentina. Se eligió un solo punto
de acupuntura para cada anillo o segmento.
Comentarios sobre los gráficos:
-
La tendencia general, como puede verse en los
tres primeros gráficos (Promedio General y por
sexo) indica que los anillos 1 y 2 (ocular y
oral) están más cargados que el resto,
energéticamente hablando. Y que los anillos 6 y
7 (abdominal y pélvico) son los menos cargados.
También puede verse que el anillo 5, el
diafragmático, sobresale un poco entre los que
lo rodean, expresando un bloqueo respiratorio.
-
Los cuatro gráficos que siguen, por sexo y
grupos etarios, siguen la misma línea.
Pero lo importante es notar una leve diferencia
de carga energética que se repite
sistemáticamente en las mediciones de energía
entre varones y mujeres (10% más en los
varones).
-
Y por último, verificar como la proporción
entre los anillos se conserva, pero con
tendencia a la baja a medida que la edad
aumenta. Y esto es más notable en el anillo 7,
el pélvico, notoriamente ligado a la sexualidad,
tanto en mujeres como en varones.
Es necesario distinguir entre hipogonadismo
(hipofunción de la glándula testicular) y
envejecimiento. El hipogonadismo, que incluso
puede presentarse en la infancia, es una enfermedad.
El envejecimiento no, es una etapa en el transcurrir
de la vida. Hay un punto donde estos cuadros podrían
intrincarse. Y es en el envejecimiento precoz y/o
acelerado. Si a los 40 o 50 años una persona
experimentara disminución de la libido, disfunción
eréctil, declinación de las capacidades cognitivas
como la interpretación visual-espacial, trastornos
del sueño, inestabilidad vasomotora y marcados
cambios del estado de ánimo como depresión y accesos
de ira, podríamos pensar en una variedad de
hipogonadismo reactivo. Pero en todos los casos
encontraremos bajos los niveles de testosterona.
También puede presentarse el mismo cuadro más
adelante, a los 60 o 70 años. Estos casos
encuadrarían más en una etapa de envejecimiento
avanzado, que en esta época suele aparecer más
cerca de los 70 u 80 años, pero con los mismos
síntomas ya descriptos. Y entonces hablamos de
vejez, simplemente.
Ahora bien, incorporando conocimientos recientes
acerca del papel de minerales que faltan o escasean
en la alimentación estándar normal, podemos entender
mejor que algunas de las características ya
mencionadas de deficiencia de testosterona se
presenten sin necesidad de un fallo testicular,
hipofisario o hipotalámico. Es lo que ocurre, por
ejemplo, con el magnesio. Este mineral
indispensable para el funcionamiento de todo el
sistema (interviene en más de 300 reacciones
biológicas esenciales) se encuentra en muy baja
cantidad en la dieta normal porque su carencia de
origen está en las tierras de cultivo, que dejaron
de tenerlo adecuadamente luego de la primer guerra
inter-imperialista (1914 a 1918). La necesidad
diaria mínima de Magnesio es de 600 miligramos, pero
las dietas estándar aportan cerca de 200 miligramos.
Es cierto que algunos alimentos tienen más cantidad
de Magnesio que otros (los frutos secos, por
ejemplo), pero en la práctica es imposible cubrir
las necesidades reales con nutrición, por buena que
sea. Para colmo, los requerimientos de magnesio
aumentan con la edad, de manera que hay que
tomarlo como suplemento nutricional. Porque una de
sus muchas cualidades es aumentar la cantidad de
testosterona libre o bio-disponible, la que
realmente funciona. Además es esencial para variedad
de órganos y sistemas, de manera que su carencia
puede estar asociada a los síntomas descriptos como
“deficiencia de testosterona” o confundirse con
ellos. Por eso, antes de pensar en dar testosterona,
hay que corregir la deficiencia crónica de este
mineral. Que también es esencial en las sinapsis
neuro-musculares, en la emocionalidad, en la energía
general y en el funcionamiento cardiovascular.
Para más información sobre
el Magnesio:
http://www.acupuntura-orgon.com.ar/el_magnesio.htm
Pero aparte del magnesio (cuyo dosaje en sangre
puede hacerse pero es inútil), es importante
investigar la cantidad de testosterona en sangre si
varios o muchos de los síntomas se presentan a
edades relativamente tempranas, antes de los 50 años
o entre 50 y 60 años. O incluso pasando los 70 si
la aparición de síntomas es muy abrupta.
El valor normal de testosterona total es de 300 a
1.000 ng/dL (10,5 a 35 nmol/L).
La concentración de testosterona debe medirse en la
mañana, antes de las 10 horas. Luego, si se
considera necesario, se investiga Testosterona libre
y otras hormonas: FSH, LH, 5a-DHT, Prolactina y
Estrógenos. Y en función de la clínica y el
laboratorio, se determina si es bueno o no indicar
testosterona. Hay variedad de maneras de utilizarla,
las más indicadas son inyectable IM o sobre la piel,
como gel. Cuando realmente falta testosterona, el
efecto de utilizarla es notable y no tarda
más de dos semanas en notarse. Pero hay que
controlar distintas variables porque administrar
hormonas no es inocuo, como ya aprendimos con los
estrógenos en las mujeres.
Tal vez la mejor alternativa sea utilizarla hasta
que se nota el efecto, disminuir la dosis (por
ejemplo pasar de un sobre con gel diario a la mitad)
y a los pocos meses (3 por ejemplo) pasar a otro
sistema para intentar mantener los niveles de la
hormona sin utilizarla directamente. Pueden usarse
hierbas, muchas de las cuales son de probada
eficacia como el Ginseng o la Maca. Y también
hidrolizados de órganos, cuya descripción general
puede consultarse en:
http://www.acupuntura-orgon.com.ar/los_hidrolizados.htm
El
cuadro siguiente ilustra acerca de los valores
normales de todas las hormonas mencionadas:
Existe
consenso acerca de que si la Testosterona total está
por debajo de 300 ng/dl, hay que ocuparse y
preocuparse haciendo un tratamiento. Y no necesaria
y obligadamente con Testosterona, hay otras
opciones.
Es importante hacerse un dosaje de testosterona
total aunque no haya problemas que indiquen su
carencia, porque es un dato a tener en cuenta para
el futuro. Saber qué cantidad de hormona tenía uno a
los 30 o 40 años es de mucho valor si más tarde
comenzaran los síntomas. Si esto ocurriera hay que
consultar independientemente de la edad y aunque no
estén ligados al funcionamiento sexual, que es lo
que más importa a la mayoría.
¿A quién consultar? Es un problema, pero diría que a
un clínico competente (si tuvieran la suerte de
encontrar alguno) y a un cardiólogo, por si
existiera alguna señal de incipiente insuficiencia
coronaria, que puede manifestarse durante bastante
tiempo como disfunción eréctil. Por supuesto que si
encontraran un andrólogo o sexólogo, también está
muy bien y bastaría, junto con el cardiólogo. Pero
no esperen suponiendo que las cosas se arreglarán
solas y echándole la culpa al estrés o a la pareja.
No se contenten con usar Sildenafil o parecido para
salir del paso. No es buena idea cuando se adopta
como costumbre, especialmente si se tiene en cuenta
el amplio panorama de dificultades que se abre a
partir de conocer cuáles son las acciones biológicas
y emocionales de la testosterona. Y también porque
el uso prolongado de esta medicación puede acarrear
indeseables efectos secundarios.
Muy importante considerar que un buen diagnóstico
hecho a tiempo implica una terapéutica más profunda
e integral. Pero ocuparse solo de la disfunción
sexual tomando pastillas en cada encuentro es
altamente peligroso: por lo que no atiende y por la
posibilidad de los efectos secundarios.
También es bueno saber que, además de un buen
encuadre general que debe incluir la toma de
Magnesio y eventualmente la hormona, hay muchas
posibilidades de mejorar la vida sexual con las
hierbas y los lisados mencionados, pero también con
otras técnicas y procedimientos que seguramente no
les mencionarán, ya sea por ignorancia o interés.
Por ejemplo: la acupuntura, la homeopatía y la bomba
de vacío, entre otras.
Es sutil, lento e inexorable, casi como un castigo.
Pero la castración generalizada en esta civilización
es cultural, no biológica, y empieza en la niñez.
La andropausia (y la menopausia) no solo implican
historias personales: la cuestión es colectiva
(social) y sus orígenes se hunden en las tinieblas
del Patriarcado, el sistema confiscatorio de la vida
todavía vigente pese a ropajes que apenas lo
disimulan.
Algo sabemos, aunque no demasiado, acerca de cómo
vivimos los humanos en otras culturas y otros
tiempos. Por ejemplo: conocemos algo de la Vieja
Europa del neolítico, de los Arawacs (los que
encontró Colón en el Caribe), de los Tehuelches de
la Patagonia ya casi desaparecidos y de otros
pueblos que también aman y reivindican la vida: en
la actualidad muy pocos y la mayoría al borde la
extinción. Sí sabemos que este es tiempo de crisis y
su expresión biológica ha empeorado en los últimos
años, tanto que las cifras promedio de Testosterona
y espermatozoides aptos han descendido en los
Estados Unidos, de acuerdo a estadísticas
confiables.
Pero esta cultura euroasiática, que desde hace 6 a 8
milenios domina en forma de Patriarcado, es
profundamente castradora de la vida en cada recién
nacido y a lo largo de toda su existencia. Según un
mito occidental muy divulgado (y aplicable
exclusivamente a esa cultura), esta marca en el
orillo se llama complejo de Edipo. Y así nos
desarrollamos y vivimos: escapándole, si podemos, a
las consecuencias más invalidantes y humillantes de
la castración original. O sea: a la muerte en vida.
Heredamos una civilización profundamente enferma, de
manera que somos hijos de la carencia y no de la
abundancia, como es la vida naturalmente cuando se
la deja vivir. Es más: habitamos sociedades que
son el resultado de la organización de la carencia.
Y ahora sabemos que el comienzo biológico de la
castración-andropausia (en los que logran llegar
más-o-menos enteros), es alrededor de los 30 o 35
años. Este es el momento en que empiezan a disminuir
drásticamente las hormonas básicas relacionadas con
la cuestión que nos ocupa y nos preocupa.
¡Demasiado jóvenes para empezar a vivir con ese
límite tan temido, aunque sus consecuencias
comiencen a notarse en un “después” tan variable
como cada historia! Esto explica a la perfección la
escasa vitalidad de la gran mayoría de la población
y su tendencia a refugiarse en mediocres expresiones
de existencia. El declinar precoz de las hormonas es
indicador fiel de esta grave limitación y sus
consecuencias, que pueden transformar la vida en una
pesadilla, muchas veces demasiado larga, según
parece suceder en la actualidad.
Y entre las mujeres ocurre algo parecido: las
ginecólogas recomiendan embarazarse antes de los 35,
porque después empiezan “los problemas”. Uno de
ellos es la dificultad para parir naturalmente o,
simplemente, saber hacerlo. Aquí ya estamos rozando
el ridículo y la corrupción: ¿conocen mujeres que,
en la actualidad, tengan a sus hijos por parto
natural? ¿O que no necesiten un curso para “aprender
a parir”? ¡Es lo mismo que necesitar adiestramiento
para saber orinar!
Un aspecto muy importante es aceptar que debemos
aprender mucho de las culturas antiguas, que han
resuelto de manera creativa y original algunos
problemas ligados al crecimiento, desarrollo y
equilibrio social. Los tehuelches, por ejemplo,
descubrieron una ingeniosa manera de evitar o
disminuir la posibilidad de embarazo. Calentaban los
testículos, lo cual implicaba una inhibición de la
generación y liberación de espermatozoides. Vaya a
saber cómo lo descubrieron, es tan enigmático como
el descubrimiento de los puntos de acupuntura por
los chinos. Pero lo lograron aprovechando la
circunstancia de que los túbulos seminíferos
necesitan una temperatura más baja que la del resto
del organismo, razón por la cual los testículos
están fuera del abdomen, a diferencia de los
ovarios. Bueno, no es tan “enigmático” en ninguno de
los dos casos: eran inteligentes y observaban con
atención y vocación el mundo que habitaban.
Podríamos acudir a otros mitos y diversas historias,
pero el significado profundo de la cuestión (y su
resultado) es que nacemos dentro de una trampa que
nos transforma en víctimas y al mismo tiempo nos
declara culpables. Víctimas de un mal llamado Miedo
a Vivir. Y culpables si logramos superar el Miedo y
lo intentamos. La precocidad de la aparición de la
andropausia es una prueba palpable de intento de
castración. Es que sus implicancias son vastas y sus
resultados, impredecibles. Pero todos suenan a
límite, a restricción, a desarrollo de carencias y
necesidades sustitutivas. Todo lo contrario de la
vida y sus características básicas, que son la
generosidad, la exuberancia, el despliegue, la
expresión y la alegría. El proceso de la andropausia
implica convertirse en alguien tosco, torpe y
turbio. Va encogiendo al cuerpo como si quisiera
hacer tocar la tierra con la frente. ¡Y no me digan
que esto es natural! Podrá serlo a una edad
bastante avanzada, pero no entre los 40 y los 60,
decididamente. Y sin embargo en nuestra cultura
está empezando cerca de los 35 años…
La
andropausia es un otoño por la edad en la que suele
empezar a manifestarse. Y no un otoño al cual se le
presta atención y cuidado. No: es “distraído” porque
se supone que a los varones nos está vedado tener
“esos problemas”. Y si los hay, “mejor que no se
noten”, de manera que hacerse el distraído es la
norma. Y por eso el silencio en un tema que necesita
mucha divulgación y conocimiento colectivo. Los
varones tenemos que aprender mucho de este otoño
inevitable. Y las
mujeres, también.
Autorretratos de Rembrandt, su propio devenir
Y este, que no parece autorretrato,
pero es genial:
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