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Cielito Lindo - Recopilación I

Número 1 - Febrero de 1996
Número 2 - Marzo de 1996
Número 3 - Abril de 1996

 
Para empezar, un poco de Prólogo                   
(Como decía César Bruto)

Cielito Lindo fue un Boletín de Medicina Energética caseramente publicado desde mi consultorio de Buenos Aires, entre febrero de 1996 y agosto de 1999. Fueron 16 números y casi todos contuvieron artículos varios: desde temas esenciales de medicina energética a cartas de lectores o memorias personales de algunos pacientes. Fue un experimento periodístico hecho con mucho trabajo y necesidad de comunicar, algo que en su momento fue leído con atención y creó un fuerte vínculo emocional con sus seguidores. Que no eran excesivos en número, ya que Cielito Lindo se publicaba en tamaño de pequeña revista y era enteramente gratuito para los lectores pero no para el editor: ¡fue una aventura bastante cara pero muy hermosa, y eso lo justificaba!

Esta recopilación implica la presentación de los primeros tres números, que se publican casi enteramente. Solo se ha dejado material excesivamente personal o muy ligado a la coyuntura de la publicación. Algunos artículos fueron posteriormente utilizados en la página web (http://www.acupuntura-orgon.com.ar) o en otras publicaciones. Y una aclaración sobre el primero: empieza con una celebración por haber comenzado a trabajar en un lugar nuevo (abierto, luminoso, ventilado y con una vista hermosa) que constituía la verdadera antítesis del anterior (lóbrego, oscuro, cerrado y con vista a una pared).

Cielito Lindo es un recuerdo entrañable para muchos de nosotros. Y espero que también lo sea para los recién llegados a este lugar, que sigue teniendo un horizonte y un cielito lindo para ver y querer.

 

 

Cielito Lindo                                                                                               Número 1 - Febrero de 1996

 

Nueva etapa

No es casual que este boletín de circulación tan restringida debute junto con el cambio de consultorio. Durante los últimos tres años fue creciendo la sensación de asfixia por las características físicas del lugar donde estuve trabajando durante una década y hasta hace pocos días. Y la cosa iba en franco aumento porque allí no era posible desarrollar otras actividades diferentes de la atención médica tales como investigar, dar charlas informativas y comenzar a enseñar esta variedad de medicina energética que practico. Pero no solo ha existido esta limitación relacionada con los proyectos mencionados: la contaminación energética también estaba afectando mi trabajo con los pacientes.

Es que los edificios no son neutros: tienen su propia energía que se modifica con la de quienes los habitan o transitan. Y un consultorio médico o psicológico es un lugar de alto riesgo por las características que allí adquieren los intercambios energéticos entre los pacientes, el equipo médico y el medio ambiente. Es claro que nadie va a dejar margaritas a un consultorio. En la trama del argumento terapéutico es deseable que una persona logre desalojar parte de su lado oscuro (energía negativa) durante las sesiones lo cual es, justamente, un aspecto fundamental del tratamiento.

Pero cuando un lugar está tan dificultado de limpieza energética como el viejo consultorio (el sol no lo alumbraba y las brisas no lo conocían) es imposible regenerar su contenido energético, de manera que con el tiempo la contaminación aumenta y el lugar se transforma lentamente en un depósito de energía altamente negativa. Entonces hay que irse, no hay otra solución.

En este nuevo lugar hay algo parecido a un horizonte. Basta con asomarse al balcón o a las ventanas para verificarlo. No es necesario ser ingrato y hasta injusto con el sitio anterior, pero ahora puedo asegurar (en carne propia) que las condiciones energéticas de un lugar son determinantes.

Es curioso que el tema tenga tanta relación con el objeto de mi práctica médica y la investigación, ya que se trata de la dificultad para “limpiar” la energía de un lugar cuando este se encuentra encerrado y casi sin contacto con el medio ambiente. ¡Y eso es exactamente lo que ocurre en cualquier proceso patológico!

También nosotros somos una “vivienda” habitada por materia y energía, pero solo logramos mantenernos sanos cuando esa energía se encuentra en movimiento y puede fluir libremente, asegurando la integridad de la materia. En cambio, generamos la enfermedad cuando la energía se estanca, favoreciendo el desarrollo de bloqueos y la rigidez de la coraza caracterial. En esta situación ya es difícil participar plenamente en la fiesta de la vida, a la cual fuimos invitados en los comienzos de nuestra existencia. Esta es la génesis de casi todas las enfermedades y a la superación de esta condición es que están dirigidos los esfuerzos en un tratamiento de medicina energética.

De manera que la necesidad de solear y ventilar también rige para las personas y no solo para los ámbitos físicos como viviendas y consultorios. En la antigua China existía una costumbre vinculada con estos asuntos: cuando la gente se mudaba a una casa que había sido habitada, se golpeaban las paredes y se prendían ramas aromatizantes para desalojar la energía producida por los antiguos moradores. Era una especie de “borrón y cuenta nueva” a nivel energético. Ustedes verán que los edificios también envejecen y existe la necesidad de remozarlos cuando están habitados y el tiempo pasa, tal cual es su tendencia natural.

¿Por qué habría de ser diferente con nosotros? ¿O acaso no necesitamos solearnos y ventilarnos para sentirnos mejor?  En todo caso es bueno saber que no se trata “solo” de un hecho subjetivo: recibir al sol y dejarse acariciar por los vientos es una necesidad objetiva para estar más cerca de esa extraña condición llamada salud. Está claro que hay acontecimientos y sucesos de la vida que funcionan “soleando, oxigenando y ventilando”, sin duda un buen antídoto contra el plomo-estándar. Pero la cuestión también está planteada en términos literales: el sol y la brisa son necesarios de una manera físicamente concreta. De una vez por todas hay que acabar con ciertas equivocaciones lingüísticas que terminan en pavorosos errores conceptuales y mayor cantidad de muerte: la naturaleza no se reemplaza por la cultura, como quieren algunos cagatintas. El sol no se reemplaza por un televisor ni el aire por un ventilador.

Esto es muy parecido (por no decir igual) a mi necesidad de cambiar un consultorio-sótano por un consultorio-terraza. Un penar por un solar, un lúgubre por un alegre, un inmóvil por ese viento que atraviesa los espacios y parece que se lleva todo, un eructo de ascensores por las campanas de una iglesia que festejan las horas del día, ese desdichado paredón por esta plaza con árboles, chicos y viejos.

Mejor para mí y mejor para ustedes, porque ahora será más fácil ayudarles a mejorar la vivienda donde habitan.

Este lugar tiene un horizonte

Está claro que la medicina energética necesita un lugar apto para su desarrollo, casi podríamos decir: un lugar digno. ¿Pero este sitio es única y exclusivamente para atender mejor a mis pacientes y sentir las campanadas y los pajaritos?

Habría que contar algunas otras cosas, por ejemplo: ciertas características de la tradición de las dos escuelas que otorgan su fundamento al sistema de diagnóstico y terapia que aquí se pone en práctica, la acupuntura tradicional china y la orgonomía de Wilhelm Reich. Una de ellas consiste (y esto para nada es exclusivo de esta propuesta) en la necesidad de que un sistema médico en desarrollo realice simultáneamente tres actividades en forma articulada y coherente: asistencia (atención médica), investigación y docencia.

Durante varios años el consultorio de la calle Cabello fue soporte de variadas investigaciones grupales en torno a la energía, el tema convocante y central de esta línea. Junto con mis amigas Estela Pan, María Julia García, Silvia Solazzi y Busi Dubin trabajamos durante un período de cinco años. Pero en los últimos dos no me atreví a seguir invitándolas por una cuestión de “delicadeza energética”: el lugar ya no daba para seguir, de manera que algunas investigaciones muy prometedoras fueron postergadas para “mejores momentos”, que tal vez hayan llegado.

Ustedes saben que el tema de la energía está de moda, lo cual atrae una nube de curiosos entre los cuales abundan mentirosos y chantas de todo pelaje. Es bueno prevenirse contra esta invasión de oportunistas preguntándoles no qué título tienen, si no qué cosa entienden por energía, poniéndose pesado si la respuesta es ambigua y huyendo si no resulta convincente. Pero hay algo decisivo acerca de la seriedad con la cual se aborda este tema tan apasionante y trascendente: consiste en saber si la persona que parece tan entregada a esta disciplina realiza o no alguna tarea de investigación. Es sumamente fácil hablar de energía con la mirada perdida en el horizonte, invocando balbuceante a los dioses perdidos en la historia y atrapando a un auditorio ávido de solucionar sus problemas.

Pero es bastante más difícil seguir el ejemplo de Salvador Mazza, el brillante médico argentino que demostró la relación entre la acción del agente productor de la enfermedad de Chagas-Mazza (el tripanosoma cruci) y la típica miocarditis que produce esta enfermedad en nuestro país. Él predicaba el método “óculo-glúteo”: nalgas en la silla, ojos en el microscopio. Las claves de su descubrimiento fueron una gran dedicación al trabajo, la observación objetiva de lo que veía y un saludable desprecio por la petrificada opinión de la momias académicas que criticaban sus opiniones sin fundamento alguno. Un notable ejemplo que convendría imitar, el del doctor Mazza.

El tema de la energía es atrapante, deslumbrante y prometedor. Pero también es resbaladizo, difícil y conflictivo por las notables diferencias con las interpretaciones “oficiales” que se derivan de sus hallazgos. De manera que es imprescindible investigar en alguna de sus infinitas facetas si se quiere progresar y hacer un aporte a “la causa”. Es casi una obligación para un energetista. Pues bien, en este nuevo lugar la investigación grupal volverá a tener su sitio, ya que la individual nunca cesó.

Y el tercer asunto es la docencia, cosa que nunca pudo ser siquiera pensada con la precaria infraestructura anterior. Desarrollar un trabajo que tiene prometedores horizontes en el diagnóstico y la terapéutica fundamentados en la atención médica y la investigación, también supone un tácito compromiso ligado a su difusión.

La tarea de difundir tiene dos niveles diferentes: uno es el del público en general y el otro el de la preparación de profesionales que quieran asumir este compromiso con la salud de sus pacientes y la de la sociedad. En los dos casos se trata de una formación, solo que en el primero está orientada a lograr la difusión y comprensión de una concepción médica diferente a la recibida desde el nacimiento, mientras que en el segundo el objetivo es formar médicos y otros trabajadores de la salud en la línea de la medicina energética.

Y bien: el cambio de lugar también está relacionado con estos proyectos porque las características del espacio disponible son decisivas para poder sostener una charla de divulgación con más de diez personas o trabajar en profundidad con un grupo que desee aprender este estilo diferente de “enfocar” la medicina. Estos proyectos ocupan un lugar muy importante dentro del horizonte de sucesos del nuevo consultorio. Como periodista -y no solo como médico- confío en el poder del diálogo y la palabra, de manera que este lugar está abierto “a los hombres y mujeres de buena voluntad” (los otros aquí no interesan) que quieran intercambiar conocimientos, ideas, experiencias y hasta ignorancia.

  


 

 

 

Cielito Lindo                                                                                  Número 2 - Marzo de 1996

 

Cuídate, corazón

Según la visión de la acupuntura tradicional china -obtenida luego de siglos de paciente observación- la época estival se corresponde con el punto más alto en las funciones del corazón y del intestino delgado. Esto quiere decir que durante el verano la acción de estos órganos está en su máximo, lo cual representa un riesgo si se los somete a un sobre-esfuerzo funcional.

Las consecuencias pueden ser desastrosas, tanto que según estadísticas confiables, la mayor frecuencia de “accidentes” cardiovasculares fatales se produce durante los meses del verano y especialmente al mediodía. Esta información es de valor para verificar la sabiduría de los ignotos genios que cimentaron el vasto edificio de la acupuntura, ya que según esta ciencia, no solo el corazón predomina estacionalmente durante el verano si no que también lo hace diariamente entre las 11 y las 13 horas.       

¡Hace más de dos mil años los chinos descubrieron “la novedad” de los ritmos biológicos que ahora causa furor en los ambientes especializados!  Esta es la razón por la cual los cardíacos temen al calor y rechazan exponerse al sol casi de una manera natural: sienten y  “saben” que les hace mal. También está claro para muchas personas que no han perdido del todo la percepción del funcionamiento natural, que hacer un ejercicio violento durante las horas de mayor temperatura puede llegar a ser una variedad del suicidio.

Lamentablemente, la mayoría de las personas que portan un problema importante en el corazón o las arterias, ignoran su verdadero estado hasta que se arriesgan a un esfuerzo para el cual no están preparadas. En esa situación, un trabajo físico que para otras personas implicaría solo el soportar algunas molestias hasta llegar a la compensación fisiológica, podría ser fatal para quien está seriamente enfermo y lo ignora. Es que la gran mayoría es incapaz de advertir la existencia de estos problemas sencillamente porque la adaptación a la vida en las grandes ciudades implica el vivir como un inválido.

Convengamos que levantarse para viajar hasta una oficina y pasarse el día sentado en una silla no requieren un nivel de actividad física que pueda funcionar como aviso de una incipiente insuficiencia cardíaca. Y si existe alguna “fatiga” al subir las escaleras, basta con decir que “son los años” o “me falta entrenamiento”. Para colmo, el estrés de la vida cotidiana y la pésima alimentación combinada con la vida sedentaria, suelen detonar la aparición del otro factor gravitante en estas historias con desenlace lamentable: la hipertensión arterial.     

Pero esta no es la única línea de correlación o “casualidad” que puede observarse en torno a estos problemas. Existe otra que también ha sido bien descripta por la vieja medicina china (¿no será, en realidad, parte esencial de la medicina del futuro?), y es la trascendente relación con las emociones. De hecho, según la mayoría de las tradiciones, en el corazón residen las emociones más intensas. ¿Será puro “folklore” sin importancia salvo para la supervivencia de los guionistas de telenovelas o películas románticas?

¡De ninguna manera: esta es una cuestión central para la medicina energética!  No es pura metáfora, ni “adorno poético” (ya se sabe lo que nuestra cultura entiende por poesía: un adorno lindo pero inútil): los problemas del corazón se convierten en problemas del corazón. Por algo uno dice: “Tengo el corazón destrozado”, “Tiene un gran corazón”, “Es duro de corazón”, “Parece que no tuviera corazón”, “Es de corazón abierto”. Creo que todos conocemos historias de personas que, sabemos bien y más allá del diagnóstico “oficial”, han muerto de tristeza a través del corazón, que no podía seguir soportando tanta soledad, desvalorización o desdén.

Por ejemplo: las parejas de ancianos muy unidos o extrañamente simbióticos, donde uno de ellos fallece y el otro “lo sigue” en poco tiempo más sin que haya “causa conocida” de suma gravedad. Esto no es sensiblería barata: una ciencia verdaderamente humana no puede excluir las emociones humanas en la génesis y desarrollo de cualquier enfermedad. Es más bien la insuperable torpeza de la medicina mecanicista vigente lo que resulta difícil de admitir, con su loca manía de confundir a una persona con un mecano. Pero, por suerte, hasta los gestos más espontáneos y naturales demuestran la íntima relación entre ciertas vísceras y nuestra verdadera naturaleza: cuando alguien se expresa desde lo más profundo y auténtico de si, inevitablemente se toca el pecho, demostrando que “está hablando con el corazón”. Sin embargo, muchos piensan que lo más valioso de las personas queda arriba, en esa terraza habitada por la cabeza que se tocan dando golpecitos con el dedo índice al tiempo que dicen sentenciosamente: “No sé que tiene aquí”.

Pero solo los corazones duros y rígidos pueden partirse por el medio, mientras los blandos perecen de tristeza como quien ya no quiere más. Es de gran trascendencia sanitaria ayudar a los que tienen “corazón sensible”, a los que se emocionan con “las cosas de la vida” y son capaces de amar y por lo tanto entregarse más allá de los riesgos, a los que son solidarios con el destino de los otros, a los sensibles ante un amanecer o cualquier otra expresión de la belleza.

Es fantástico conocer gente que puede tocarse el pecho y mirar a los ojos para definirse. Pero, por favor, ¡cuidáte el corazón, corazón!  

 

 

 

El Cuarto Anillo

Orgonomía es el nombre de la ciencia que fundó Wilhelm Reich para estudiar el campo de la entera realidad desde la energía. Uno de sus hallazgos más notables reside en haber descripto la existencia de siete anillos o segmentos en la estructura humana, de los cuales el primero es el ocular y el último el pélvico. Estos anillos son la sede de la funcionalidad energética y contienen decisivos aspectos de la caracterialidad humana, tanto a nivel somático como psico-emocional. Veamos que nos dice la orgonomía sobre el cuarto anillo o torácico, donde encontramos al corazón, a través de la autorizada palabra del Dr. Federico Navarro. El distingue entre emoción (expresión de reactividad) y afecto (expresión de motivación), atribuyendo al cuarto anillo las emociones de nostalgia, ira y odio, mientras que los afectos correspondientes son: tristeza, soledad, felicidad, amor, incertidumbre y ambivalencia.

Desde hace varios años estoy investigando a los anillos a través del sistema de mediciones electrónicas, con el cual se mide un punto de acupuntura ubicado en el centro de cada uno de ellos. Y de acuerdo a mi estadística de 1305 mediciones, es raro observar que este anillo no se encuentre en una situación conflictiva: casi siempre es uno de los más bajos en cuanto a su cantidad de energía, mientras que los dos primeros (el ocular y el oral) casi indefectiblemente están energéticamente excedidos. Se verá que estas mediciones reproducen con exactitud los valores de la cultura hegemónica: mucha cabeza (aunque no inteligencia) y poco corazón (demasiada angustia pero escasa sensibilidad). Es muy interesante, pero también bastante dramático...

Historias

Ayer sucedió algo maravilloso en el consultorio: don Pedro José lloró recordando a su mujer. Estaba poniéndole las agujas y comentábamos algo sobre separaciones. Y de pronto produjo gruesos e imparables lagrimones y la escena cambió y sentí la misma congoja que él: solo el duro adiestramiento profesional hizo que pudiera terminar con mi idea terapéutica. Este hombre tiene 71 años y hace diez que su esposa ha muerto. No tuvieron hijos y eran tan juntos que los amigos temían que decidiera suicidarse, pero no lo hizo: soportó la tristeza y siguió, aunque maltrecho y con una horrible sensación de mutilación que no lo deja. Y ayer por la mañana, acostado en la camilla, quieto y vuelto hacia adentro revivió una imagen que me confió sollozando: me dijo que ella era un ángel, que no podía ni quería olvidarla y que después de veintiocho años de casados ellos seguían durmiéndose con las manos juntas. Fue tan intenso y hermoso compartir ese recuerdo tan vívido que por un momento los vi juntos, con las manos unidas y jurándose amor eterno. Ella estaba allí, junto con nosotros. Pude advertir su mirada y su sonrisa de triunfo. Y me fui para dejarlos solos, justo cuando sus manos volvían a encontrarse y el cuarto se ponía tan luminoso que todavía alumbra.

Palabras

Hay algunas que se venden y se compran solas, como la palabra enfermo. Podría decirse que para un médico este término debería ser claro y significar algo bastante definido. Sin embargo, nunca escuché absolutamente nada acerca de su verdadero sentido o trascendencia. Resulta difícil de creer pero es cierto: ni en los varios años de estudio en la Facultad de Medicina, ni durante las experiencias de Hospital y tampoco en mi relación con “medicinas diferentes” escuché o leí siquiera un comentario sobre algo que parece tan obvio. Tal vez sea por eso: parece demasiado elemental y entonces su significado se “descuenta”.

Sin embargo es una cuestión sumamente importante porque la ambigüedad y la superficialidad con que se emplea esta palabra, demuestran claramente la confusión y la ignorancia de la ciencia médica acerca de una situación tan elemental en función de su tarea. También para mi era una cuestión accesoria hasta que un día, jugando con un diccionario etimológico, me enteré simultáneamente de tres cosas: su significado, su importante sentido y mi propia ignorancia. Reconozco que uno se siente bastante tonto al enterarse porque después parece muy elemental: es de esas cosas que están demasiado cerca como para verlas.

La palabra enfermo deriva del latín infirmus: in es una partícula negativa (niega lo que sigue), mientras firmus significa firmeza. De manera que ahora el enigma se ha develado: enfermo quiere decir que no está firme o que ha perdido su firmeza.

¡Es muchísimo más elocuente que cualquier definición técnica! Uno podría redactar una enciclopedia amontonando características cuantitativas acerca de lo que está (o parece) alejado de lo “normal”, pero difícilmente encuentre una manera tan profunda y elocuente de definir a alguien que está “enfermo”. Es muy simple: quien no está sano se encuentra endeble, falto de firmeza. Se verá que la definición excede con mucho el plano de lo estrictamente biológico, aunque lo integra.

Pero lo firme no se refiere únicamente a la integridad del hígado o los huesos: también incursiona en la vida de las personas a través de su comportamiento. De golpe el origen de una palabra alumbra acerca de su verdadero significado más allá del sentido con el cual se utiliza al vocablo en la actualidad. Es una verdadera lección de sabiduría a través de la historia del lenguaje, que cambia como la vida misma.

 

Efectos especiales

La acupuntura tiene la capacidad de producir asombro en sus practicantes todos los días, aún después de veinticuatro años de ejercerla. Pero si se le agrega una herramienta tan formidable como la orgonomía, entonces el asombro aumenta a límites insospechados. Voy a contar dos pequeñas historias recientes, tanto que ambas son de esta semana. Y aseguro que no son excepcionales: son, simplemente, las últimas.

Leda tiene algunos problemas energéticos que producen síntomas diversos, ninguna de ellos de gravedad aunque molestos. Últimamente estaba muy preocupada por cierta dilatación abdominal (muy raro en ella) acompañada de vagas molestias en la misma región. Pero ella era consciente, por experiencia y autoconocimiento, que dichos síntomas tenían relación con situaciones en las cuales debía tomar una decisión aunque no lograba hacerlo. De esta manera ya se habían generado dos problemas: el original y la obsesión por resolverlo.

Durante la última sesión elegí algunos puntos que ya había utilizado y coloqué las agujas en ellos, pero además agregué un Dor-buster (tubo extractor de energía) en el punto 15 del meridiano de Vaso Concepción, que está ubicado en la terminación del esternón y corresponde al diafragma. Su disfunción se corresponde con viejas historias personales (en todos los que pertenecemos a esta especie) y está íntimamente relacionado con el bloqueo respiratorio, otra “marca en el orillo” del ser humano que conocemos.

Cuando terminó la aplicación Leda tenía una expresión facial marcadamente angelical, que espero la siga acompañando. Entonces se sentó despaciosamente en la camilla y me explicó que al rato (serían unos diez o quince minutos) comenzó a sentir con mucha intensidad e inequívocamente que su problema de decisión, que tanto la atormentaba, se resolvería solo y favorablemente. Que no debía hacer nada. Esta poderosa sensación, muy creíble por lo inédita e intensa, se transformó en una paz que no lograba experimentar debido, justamente, al esfuerzo obsesivo para resolver el problema.

María, en cambio, tiene esofagitis y gastritis junto con dificultades para dormir. Es claro que esta problemática no radica en la alimentación (que en este caso solo funciona empeorando el cuadro cuando es inadecuada) si no en la dificultad para expresar sus verdaderos sentimientos, que literalmente, “se traga” junto con las circunstancias que resultan “indigeribles”. Vengo tratando a María desde hace un tiempo, de manera que conozco su reacción ante determinada combinación de puntos que ha resultado bastante eficaz para tratar sus problemas.

Pero durante las aplicaciones nunca había ocurrido una clara manifestación emocional emergente desde la profundidad. Esta vez utilicé los mismos puntos, pero le agregué un Dor-buster en el punto 12 de Vaso Concepción, que está a mitad de camino entre el ombligo y la terminación del esternón. Cuando regresé a los veinte minutos, María estaba llorando. No estaba triste, simplemente lloraba sin saber muy bien porqué, aunque no desconocía las posibles razones. “Algo” muy profundo se había aflojado y necesitaba salir, tal vez muchas de las historias que había tragado sin digerir y que allí estaban presentes, lastimando la mucosa digestiva.

En los dos casos la novedad terapéutica era la incorporación de un artefacto muy simple, pero capaz de remover la energía como para lograr un efecto verdaderamente profundo. Parecerá “magia”, pero no lo es. Se trata, simplemente, de poner en movimiento la energía allí donde se ha estancado creando bloqueos donde pueden advertirse la íntima relación entre las historias vividas, los conflictos que devinieron, las emociones contenidas en el bloqueo y la disfunción aparejada.

Una manera “fácil” y sorprendente de tocar con las manos la unidad del ser. ¿Cómo explicar, si no, que un procedimiento de origen físico pueda lograr tales reacciones y sensaciones? Hay un lugar, no tan secreto como parece, donde estamos profundamente unidos, y adonde puede accederse trabajando sobre la energía. Pero bueno, siempre que esto ocurre es inevitable sentir un leve, profundo y deslumbrante estremecimiento.

 

La botica perdida

Hay una buena receta para los dolores de cabeza que puede ponerse en marcha como procedimiento de emergencia, más allá de intentar resolver el problema con una terapia más profunda (esta “advertencia” me hace acordar al “consulte a su médico” de las propagandas).

Consiste en ponerse un broche en el lóbulo de la oreja. Sí, “escucharon bien”: un broche común para ropa a presión en los lóbulos. Hay que dejarlo veinte  minutos y luego retirarlo. El procedimiento también puede ser de utilidad para dolores de origen dental y facial. Al menos vale la pena probarlo, ya que también puede ejercer cierto efecto tranquilizante agregado al que se produce naturalmente si la analgesia funciona.

Sucede que la oreja contiene un microsistema muy utilizado en acupuntura. O sea: un lugar desde donde pueden tratarse casi todos los problemas o situaciones factibles de ser tratados con acupuntura, ya sea como terapia exclusiva o combinada con el resto de los puntos ubicados a lo largo y ancho del organismo humano. Y en el lóbulo están las localizaciones correspondientes a la cabeza, tanto en lo referente a los órganos como a las funciones del sistema nervioso central. Esta es la razón por la cual su estimulación puede resultar sumamente beneficiosa para tratar los síntomas mencionados.

Puede evitar una buena cantidad de analgésicos irritantes de la mucosa digestiva. Sería interesante saber que opinan los laboratorios y los joyeros acerca de esta técnica. Ojo: ¡hay que sacarse los aros antes de ponerla en práctica!

 

 

 

 

 

Cielito Lindo                                                                                    Número 3 - Abril de 1996

 

 Otoño a puro pulmón

Fijen la mirada en el otoño: las hojas se caen y predomina una suave nostalgia, a veces emparentada con cierta tristeza. Hay momentos que saben a puro otoño y uno de ellos es el atardecer. Y también están las estaciones del alma, pero de ellas hablaremos otro día, cuando se caigan algunas hojas más...  

El otoño expresa una transición importante en el devenir de los incesantes cambios que caracterizan a la vida: está entre el esplendor exuberante del verano y el recogimiento del invierno. Por eso se nota tanto el cambio en los hábitos del sol, que duerme más temprano y se levanta más tarde que durante el verano, cuando todo parece luz y fuego. También cambia la temperatura, que va disminuyendo en promedio. Y tanto las plantas como los animales nos enseñan cómo debe cuidarse la vida cuando cambia: aquellas dejan el follaje que no podrán mantener y éstos acopian alimentos para superar la incertidumbre del frío invierno.

En la vida de los hombres también hay un otoño, que coincide con la madurez del ser y permite la irrupción de los recuerdos sin que estos paralicen o entristezcan demasiado. Es el momento de cosechar lo que se ha sembrado, el tiempo de dar y recibir con esa paz que ya no necesita la euforia incendiaria del verano, un poco veleidosa y tal vez insegura.

Según la Medicina Tradicional China (que merece estas mayúsculas) el otoño es la expresión de un conjunto de cualidades que pueden encontrarse tanto en los hombres como en la naturaleza. Pero algunas personas tienen un predominio estable de estas características: son los que corresponden a la constitución metal, una de las cinco opciones básicas en las que podemos ubicar al conjunto de los humanos. ¿Con qué se puede relacionar a esta constitución y qué características sobresalientes presentan?

Suelen ser personas de talla más bien alargada, algo delgadas y ligeramente encorvadas, de espaldas no muy anchas y nariz larga. Sus manos son largas y con dedos apretados y lisos salvo en las uniones articulares, donde pueden verse tres pliegues. A veces tienen cierto tinte violáceo en las manos, lo cual denota su sensibilidad al frío. ¿Se acuerdan de los “sabañones”, esa institución de aquellos tiempos? Pues bien, estos metales no se los pierden.          

¿Cómo son en la infancia los representantes del otoño?  Suelen ser delgados, pálidos y faltos de apetito. Tienen rinitis, laringitis, bronquitis, faringitis, otitis y amigdalitis con mayor facilidad que los niños de otras constituciones. Pueden tener asma y eczemas o urticaria desde la primera infancia. A menudo son estreñidos o presentan enuresis. Por lo general necesitan acostarse temprano, ya que se cansan mucho. Y en la adolescencia son los que con mayor frecuencia tienen acné.

Veamos ahora el comportamiento de los adultos de la constitución metal. Son propensos a la fatiga precoz, ya que su tono energético es bastante bajo. Se van cansando progresivamente y a la tarde experimentan un sensible “bajón” que tiende a inmovilizarlos. Son naturalmente “mañaneros”, ya que es a la mañana cuando pueden aprovechar el máximo de su energía. Se acuestan temprano debido a que necesitan mucho descanso y se organizan períodos frecuentes de reposo o vacaciones. Pueden tener alguna lentitud en la ideación y falta de concentración. Tienden más a la reflexión que a la acción. Suelen ser de humor triste y pesimista, más bien melancólico, tal cual corresponde a la naturaleza de la estación que los representa.

Las enfermedades más frecuentes de la constitución metal están relacionadas con la vulnerabilidad de estas personas a nivel de los aparatos respiratorio y digestivo, pero también de la piel y del sistema linfático.  De  manera que encontraremos una clara tendencia a desarrollar cuadros infecciosos: gripes frecuentes (a veces por la simple exposición al frío o a las corrientes de aire), bronquitis, laringitis, sinusitis o rinitis a repetición. Pero también asma bronquial, a menudo asociada con problemas crónicos en el colon, cuyos síntomas pueden alternar la diarrea con el estreñimiento y presentar hemorroides. Por su fragilidad linfática aparecen con frecuencia adenitis (inflamación de los ganglios linfáticos) y cistitis. También suelen tener un pequeño déficit en la función de la glándula tiroides, lo cual podría explicar lo friolentos que suelen ser. Desarrollan caries dentales con bastante facilidad y variados problemas de columna vinculados a la debilidad de sus ligamentos.

¿Qué afinidades tienen los sufridos metales?  Estas personas aman al otoño a pesar del mal que puede ocasionarles, una característica tan sorprendente como la atracción que experimentan por los lácteos y que pagan con alergias de todo tipo y color. Temen al frío, que penetra sin misericordia en sus frágiles pulmones, y que suelen sentir especialmente en el pecho, los hombros, la cabeza y los pies. Gustan de los picantes y los chocolates, que no parecen sentir la misma simpatía por ellos.

Cuando estas características son muy marcadas, la vida puede llegar a transformarse en una deambulación de médico en médico para paliar los diversos problemas de salud que suelen tener y que comprometen aún más su precaria situación energética. Lamentablemente, la medicina estándar ignora que todos estos síntomas se deben a una única causa, de manera que se los trata (o maltrata) con múltiples indicaciones para cada uno de los problemas que consultan. La consecuencia es la instalación de un verdadero “círculo vicioso” (anti-bióticos, anti-histamínicos,  corticoides, anti-inflamatorios, etc.) que baja más aún las defensas e irrita al intestino. Lo cual empeora el estreñimiento e impide eliminar las toxinas, que vuelven a dañar los órganos conflictivos...y así sucesivamente: a empezar otra vez con el mismo ciclo.

La medicina energética considera que toda esta problemática debe tratarse en conjunto confeccionando un programa terapéutico en base a la acupuntura, medicación homeopática, oligoelementos, acumuladores de energía, nutrición atóxica y una disciplina de actividad física adecuada a cada necesidad personal.

 

 

No repitas el año

Eso dicen los carteles y los pasacalles. La ciudad está llena de mensajes por el estilo, que tienen olor a examen y sabor a frustración escolar. Pero aquí la idea es otra: no repetir el año significa que se puede aprovechar la época de los grandes cambios climáticos para mejorar el estado general. Y esta idea está claramente asociada a la necesidad de limpiarse de la mayor cantidad posible de toxinas. 

Justamente son dos las estaciones del año donde resulta particularmente adecuado poner en práctica un programa de desintoxicación: el otoño y la primavera.  En ambos casos se trata de estaciones más templadas que las otras dos,  el verano y el invierno, que suelen ser extremosamente climáticas. Hay, entonces, una cierta paz con dos matices bien diferenciados: la extraña melancolía del otoño y la vital alegría de la primavera, cuando la vida resucita sin disimulo. Éstas  estaciones son una excelente oportunidad para las maniobras de desintoxicación porque el organismo tolera mejor el impacto del cambio de hábitos cuando las condiciones “externas” no implican un gasto energético excesivo, como ocurre cuando hay que defenderse de los grandes calores o de las temperaturas muy bajas.

Ha llegado, entonces, el momento y el lugar para poner en práctica La Escoba Metereta, la propuesta desintoxicante de este consultorio. Porque la idea es no repetir el año, al menos en sus aspectos más nefastos. Este programa no tiene contraindicaciones, salvo en el caso de severas condiciones del estado general, única circunstancia en la cual vale la pena “pedirle permiso al médico”. La gran mayoría de ustedes conoce el Programa y seguramente recuerda que en su aspecto nutricional hay tres dietas posibles. La número tres -para colmo la más potable- no debe ponerse en práctica cuando se conoce o sospecha alergia a los lácteos. Este es el único comentario o restricción, porque las otras dos no pueden hacerle mal a nadie, aunque quieran. 

Palabras, meras palabras

¿Qué significará curar?  Una palabrita significativa como pocas en esta profesión... ¡Cuántas veces se utiliza esta palabra ignorando su significado, tal cual ocurre con casi todas ! Pues bien curar es, de acuerdo a su etimología, una palabra tan relevante como enfermo, el que está falto de firmeza.

Comenzó a utilizarse en la lengua castellana alrededor del 1250 y proviene del latín curare, que significa “ocuparse de, preocuparse por, ayudar a, cuidar a”.  Como suele suceder con algo que uno tiene demasiado cerca, es difícil advertir de qué se trata. Aquí la etimología “alumbra” el significado de la palabra y la llena de un sentido que habitualmente no tiene o ha perdido: ¡curar es cuidar

Digamos que el sentido estaba “delante de uno” (como ocurre con “enfermo”) pero al mismo tiempo permanecía oculto, casi invisible. Sin embargo, la diferencia entre el uso común de este vocablo y su verdadera significación es notable y hasta trascendente para la medicina energética. Porque significa que no hay nadie que, desde “afuera”, restablezca la salud de un organismo enfermo.

Es el mismo enfermo el que logra o no “curarse”; su propia energía vital la que triunfa o fracasa en el intento de retornar a la condición de salud. Todo lo que puede hacer otra persona por el paciente (el que padece) es ayudar, preocuparse y cuidar. Pero no es poco, porque esto devuelve a la medicina su verdadera función: establecer un “ambiente” propicio a la recuperación. Lo cual significa la capacidad de tomar una serie de medidas eficientes para que el organismo termine de recuperarse solo y sin pretender suplantar su propia energía curativa, la misma que lo anima y mantiene vivo.  En esto debería consistir la medicina si entendiera y respetara la vida.

De manera que la utilización actual de la palabra curar es coherente con la prepotencia estándar de la medicina hegemónica: son los médicos quienes creen curar a los pacientes impidiéndoles su propia curación e interfiriendo la posibilidad de autorregulación en un organismo que la ha perdido. Desde esta perspectiva y ayudados por la etimología, podríamos decir que una buena asistencia médica consiste en un cuidado inteligente de la salud, lo cual se transforma, entonces, en el verdadero objetivo de la medicina. ¡Y todo gracias a la valiosa ayuda de un diccionario etimológico!  Es que hay palabras que matan y otras que curan...

 Historias

Durante dos semanas y hasta hace pocos días atendí a Lucio, que tiene veinte años y vive en una ciudad de Holanda. Ahora ha retornado a su vida cotidiana pero no le será tan fácil reinsertarse, porque la breve estadía en su tierra natal ha devenido en una experiencia apasionante aunque difícil. La combinación de varios elementos ha desencadenado una especie de “crisis de veracidad”, ése momento fundamental (y tal vez fundacional) donde todo está en duda y uno nace de nuevo.

La situación era difícil y predominaba una gran angustia. La acupuntura no fue el tratamiento exclusivo pero es evidente que funcionó muy bien: durante las sesiones y después producía cierta paz y disminuía la angustia, que en un momento nos preocupó a todos. Es que como dice el tío de Lucio: “somos bichos y necesitamos agujas”. Pero me detengo a contar esta historia por el insólito y fantástico procedimiento que utilizaba Lucio para que yo pudiera entender sus estados de ánimo.

Se sentaba en el suelo, abría su mochila, sacaba una pila de discos... ¡y empezaba a leerme la letra de las canciones que ese día reflejaban con más exactitud sus preocupaciones más importantes! Puedo asegurar que el material que me suministraba era valioso y profundo, al igual que él, y no me dejaba ninguna duda acerca de su momento. A veces también me traía dibujos y esquemas de vida, esos momentos trascendentes en los que pueden capturarse “la esencia de las cosas”. Un gran abrazo para Lucio, que tanto y tan bien pelea por encontrarse...

La botica perdida

Esta vez hay una receta para las erupciones cutáneas que encontré cuando mi pequeña Julia tuvo varicela. Está claro que las erupciones vesiculares típicas de esta enfermedad son irritantes, insoportables, intolerables. Pero los baños en infusión de ortiga resultaron casi milagrosos, tanto que a partir de allí comencé a recetarlos en condiciones idénticas y más tarde en problemáticas de piel bastante distantes de la varicela. Es imprescindible conseguir bolsitas que contengan la hierba (es fácil ubicarlas en las herboristerías y hasta en dietéticas) y preparar una especie de “macro-té” en una olla grande. Hay que dejar hervir el agua y agregar la ortiga en ese momento, dejando que el agua siga hirviendo unos minutos. Luego de apagar el fuego es necesario dejar reposar la solución unos minutos y a continuación agregar todo su contenido a la cantidad de agua necesaria según la extensión de la zona afectada.

En el caso de Julia el “té” se agregó a la bañadera, que estaba lo suficientemente llena como para que ella pudiera tener todo su cuerpo en contacto con el líquido durante un buen rato. Poco después el efecto era notorio sobre el prurito y al día siguiente sobre las lesiones, que evolucionaron favorablemente (sin dejar marcas) en tiempo récord.

¡Prueben la ortiga en situaciones parecidas, en lugar de las lociones de uso estándar, que son más caras y menos eficaces!

 

 

Anillos o Segmentos

Ya que en el número anterior hemos mencionado a los anillos que encontró y describió Wilhelm Reich -el fundador de la orgonomía- ahora los describiremos brevemente. En esa oportunidad hubo una referencia especial al cuarto anillo, el torácico, ya que tratamos el tema de las enfermedades cardíacas.

La idea básica de la orgonomía en este aspecto es que, a pesar de la vasta complejidad humana, desde el punto de vista neurovegetativo seguimos manteniendo las mismas divisiones funcionales que aparecieron en especies tan antiguas como los vermes o gusanos: de allí procede la idea de llamarlos  segmentos o anillos. Estos tienen estrictas correlaciones biológicas y psico-emocionales y son siete en total: 1) los ojos, los oídos y la nariz (telerreceptores)  2) la boca  3) el cuello  4) el tórax (con los brazos)  5) el diafragma  6) el abdomen y 7) la pelvis (con las piernas). 

Se ubican entre la cabeza (el primero) y la pelvis (el séptimo). Iremos viendo cada uno de ellos en los boletines siguientes. Ahora solo son mencionados para hacer énfasis en una observación clave: cuando se dice que cada uno de ellos implica funciones bio-psíquicas se está diciendo exactamente eso: las funciones emocionales no están meramente “representadas o simbolizadas” en estos segmentos, si no que residen en ellos. Estos anillos experimentan concretamente bloqueos o congestiones energéticas como clara respuesta a situaciones medioambientales de toda índole que se perciben como agresivas o amenazantes. Es esto lo que va “moldeando el carácter” y lentamente determinando sus “características”.

Dicho de otra manera: un alto grado de salud se expresa en el libre fluir de la energía entre todos los anillos. Pero el impedimento a este libre fluir en variados grados se manifiesta en las distintas patologías, más importantes y limitantes de la vida cuanto más precoz y agresiva haya sido su aparición. Las manifestaciones sintomáticas de estos bloqueos energéticos se dan simultánea y articuladamente en ambos planos del ser: el somático y el psico-emocional.

Ni el “cuerpo” es el tacho de basura del inconsciente (como creen muchos psicoanalistas) ni la psique es un subproducto de la actividad bioquímica (como cree la gran mayoría de los médicos). Y allí estamos: en cada uno de nuestros anillos, peleando por nuestra libertad, intentando respirar profundamente, tratando de expresarnos sin ataduras. Ésta es la propuesta de la orgonomía a la especie humana.

Alérgicos, abstenerse

Este es un tema infalible e infaltable en las publicaciones de medicina, y aunque otro día será desarrollado con mayor amplitud, ahora se menciona para pasar el siguiente aviso: ¡cuidado con el otoño si son alérgicos! y ¡cuidado con la alergia si son “otoñales”!  

Tanto el otoño como la primavera son “especiales” para los alérgicos, que no pierden la oportunidad de brotarse y manifestar de distintas maneras su reactividad biológica y emocional a los cambios estacionales. Es una historia conocida para quienes tienen alguna propensión por el estilo... ¡pero siempre los encuentra descuidados y logra sorprenderlos!  La Escoba Metereta y algunos resguardos climáticos son una buena posibilidad para minimizar los efectos del otoño sobre la susceptibilidad alérgica.

Principios de Reiki

 

Sólo por hoy, no estés preocupado.

Sólo por hoy, no estés enojado.

Honra a tus padres, profesores y ancianos.

Gánate la vida honradamente.

Demuestra gratitud hacia todo ser vivo.

 

Dr. Carlos Inza
Buenos Aires, noviembre del 2012

  

 

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