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Los acumuladores de energía orgón Revitalización y Envejecimiento
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Un viaje por el país, el mundo y la medicina 7. ¡Hola, Wilhelm Reich!
Fue en esa época cuando me encontré cara a cara
con Wilhelm Reich, aunque las historias dicen que murió en 1957.
Tenía
un confuso recuerdo, de esos que son tan frecuentes: uno sabe qué leyó o escuchó
hablar de alguien pero no recuerda con exactitud cómo ni cuándo. Después pude
situar mi vago recuerdo: ¡ estaba en el primer libro de acupuntura que estudié
! Lo citaba David
Sussman, casi como al pasar, en las primeras páginas de Acupuntura:
teoría y práctica, junto
con el símbolo de la orgonomía. Esta mención no era producto de la
casualidad: después leí una nota que el mismo autor había publicado en una
revista de acupuntura con este muy sugestivo título: “¿Podemos los acupuntores renunciar a una concepción generalizada de
la energía ?”, todo un desafío para quienes estábamos comenzando a
transitar por este camino.
Esto fue otra revolución en mi vida. Reich era brillante, simple y profundo desde la primera página. Ahora me alegro de haberlo encontrado en ese momento de mi vida y no antes porque después, a lo largo de todos estos años, conocí gente que lo había leído en la adolescencia y tenía un recuerdo sumamente fragmentado de su obra: sólo recordaban La Revolución Sexual y la fuerte posición de su autor en favor de una vida sexual sana, pero desconocían los profundos motivos de esta defensa y otros aspectos sumamente importantes de su trabajo, de manera que lo habían olvidado con bastante facilidad. Si bien lo recordaban con cariño, me parece que Reich les parecía ingenuo y un poco loco, de manera que les venía muy bien para cubrir parte de los sueños que soñaban durante su juventud.
Así como las escuelas de electroacupuntura
japonesa y alemana habían cubierto un vacío importante en la búsqueda que me
unía a la acupuntura, lo mismo ocurrió con la Orgonomía
de Reich. Desde el comienzo tuve la fuerte sensación de que mi barquito
estaba navegando aguas profundas y decisivas para este viaje: el paisaje era
extraordinariamente bello, allí las auroras boreales se daban la mano con
aquellos amaneceres en el Caribe, la Vida parecía un espectáculo único,
las cuestiones “del alma” y las “del cuerpo” podían verse realmente
JUNTAS e inseparables del ambiente físico, biológico, social, económico, político
y cultural donde concretamente se “producían”. Y
todo este espectáculo deslumbrante y sobrecogedor se contemplaba desde el mundo
de la Energía... ¡ Era demasiado bello y preciso en función de mi navegación ! Nunca más rectifiqué el rumbo del viaje, algo que irónicamente los marinos conocen como “derrota” (¡ de ahí: derrotero !). Sigo tratando de avistar ese lugar todos los días -con variado éxito- porque no sólo tiene una estrecha relación con el itinerario del viaje que ya ni recuerdo cuándo comenzó: también está íntimamente vinculado con la posibilidad de acceder a mi propia felicidad. ¿Por qué
razón me conmocionó tanto conocer la obra de Reich? El primer impacto fue leerlo, porque su escritura es muy peculiar: produce la sensación de que sus palabras acceden a lo más profundo del ser, al tiempo que remueve parte de la energía estancada. ¡Es una experiencia terapéutica en sí misma, ya que su sola lectura hace circular la energía del lector! Pero la razón más importante de mi deslumbramiento tiene que ver justamente con su visión de la energía: en él, ésta no es una mera hipótesis de trabajo sino una fuerza biofísica que puede demostrarse por medio de la investigación científica, al mismo tiempo que es factible concentrarla y utilizarla con fines terapéuticos. Es lo que le faltaba a la acupuntura para demostrar la validez general de sus planteos. Por otra parte, resultaba claro que los disturbios de su circulación podían explicar coherentemente no sólo las alteraciones que ahora estudiamos en las estructuras de carácter individual desde una perspectiva unitaria (cuerpo/psique), sino también las de carácter social y cultural que son su fundamento. ¡Por fin cerraban las inevitables relaciones entre las esferas socio-política e individual, pasando por la de los grupos en los que concretamente vivimos! Ahora podía entender mis propias experiencias personales, grupales y sociales. Y especialmente la gran pregunta -lacerante interrogación- de cualquier militante de una causa que pretendió dar vuelta la historia: ¿por qué la gran mayoría posee una mediocre identidad de sometido, y cuál es la razón por la cual las revoluciones fracasan aunque “tomen el poder”? Muchas de las respuestas pueden leerse en Psicología de masas del fascismo, un brillante análisis de la base caracterológica social que fundamenta el desarrollo del pensamiento y la práctica fascistas. Me pareció sorprendente que una idea tan lúcida y plausible no se le hubiera ocurrido a nadie. En realidad existe un antecedente en los anales de las discusiones entre revolucionarios: es la famosa cuestión de la “conciencia de clase”, pero ésta es -después de leer el libro citado- apenas una introducción al problema. ¡Debe, necesariamente, existir un alto grado de coherencia entre las estructuras de carácter individual y su “promedio” expresado a nivel social! Es casi elemental, y sin embargo no ha sido todavía seriamente considerado por ninguna fuerza social con objetivos progresistas, a fin de entender en profundidad el juego que se está jugando. Si existe algo utópico, en el sentido de imposible, es pretender revolucionar las superestructuras sociales sin intentar lo mismo con la infraestructura caracterial social promedio que la fundamenta. Pero claro, es imposible resolver un problema cuando se ignora su existencia…
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