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Los acumuladores de energía orgón Revitalización y Envejecimiento
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Energía, carácter y sociedad 3. Programación humana, política y enfermedadAquí es imposible evitar el aporte de Wilhelm Reich para entender adónde y porqué estamos parados en este lugar. Hay un punto de contacto importante entre las escalas individual y social: es el estudio de lo que Reich llamaba estructura caracterial media de una sociedad. O sea: la determinación de cuál es el carácter predominante y qué peculiaridades tiene. Su opinión acerca de que en una sociedad determinada no pueden aparecer fenómenos superestructurales (gobiernos, clases dirigentes en general) que no estén fundamentados en el carácter social medio, es de una lógica difícil de rebatir. Acerca de este tema es muy impactante su recuerdo de que Hitler accedió al gobierno por vía electoral, lo cual significa que la demagógica hipótesis de la conjura como explicación del ascenso del fascismo es superficial y oculta profundidades tenebrosas. Partiendo del análisis del fascismo y sus aspectos muy específicos, es posible generalizar esos hallazgos y advertir que lo esencial del fascismo se halla presente, también, en otras culturas políticas: en el social-comunismo (denominado "fascismo rojo" por Reich luego de su gran desilusion con él) pero también en el neoliberalismo contemporáneo. Esencialmente se trata de maquinarias succionadoras de energía destinadas a la acumulación de poder económico, social y político en manos de un reducido sector de la sociedad a través de la manipulación de las emociones básicas de las masas humanas, lo cual cristaliza en ideologías contradictorias pero complementarias que oscilan entre el misticismo y el mecanicismo.
Si lo que anima la estructura caracterial humana es energía orgón (positiva, vital) que puede degenerar en energía Dor (negativa, letal) ¿por qué va a suceder algo diferente a nivel social? En todo caso se tratará de una complejización que dificulta su comprensión, ya que resultan evidentes las dificultades metodológicas para pasar de un campo energético individual a otro colectivo. Pero el típico bloqueo corazón-cabeza vía ciencia e ideología oficial, de manera que se acepta con facilidad que la realidad viene dividida en bloques que no tienen una relación íntima entre sí y por lo tanto se requieren métodos o ciencias diferentes para comprender la PARTE-cita en proceso de inspección. Así la vida se torna incomprensible y absurda, se inventan trascendencias inexistentes y se pasa de largo lo más elemental: la existencia es hermosa y merece vivirse todos los días. La vida carece de "sentido final" : SIMPLEMENTE ES. El diseño de los indicadores podría ser una tarea prioritaria en el campo social, al tiempo que se prosigue la investigación para intentar medir las energías Orgón/Dor a nivel colectivo. Pero no hay por qué abrigar dudas acerca de esta última posibilidad: las existencias individuales y las formaciones sociales no sólo tienen un correlato energético, SON ENERGÍA que ha devenido en materia o en la construcción de formas de convivencia sumamente estructuradas. Que aún no hayamos encontrado la forma de estimarlo con precisión no implica que no pueda hacerse, más bien tiene relación con nuestro desconocimiento. Existen una serie de posibles indicadores: la contaminación ambiental, la superpoblación, la taza de plusvalía, la participación en la resolución de los problemas comunitarios, la posibilidad de aprender y desarrollarse en libertad, las formas de vivir la sexualidad, la desnutrición, la vivienda, la transformación de los roles estáticos en funciones dinámicas, etc. En el sistema de organización mundial que se está gestando las masas humanas tienen cada vez menos importancia y lugar: están por ser corridos a la periferia de la realidad para ser expulsados de la historia...y tal vez de la vida. Esta civilización marcó a fuego en el carácter humano la necesidad del trabajo, tanto que la mayoría de los jubilados sienten que su vida ha perdido el sentido. ¿Qué pasará a medida que la articulación de computadoras, máquinas y robots los desplace de las actividades productivas? Si a esto se le suma el insensato crecimiento demográfico, las consecuencias son previsibles: marchamos hacia un desastre en escala planetaria. Pero éste no es un tema que interese demasiado a las élites mundiales, ellas siguen desarrollando su carácter o sea: ganando dinero, arruinando el planeta, reteniendo el poder y manipulando a las masas. Existe una correlación específica entre cualquiera de estos modelos de construcción social y el carácter social medio: ha sido gráficamente mostrada a través de una simple estadística de los anillos de una muestra poblacional. La distribución energética allí exhibida es requisito para el éxito del fascismo: mucha energía "en la cabeza" y poca "en el corazón". Dos bloqueos importantes que no dejan circular libremente a la energía (no dejan vivir) ubicados en el diafragma (respiración cortada, insuficiente) y en el cuello (dique que acumula energía por encima) dejando casi sin vida el abdomen y la pelvis (placer sexual). Esta estructuración energética es típica de la infelicidad y el sometimiento, pero puede encontrársela con variados matices en cualquier clase social, porque lo único que realmente cambia es el rol, aunque la estructura caracterial sea básicamente la misma. Si se acepta la existencia de los anillos o segmentos de energía distribuidos entre la cabeza y la
pelvis , ( que por otra parte los hindúes describen desde la antigüedad con el
nombre de chakras ) pueden verificarse en ellos bloqueos de todo tipo,
investigables desde la clínica somática y psicológica pero también
verificables con los sistemas de medición electrónica que utilizamos en
electroacupuntura. Estos siete anillos -cuyo valor se obtiene midiendo un punto
de acupuntura ubicado en su territorio- tienen valores estadísticos muy
disímiles.
Su denominación y ubicación (todos están ubicados en la línea media ) es la
siguiente:
Los testers electrónicos miden la intensidad de la corriente que circula por los puntos de acupuntura investigados, lo cual nos permite inferir la cantidad de energía correspondiente a cada uno de ellos. El valor se expresa en microamperes, en una escala graduada entre 0 y 200. Una medición
tipo de los anillos de una muestra poblacional integrada por 1884 individuos de
la clase media de la Ciudad de Buenos Aires de ambos sexos, variada edad (0-85 años)
y patologías, arroja estos valores promedio, expresados en microàmperes (hay
un capítulo entero dedicado al tema de la medición de los puntos):
El gráfico
es sumamente ilustrativo acerca de la idea principal que aquí se desarrolla al
igual que el siguiente, obtenido luego de medir 251 puntos de acupuntura
distribuidos a lo ancho y lo largo del cuerpo de 30 personas que cumplían los
mismos requisitos que en el caso de los anillos. Se ha recortado la información
agrupando los promedios en tres grandes zonas: Cabeza
(incluye al cuello), Tronco (tórax
y abdomen) y Extremidades (superior e
inferior).
Estos gráficos son sumamente ilustrativos para verificar el estilo energético-funcional de los hombres que conocemos y de nosotros mismos, salvo contadas excepciones: ¡la mayor parte de nuestra energía está concentrada en la cabeza! Y no se
crea que estas mediciones se han realizado exclusivamente en intelectuales: las
ocupaciones son variadas en esta muestra, y aunque aquí todo está para
discutir (desde el método de medición -que necesita perfeccionarse- hasta la
cantidad de observaciones -que requieren mayor extensión social) no puede
negarse que tienden a confirmar algunas reflexiones hechas anteriormente:
Sin embargo existe la energía suficiente para revertir este proceso, pero por ahora esta energía se encuentra bloqueada en las actuales creencias y en las instituciones que las custodian con mano de hierro y sin temblores de pulso. Es paradójico y hasta cruel que los esclavos hayan cavado su propia fosa depositando en las instituciones que los aprisionan una cantidad tan exorbitante de energía positiva y que ésta, estancada y congestiva, haya devenido en DOR o energía negativa, tanto a nivel individual como social.
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