Investigaciones
1. Los acumuladores de energía
La demostración de la existencia de la energía
biológica llevada a cabo por Wilhelm Reich entre 1936 y 1956 es el
descubrimiento más importante de los últimos siglos en las Ciencias Naturales
y sin embargo ha pasado casi desapercibido.
¿ Cómo es esto posible ? ¿
Fraude o Conjura ?
¿ Exageración de cierta mente afiebrada
o anticipación de un genio a su tiempo ?
¿ Incomprensión generalizada o campaña de silenciosos idiotas ?
¿ Y cómo es que se asegura con tanta
tranquilidad la trascendencia de la cuestión energética si “no sale” en
los diarios o los noticieros y los científicos reconocidos dicen desconocer su
existencia o esbozan una sonrisita ladeada como toda respuesta ?
Tampoco es un tema nuevo, si no más bien
remozado: antiguas y prestigiosa culturas como la china, la griega y la hindú
lo han planteado con énfasis aunque sin utilizar metodologías de comprobación
al estilo de la ciencia contemporánea. Además la teoría energética de la
Medicina Tradicional China no está circunscripta al caso particular de las
enfermedades del ser humano: al igual que la orgonomía postula la organización
energética del cosmos, el medio ambiente terrestre y los seres vivos en
general, incluyendo las relaciones entre estos y los “climas” como forma de
entender la génesis de gran variedad de trastornos.
Pero Reich dio un gran paso adelante cuando logró
demostrar objetivamente la existencia de la energía
orgón, como prefirió
llamar a la vieja energía vital, y también al lograr desarrollar métodos para
concentrarla y utilizarla con fines experimentales y terapéuticos.
Los momentos y lugares claves de esta investigación
sobre la energía y la forma de utilizarla fueron: en Noruega ( Oslo) entre 1936
- 1939 y en Estados Unidos ( Maine), desde 1940 hasta 1956.
¿ En
qué consiste un acumulador de energía ?
Es un instrumento montado y materialmente
organizado de tal forma que la energía de la vida presente en la atmósfera de
nuestro planeta puede ser recogida, acumulada y utilizada para propósitos científicos
y terapéuticos. Consiste en una estructura cuyo continente son capas alternas
de materiales metálicos y no metálicos. Entre los
primeros, los más adecuados
son el hierro y el acero. Entre los segundos: lana, algodón, acrílico,
estireno plástico, celotex, lana de vidrio, goma laca, cera de abeja y cera de
vela.
Ahora imaginemos un cubo de acero
con uno de sus
lados que funciona como una puerta con aberturas (tipo puerta de los bares de
las viejas películas de vaqueros). Ese cubo es enteramente forrado, en su lado
externo, con una cubierta de plástico. Sobre esta primera cubierta de plástico
se agrega otra cubierta de acero, a la vez sucedida por otra de plástico. Se
agregan capas según sea el objetivo del acumulador, pero el número de éstas
puede oscilar entre una y veinte.
Supongamos que estamos construyendo un
acumulador de cinco capas; en este caso necesitamos cinco láminas de acero y
cinco de plástico porque sólo consideramos una capa a la unión de ambas. Pero
la última, la más externa (y por lo tanto la que está en contacto directo con
la atmósfera) debe ser de plástico.
Así es que nos quedan dos superficies de
contacto: la externa de plástico (u otro de los materiales no metálicos
recomendados) y la interna de acero, hierro o hierro galvanizado (lo que
hallamos elegido como metal). En el
interior del cubo, cuyas paredes son de acero en nuestro ejemplo, se concentra
la energía orgónica o vital presente en la atmósfera. Es allí que
introduciremos a una persona, si es que el cubo es suficientemente grande; una
planta o animal pequeño si es que las dimensiones del cubo son más pequeñas.
Si los materiales empleados son adecuados y la
estructura está bien construida, la energía orgón presente en el medio
ambiente se concentrará en el interior del cubo y ejercerá un
definido efecto
sobre el ser vivo que se encuentre en él. La utilización de los materiales
indicados y la disposición en capas alternas tiene su razón de ser: las
materias no metálicas presentan la propiedad de absorber la energía orgón,
mientras que las metálicas también absorben pero especialmente la ceden, la
rechazan hacia las capas siguientes. Esto crea un potencial
orgonómico más alto en el interior del acumulador que fuera de él.
Esto parece muy sencillo de hacer…¡ y
realmente lo es !
¿ Es concebible que un dispositivo tan elemental
que no merece el nombre de “aparato” porque carece de chips, baterías y no
se enchufa en ningún lado, sirva para aumentar la vitalidad de sistemas
vivientes tan aparentemente complejos y sofisticados ?
¡ Por supuesto que es inconcebible y hasta increíble
!
Pero deja de serlo cuando uno abandona la
lamentable costumbre de opinar antes de probar, investigar o verificar y se
decide a intentar varias experiencias. En este artículo apenas se presenta el
tema de los acumuladores de energía, pero también se proporciona información
para construir uno a fin de experimentar con animales, plantas y objetos.
Con el tiempo uno se convence que lo mejor es
proponer sin intentar convencer a nadie: aquí la fuerza de la argumentación
consiste en la pura experiencia personal. A veces se producen situaciones
interesantes cuando alguien afirma: “Vengo a probar, no tengo FE en esta
medicina” y les digo que puedo compartir las mismas palabras: hace veintiocho
años que pruebo e investigo a esta medicina y tampoco yo tengo fe en ella.
¡ Es que no se trata de un sistema
teológico,
no hay por qué tener “fe” en ella ! Tanto la acupuntura tradicional china y
moderna como la orgonomía son sistemas verificables
y en absoluto necesitan de sacerdotes que enseñen el nuevo dogma, ni de
creyentes en actitud de adorar a los nuevos Mesías. Es cierto que la teoría
energética puede modificar muchas ideas y concepciones, un acontecimiento que
se deriva de otro tal vez más trascendente: su utilidad práctica puede
cambiarnos la vida. Pero esto es otra historia: la que cada uno puede intentar
“probando” de buena fe.
¿
Cuáles son los efectos del acumulador ?
Cuando se trabaja con energía se experimentan
cambios simultáneos en ambos “lados” del ser: el físico-biológico y el
psico-emocional, ya que la energía es la fuente nutritiva de ambos. Según sean
las técnicas utilizadas y el estatus energético de cada persona serán la
profundidad y velocidad de los efectos mencionados.
A continuación se describen
someramente algunos de los efectos biológicos
que pueden verificarse con cierta facilidad si se investiga correctamente, todos
ellos confirmatorios de los hallazgos de Wilhelm Reich. Puede ser de interés
saber que en los últimos años han empezado a publicarse los resultados de
varias investigaciones acerca de los efectos generales del acumulador de orgón.
La lista siguiente es un resumen del trabajo de Mûschenich y Gebauer, médicos
de la Universidad de Marburg, Alemania. Después de catorce años de
investigarlos y utilizarlos en la práctica médica, he llegado a las mismas
conclusiones:
| Efecto
vagotónico general: el vago o
parasimpático produce efectos de expansión sobre el organismo compatibles
con las emociones placenteras. |
| Sensaciones
de hormigueo y calor en la superficie de la piel. |
| Aumento
de la temperatura interna y externa, rubefacción (pérdida de la
palidez cutánea). |
| Regulación de la
presión arterial y de la frecuencia
cardíaca. |
| Aumento de la peristalsis
intestinal y respiración más profunda. |
| Mejoramiento de la germinación,
desarrollo, florescencia y fructificación de las plantas. |
| Aumento en la tasa
de crecimiento y regeneración de los tejidos, tanto en animales como en
seres humanos. |
| Aumento en la fuerza del campo, carga e
integridad de los tejidos, así
como de su capacidad inmunológica. |
| Mayor nivel
energético, incremento de la actividad
y la vitalidad general. |
Factores
relacionados con la carga de energía
La carga que un acumulador está en condiciones
de concentrar, es sumamente variable y depende de multitud de factores. Es bueno
conocer algunos de ellos para tenerlos en cuenta en el momento de su utilización.
Es posible que a esta altura los lectores hayan advertido por qué razón los
envases Tetra-Brik son tan eficaces como conservadores de variadas bebidas y
alimentos: simplemente porque ¡ son acumuladores de orgón de una capa completa
!
En general la eficacia en la acumulación y
concentración de energía orgónica atmosférica depende de:
| El tipo de material
no metálico utilizado; hay buenos (plásticos) y malos (madera)
absorbentes.
|
| El tipo de metal
usado: hierro y acero son los mejores, aunque pueden utilizarse otros en la
investigación.
|
| El grado de humedad
media en la atmósfera, ya que el agua atrae fuertemente a la energía orgón.
Cuanto más seco sea el clima, mayor será la
acumulación: de 40 a 50% de
humedad se considera buen índice para lograr excelente concentración. De nuevo
los lectores estarán reflexionando y seguramente entendiendo por qué uno se
siente tan mal (desenergetizado) en los días de mucha humedad: ¡ las partículas
de agua en suspensión se quedan con el orgón !
|
| La latitud.
Cuanto más cerca del ecuador terrestre, mayor es la concentración
energética.
Un acumulador de dos capas funciona mejor en Israel que en Inglaterra.
|
| La altitud.
Cuanto más alto se esté sobre el nivel del mar, más libre estará la energía
atmosférica de mezclas gaseosas y mejor será su funcionamiento.
|
| Del número
de capas usadas en la construcción del acumulador. Una “capa” es en
realidad dos: una de materia orgánica en el exterior, la otra de materia metálica
en el interior. La materia orgánica absorbe y retiene, mientras que la metálica
atrae y rechaza rápidamente a la energía orgónica. De manera que
estratificando el acumulador siempre con materia orgánica hacia el exterior y
metálica hacia el interior es dada una dirección a la energía con un potencial
orgonómico dirigido desde el exterior hacia el interior.
|
| De la proximidad
de las paredes interiores al organismo dentro del acumulador. Cuanto más cerca
se encuentre la superficie del organismo vivo de la pared de metal, más potente
será el efecto de la irradiación orgónica.
|
| Del número
de acumuladores presentes en las cercanías del que se está usando. Cuantos
más acumuladores cercanos, mayor será la carga. |
Adaptando
a la acupuntura
Quien quiera profundizar en el tema podrá
compartir la extraordinaria aventura humana y científica de Reich leyendo La Biopatía del Cáncer: allí se describen en detalle las
circunstancias que rodearon a este gigantesco descubrimiento y las primeras
experiencias de tratamientos realizados con el acumulador de orgón.
En todas
ellas se introducía al paciente o voluntario adentro del acumulador durante
tiempos variables determinados según su problemática y estructura personal.
Pero ésta no es la única metodología posible, con el tiempo fueron
apareciendo otras posibilidades para aplicar los mismos principios con diferente
método. Está, por ejemplo, el caso especial de la acupuntura, sistema médico
que se encuentra en condiciones excepcionales para articularse con la orgonomía.
Y era muy importante lograr esta adaptación por varios motivos que favorecen a
ambas disciplinas.
En las medicinas energéticas no existía un método
rápido y eficiente para aumentar
la carga total de energía de una persona: los esquemas nutricionales y
el trabajo con agujas y moxas (calor) son excelentes pero lentos para lograr ese
objetivo. Ésta es la ventaja de los acumuladores de
orgón.
Radiar por entero a una persona introduciéndola
en el acumulador puede eventualmente acentuar los
bloqueos energéticos ya desarrollados, creando problemas de difícil
manejo. Se hace indispensable un trabajo de re-equilibrio permanente de la energía
para no correr riesgos y permitir que el acumulador desarrolle su máxima
potencia. He aquí la ventaja de utilizar los métodos equilibradores de la
acupuntura.
La solución de estos problemas fue relativamente
fácil: se fabricaron acumuladores de energía más pequeños
para radiar los
puntos de acupuntura. Lo que aparentemente se perdía por la reducción de la
carga se ganaba por la capacidad de los puntos de acupuntura para manejar toda
la energía del campo a partir de sus conexiones con otros puntos y con el
interior del organismo. Experiencias posteriores realizadas a lo largo de varios
años (desde 1987 en adelante) cargando
diariamente el punto 6 del meridiano de Vaso Concepción ubicado debajo del
ombligo, demostraron que el efecto de aumento
de la carga energética era indudable, pero siempre
era precedido por la mejoría en la distribución de la energía (equilibrio).
Esto se demostró por la evolución clínica de
las personas que hicieron la experiencia, pero también por el sistema de
mediciones electrónicas de los puntos de acupuntura. No está demás recordar
que si hay en este planeta una medicina eficiente para restaurar el equilibrio
de la energía, esa medicina es la acupuntura:
más de treinta siglos de experiencia exitosa en el tema demuestran su
capacidad para lograrlo. Relacionar y articular ambas poderosas disciplinas podía
ser un verdadero impacto, y es eso lo que ocurrió.
Podríamos decir que se
trata de un “negocio redondo” porque cada una aporta lo mejor, logrando una
potenciación de sus efectos individuales. Aquí la orgonomía aporta la
potencia que se obtiene trabajando con energía directa, mientras que la
acupuntura colabora con la sutileza y precisión del manejo energético. Después
de más de diez años de trabajo articulando ambas terapéuticas el resultado es claro:
máxima potencia con un mínimo de riesgos.
La
construcción de un acumulador experimental
El acumulador que ahora se describe es
especialmente apto para investigar su efecto en plantas, animales y algunos
objetos. Antes de utilizarlo en seres humanos es bueno hacer una experiencia con
otros seres, ya sean animados o inanimados.
Para quienes crean que esta medicina
funciona por “sugestión”, la línea de investigación propuesta es una
buena prueba, ya que es muy difícil convencer “de palabra” a una paloma, un
canario, una pila descargada o una hortensia que Wilhelm Reich tenía razón y
mucho más difícil es hacerles leer sus trabajos. Si deciden mejorar es porque
el método funciona, simplemente por eso.
En otra oportunidad centraremos el análisis
en lo que ocurre en los seres humanos cuando se trabaja con energía, pero por
ahora concentremos los esfuerzos realizando experimentos que nos ayuden a salir
de dudas acerca de la existencia de esta energía y de las posibilidades que
existen de aprovecharla para contribuir a la causa de la Vida.
No es muy difícil construir nuestro primer
acumulador, ya que es suficiente conseguir los materiales (poco sofisticados y
baratos, afortunadamente) y luego seguir las instrucciones de armado.
Materiales necesarios
| Un tarro
de acero inoxidable de los que se usan en la despensa para guardar yerba o
azúcar. Importa que tanto las paredes circulares como la base del recipiente
sean sólo de acero, sin agregados plásticos ni de otros materiales. La tapa no
interesa tanto. El tamaño tampoco, aunque las dimensiones estándar pueden
estar en los 15 centímetros de alto por 10 de diámetro. Éstas son medidas
aproximadas que pueden tener variación; no es lo más importante.
|
| Polietileno
como el que se usa para forrar libros; es más grueso que el de las bolsas de
supermercado y más delgado que el utilizado como mantel.
|
| Papel de
aluminio en rollo para tareas de cocina.
|
| Cinta
adhesiva.
|
| Cinta aisladora plástica de buena calidad, utilizada en
trabajos de electricidad. |
Instrucciones para el
armado
| Cortar una lámina de polietileno como para
forrar el recipiente de acero inoxidable por la base y los lados dejando
sin cubrir la boca y el interior del tarro. Asegurar el plástico con
cinta adhesiva para que quede firme y lo más adherido posible al acero.
|
| Proceder exactamente igual con la primera capa de
papel de aluminio, que rodeará a la de polietileno. Como este papel es maleable
no hace falta asegurarlo con la cinta, pero sí apretarlo con las manos para que
también quede lo más adherido posible al polietileno.
|
| Ya hemos colocado una capa completa del
acumulador, integrada por material orgánico que absorbe y retiene la energía
(polietileno) y material metálico que la atrae y rechaza (papel de
aluminio). Estas
subcapas siempre van alternadas y del lado externo del acumulador, ya que el
interior (acero inoxidable) nunca debe cubrirse. Las láminas deben
quedar a nivel de la boca del tarro y cubrir totalmente la base y las paredes
laterales. Ahora seguimos cubriendo el acumulador con plástico y papel de
aluminio alternadamente. En total debemos utilizar 19 láminas de polietileno y
19 de papel de aluminio.
|
| Luego de la última capa de papel de aluminio
utilizamos la cinta aisladora cubriendo las paredes laterales y la base más de
una vez (tres veces), tratando que el conjunto quede bien cohesionado, lo cual
se logra pegando la cinta aisladora con bastante presión.
|
| Hemos terminado: el acumulador está construido y
listo para ser usado. |
Utilización
del acumulador de energía
Todo está muy bien, pero el acumulador no
funciona si no está bien cargado de energía. Y tampoco aquí hay muchas
vueltas: basta con ponerlo al sol para que se cargue. Como principio general de
cuidado del “aparato” es bueno saber que siempre debe estar afuera en períodos
de uso, a veces de costado, otras veces boca abajo. Si se moja hay que esperar
que se seque bien para volver a utilizarlo.
Las posibilidades de uso son infinitas
y
simplemente aquí van algunas ideas, pero el terreno es fértil para gente con
imaginación y ganas de investigar.
Pueden usarlo con semillas poniéndolas en una
superficie lisa y tapándolas con el acumulador durante una semana, con algunos
períodos de “aireación”. Pueden comparar con un grupo testigo de semillas
que no hayan sido radiadas y luego sembrar al mismo tiempo ambos grupos por
separado para poder comparar.
También se pueden “tratar” plantas
debilitadas dejando el acumulador hasta que noten alguna diferencia; en este
caso conviene poner el acumulador con su boca apuntando a la tierra, en el lugar
donde se juntan el tronco y las raíces. O ponerlo colgado sobre una rama.
Pueden tratar animales pequeños. Por ejemplo:
“apuntarlo” sobre una cucaracha en mal estado y observar los
acontecimientos. O sobre un pájaro enjaulado (si está en buenas condiciones
energéticas es posible que se ponga un poco loco). O si se encuentra enfermo
ponerlo sobre la jaula, en un costado, para observar si busca ponerse cerca del
acumulador.
Es la historia de Julia, la
Paloma y el Acumulador, que resulta aleccionadora acerca de la conducta de
un animal enfermo cuando tiene la oportunidad de curarse con energía orgón.
También pueden utilizarlo con objetos, de lo cual doy dos ejemplos. Uno es el
caso de las pilas descargadas, el otro el de
hojas de afeitar que han perdido su
filo: ¡ vean qué ocurre en ambos casos !
Por último una aplicación para uso en humanos,
aunque por ahora un poco indirecta. Pueden cargar
un vaso con agua mineral durante una hora y luego tomar el líquido. Como
esto no es magia, aunque sea maravilloso, es necesario repetir la experiencia
durante tres semanas, parar una o dos y volver a repetir.
Según mi experiencia
en trabajos con energía, las diferencias se advierten en los momentos de
cambio: de tomar a dejar de hacerlo y luego, al repetir el procedimiento. Si van
a realizar el experimento del agua al mismo tiempo que trabajos con plantas,
animales y objetos es mejor que construyan dos o tres acumuladores: uno para
cada línea de investigación.
Ciertas
recomendaciones
Aseguro que esto no es magia, pero funciona.
En
todo caso es la magia de la vida,
acerca de la cual nuestra civilización ha abandonado la sensación de maravilla
y deslumbramiento.
Debe tenerse en cuenta que el acumulador concentra energía
medioambiental, de manera que si ésta es deficiente los resultados no serán
tan buenos. El lector atento habrá advertido, al leer los requisitos de
eficacia en el proceso de acumulación y concentración de la energía, que la
ciudad de Buenos Aires debe ser uno de los peores sitios del planeta a los fines
de esta investigación.
Pero la energía orgón es muy generosa hasta con
nosotros, los habitantes de este paraje superpoblado y crónicamente húmedo. Es
increíble, pero ¡ hasta en Buenos Aires hay energía orgón
!
Esto implica
condiciones sumamente variables en cuanto al potencial orgonómico acumulado, lo
cual puede trasladarse al tiempo necesario en cada experimento para lograr el
efecto de carga energética. Pero
esto ya depende de cada investigador, que deberá encontrar el tiempo adecuado a
cada experiencia que emprenda, aprendiendo con el tiempo que todos los seres
vivos y también los objetos “inanimados” requieren una cierta cantidad de
carga: es tan malo un déficit como una sobrecarga de energía.
Por último -aunque no sea lo menos importante-
es indispensable tener la cabeza y el corazón abiertos y ser absolutamente
riguroso para evaluar los resultados de esta investigación. Les deseo que vivan
esta experiencia con la pasión y la zozobra de quien está explorando un
territorio desconocido, un lugar donde el paisaje a veces asombra, otras veces
desconcierta y casi siempre deja una extraordinaria sensación de maravilla.
Y les pido que comuniquen el
resultado de sus experimentos, cualquiera haya sido el resultado. ¡Buena
suerte!
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