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Historias

1. Elena tenía una placa en medio del pecho

De manera que esta Elena de la ficción-realidad tiene cerca de 45 años y los padecimientos típicos de la constitución metal: psoriasis, rinitis, sinusitis y asma bronquial. Un día me pidió que ubicara el Dor-buster (extractor de energía) en el punto 15 del meridiano de Vaso Concepción, ubicado adonde termina el esternón en la llamada “boca del estómago”, porque recordaba una buena experiencia con esta técnica.

Pero también me explicó la razón del pedido: Elena siente que “deposita” sus angustias y preocupaciones en “una placa de 30 por 20 centímetros ubicada por delante del esternón y sin tocarlo”. Es muy llamativa la claridad, precisión y significado de esta percepción que aquí se transcribe tal cual fue contada y que Elena experimenta como dificultad respiratoria y sensación de “nudo en la garganta”.

Durante la sesión con el Dor-buster fue desapareciendo la placa, reemplazada por una respiración mucho más suave y profunda, hasta que “quedé en paz”. También podría contarse esta historia así: a medida que la respiración del comienzo -algo ruidosa y “atascada”- se tornaba apacible y profunda, la placa perdía consistencia y tendía a disgregarse. Esta historia tiene dos aspectos relevantes: uno es que confirma el valor de las desvalorizadas “ideas subjetivas” porque la percepción de Elena es llamativamente exacta para describir lo que ocurre con sus conflictos, en qué lugar se sitúan espacialmente hablando y la íntima relación que guardan con la respiración.

El otro se refiere a la eficacia del “aparato” utilizado en el punto del diafragma para disolver los bloqueos respiratorios, demostrando a un tiempo que toda la problemática humana se encuentra en su campo energético, tanto en los aspectos psico/emocionales como físico/biológicos. De manera que la capacidad del Dor-buster para movilizar la energía tiene consecuencias simultáneas en ambos planos del ser: paz = respiración fluida.


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2. Las "descomposturas" de Cora

Nuestra segunda historia tiene como protagonista a Cora, que tiene algo más de 45 años y desde hace varios experimenta molestias repetitivas que denomina “descomposturas”. Èstas implican una serie de síntomas encadenados como una secuencia y ligados al sistema nervioso neurovegetativo: cefaleas, náuseas, vómitos y diarreas. Está claro que ocasiona una gran limitación durante su aparición: cierta “parálisis” que Cora vive como una “descomposición”, término sumamente trascendente para una artista como ella.

Por el contrario, el momento de salida de estas crisis son una verdadera “composición”, lo cual implica que estos episodios señalan claramente un antes y un después y se transforman en una posibilidad para empezar de nuevo luego que cesan. Pues bien, hace dos meses le hice una medición de energía para compararla con otras y evaluar la situación. A la siguiente sesión le transmití los resultados y elegí puntos vinculados directamente con la información suministrada por esta última medición.

El efecto combinado de la aplicación de las agujas y la explicación de las palabras fue notable: durante su transcurso Cora “entró” en lugares profundos (ella dice que tuvo un efecto de “irse para adentro”), a menudo asociados con ciertos aspectos depresivos y con un lugar físico concreto donde ella y su marido pasan sus vacaciones: un pueblecito que se encuentra en la montaña. 

De golpe apareció con claridad la función de las famosas “descomposturas”: los síntomas van para afuera, pero ella se retira a lugares profundos del ser, ubicada en un lugar donde puede sentirse íntimamente vinculada con el entorno y con sí misma. Podrá parecer raro, pero la “tormenta neurovegetativa” y la soledad de la montaña terminan ejerciendo funciones equivalentes. Esto fue lo que Cora percibió con asombro durante la sesión de acupuntura, me relató en un tono de gran sensibilidad y nos dejó igualmente conmovidos a los dos.

Y no está demás aclarar que, periódicamente, acude a la vegetoterapia para trabajar su energía desde el enfoque psicoterapéutico fundado por Reich.   Es como diseñar el futuro del mejor tratamiento posible: ese lugar donde puedan confluir los aportes de la medicina y la psicología energéticas.


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3. El embarazo de Susana

Esta Susana que se sentó delante mío y comenzó a contar su historia tenía una expresión casi de terror, con la mirada en algún punto lejano y una angustia que no le entraba en el cuerpo. Me sorprendió saber que llevaba dos meses de embarazo, tal vez porque no portaba la natural alegría y la esperanza de una mujer que está gestando.

Ése era el problema, justamente: los vómitos no la dejaban vivir. A partir del mediodía la vida era un suplicio para ella, necesitaba anti-eméticos por vía intramuscular (3 por día) y casi había dejado de alimentarse, tanto que había perdido cuatro kilos desde el comienzo del embarazo. Inmediatamente sentí una gran preocupación por el embrión, reacción que me dejó bastante sorprendido porque habitualmente no me preocupo hasta saber un poco más, pero en este caso mi sensación fue muy fuerte y durante la primera conversación. Entonces le hice la habitual medición que practico en todos los pacientes la primera vez, luego de la cual comprendí por qué la historia me había impactado tanto.

Susana tenía casi toda su energía “arriba” (cabeza y tórax), pero casi nada en el lugar donde más falta le hacía: en el abdomen. Reproduzco el gráfico de la medición de los puntos que permiten investigar la situación energética de los anillos reichianos, y como difícilmente puedan incluirse en la leyenda que lo acompaña, repaso con ustedes su significado. El anillo 1 es el ocular, el 2 el oral, el 3 el cervical, el 4 el torácico, el 5 el diafragmático, el 6 el abdominal y el 7 el pélvico. Miren ahora lo que dio la medición de Susana, cuyos valores están expresados en microàmperes:

¿ Se advierte que Susana estaba bajo los efectos de una gran emoción (145 en el anillo 4, el torácico, el del corazón) que no podía resolver, lo cual restaba energía al sexto y séptimo anillos (abdominal y pélvico) donde el embrión se desarrollaba a vertiginosa velocidad en este momento de su vida? ¡ Cincuenta microàmperes en el anillo abdominal durante un embarazo es casi nada de energía !

No hace falta tener conocimientos avanzados de psicología para darse cuenta de que los vómitos de Susana equivalían a un intento de abortar por la boca, suceso amplificado por la anorexia y la pérdida de peso. Entendí un poco más cuando me contó que tenía horribles pesadillas en las que su hija de cinco años se moría, de manera que para Susana en un nivel muy profundo e inconsciente, ¡ la aparición de su segundo hijo se conectaba con la muerte del primero!

Más allá de las razones de este profundo sentimiento se comprende perfectamente la razón de los vómitos: estos eran funcionales al intento de interrumpir el embarazo, lo cual la sumía en una terrible angustia porque para una madre es imposible elegir la muerte de uno de sus hijos. Esta opción es absolutamente contra natura y no puede ejercerse, lo cual se manifiesta por una parálisis casi absoluta.

A mí me tocó entender esto y a ella recibir mi preocupación, que percibió sin dificultad, lo cual (según me dijo) aumentó la suya. En ese momento todavía no había advertido la razón última de los vómitos, de manera que me limité a contar lo que daba la medición, pero parece que mi expresión era lo suficientemente sombría y preocupada.  De golpe me encontré en la situación de tener dos pacientes, una de las cuales me preocupaba pero “el otro”, el que no conocía, me producía una fuerte sensación de angustia porque presentía que su vida pendía de un hilo.

Fue un momento muy difícil: era necesario tomar una decisión rápida y efectiva para que mi paciente desconocido tuviera chance de sobrevivir o vivir mejor. Antes de contar qué hice y cómo resultó cabe hacer una aclaración. Habitualmente estos cuadros pueden evolucionar de tres maneras: franco empeoramiento con aborto “espontáneo”, paliativo farmacológico mirando ansiosamente el calendario (a los tres meses los vómitos tienden a disminuir), o desaparición del síntoma a través de una resolución del conflicto de base.

Tal vez la peor solución sea la segunda porque no se sabe en qué condiciones queda el embrión, pero es casi imposible que no se vea afectado (muchas veces severamente) por el resto de su vida, respondiendo a la implacable lógica que relaciona el momento de la situación agresiva con las consecuencias que ésta acarrea en los procesos de formación, maduración y crecimiento.

Mi decisión fue trabajar con agujas en los puntos ubicados en las orejas para actuar sobre los síntomas y ubicar un pequeño acumulador de energía sobre el punto 12 del meridiano de Vaso Concepción (¡ así se llama, justamente !) para paliar el déficit energético en la región más crítica. Este acumulador de energía orgón, de forma cuadrada y sólo 3 centímetros de lado, fue ubicado en el 12 VC (en la línea media, a mitad de camino entre el ombligo y el extremo del esternón) con la indicación de ser utilizado entre 8 y 10 horas diarias.

Afortunadamente las cosas funcionaron bien: en cuatro días la mejoría era muy notoria, tanto a nivel emocional como biológico. Los vómitos fueron disminuyendo en intensidad y frecuencia, desapareció la necesidad de los inyectables, Susana pudo empezar a alimentarse adecuadamente y la primera expresión aterrada, angustiada y distante dio paso a otra mucho más relajada, conectada y sonriente. Ahora sí parecía estar delante de una madre en su segundo mes de embarazo.

A los pocos días llegó la confirmación de la mejoría al tiempo que la seguridad de haber entendido el origen de la situación: Susana me contó haber tenido la fuerte sensación de que “ya hay espacio para dos”. ¡El asunto se aclaraba definitivamente, ya no había dudas sobre la génesis de nuestra historia ! A los pocos días de esta reveladora aclaración volví a medir los puntos de los anillos. Ahora daban los siguientes valores:

La diferencia es notoria y refleja la evolución de nuestras dos pacientes. ¿ Por qué dos pacientes ? Porque después de todo esto hubo un examen genético donde todo lo que se verifica en este tipo de estudio dio bien, pero además se informó que el sexo es femenino. Ahora estoy muerto de curiosidad por saber cómo es, pero para eso habrá que esperar unos meses...


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4. Julia, la paloma y el acumulador

Hace más de dos meses Julia andaba en bicicleta alrededor de la manzana y yo la corría como podía, con la incógnita de no saber qué cosas podían suceder cuando la perdía de vista, en alguna esquina. En una de ellas me apuré para alcanzarla y casi nos chocamos porque me la encontré parada y al lado de la bici, mirando una paloma que estaba apoyada contra un árbol. “¿Está enfermita?”, me preguntó con esa mirada entre inocente y límpida.

“Sí, debe estar muy enfermita” le contesté ante la evidencia de un pájaro que no vuela y está acurrucado contra un árbol. Julia olvidó la bicicleta, levantó a la paloma y comenzó a acunarla suavemente, casi como durmiendo a un bebé. La escena era muy enternecedora: las dos juntas eran postal y media; no se podía interrumpir tan fácilmente esa relación. Casi sin dudar le dije: “¿Querés que la llevemos a casa?” y ella contestó sin palabras, con una sonrisa ancha y clarísimos movimientos afirmativos de la cabeza.

La dejamos en el pequeño jardín para observarla, pero había poco para ver porque la paloma parecía más muerta que viva: apenas se movía y cuando lo hacía sus movimientos eran difíciles, casi reptantes. Tenía el buche muy hinchado y la cabeza se le iba sola para un costado, al tiempo que el ala derecha parecía lastimada. Sin duda la paloma se estaba muriendo.

Al día siguiente Julia y Gladys -la muchacha que mucho la cuida- la llevaron a una veterinaria muy cercana al lugar del hallazgo. Como la facultativa que la vio opinó que se trataba de una infección, recetó un antibiótico pero dijo que no veía muchas posibilidades  de salvarla.

Y allí comenzó la otra parte de la historia. Al día siguiente Julia, la Paloma y yo nos vinimos al consultorio dispuestos a hacer lo que se pudiera. Considerando la situación como una emergencia, la nueva paciente recibió 15 minutos de Dor-buster dirigido al pecho y la cabeza. Luego nos fuimos a la plaza, pero dejamos a la paloma en una caja de zapatos con un acumulador de energía orgón adosado a la caja y dirigido hacia su cuerpo.

Cuando volvimos a la media hora, preocupados por nuestra paciente, nos encontramos con la primera sorpresa: la paloma, que había quedado acurrucada e inmóvil en la caja cuando la dejamos ¡ahora estaba a dos metros, en el medio de la alfombra!

Esto ya era muy significativo y permitía tener esperanzas, de manera que encerramos a nuestra callada amiga en un baño y nos fuimos a dormir. A la mañana repetí la misma ceremonia con el Dor-buster, pero interrumpí el tratamiento a los 12 minutos, al advertir que la paloma aumentaba excesivamente su ritmo respiratorio.

Volví a colocar el acumulador enfrente, a unos 15 centímetros, y a la media hora la visitamos otra vez para encontrarnos con otra sorpresa: ¡ahora la paloma había recorrido los quince centímetros para quedarse muy instalada en la misma boca del acumulador!

Durante ocho días más fueron registrándose pequeños pero llamativos cambios: el ave había vuelto al pequeño jardín, había empezado a alimentarse desde el tercer día y el acumulador yacía a un costado, de manera que con pequeños movimientos podía acercarse o evitarlo. Pues bien, nuestra amiga no sólo se acercaba a él varias veces en el día, ¡también se metía totalmente adentro del acumulador para dormir!

Tenía un comportamiento muy claro respecto del acumulador de orgón: se retiraba de él periódicamente sin que nadie hiciera nada. Es cierto que Julita la acosaba con su cariño, pero no podía inducirla a meterse en el acumulador o a retirarse, cuestiones que nuestra paciente decidía con entera libertad. La interpretación es sencilla: se metía cuando necesitaba cargarse de energía, y se retiraba al sentir síntomas de sobrecarga, tal cual ocurre con los humanos. A partir del décimo día comenzó a caminar, cada vez más tiempo y con mayor seguridad. A las dos semanas casi corría, el buche había disminuido claramente su tamaño y ya empezaba a mover las alas.

Se fue volando al día dieciocho de su estadía o internación.

No la vimos más, pero Julia y yo nos miramos con esa alegría de grandes triunfadores cuando nos enteramos del acontecimiento por Gladys, que la había visto volar hasta el techo y desaparecer en el cielo. El día anterior había llegado un hermoso cachorro de Labrador y Julia estaba totalmente enamorada de él. ¿Habrá influido esta novedad para que la paloma decidiera terminar con su internación?

Nunca lo sabremos, aunque esta historia es inolvidable para Julia y para mí pero especialmente para la Paloma, que tal vez ande contándola a sus amigas, en esas tardes que comparten en las cornisas, entre descansos y digestiones apuradas.

Me gustaría que pasara a saludarnos cualquier día, ninguno en especial.


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5. Marta y su colon nervioso

A sus 35 años, Marta ha logrado una buena colección de síntomas y disfunciones de variado pelaje. El motivo principal de consulta es el famoso colon irritable, de extensa divulgación y merecido prestigio…por lo insoportable y molesto. Consiste en una variedad de colitis, y por lo tanto de inflamación del colon o intestino grueso. No se entiende bien por qué razón en estas latitudes colitis equivale a diarrea, ya que esta apreciación no es correcta.

El término equivale a una inflamación del colon, y cuando éste se encuentra inflamado puede reaccionar tanto con diarrea como con estreñimiento. Es la famosa historia de las funciones dis-reguladas, y por lo tanto capaces de oscilar funcionalmente de su extremo hiper a su extremo hipo como ocurre con la hipertensión/hipotensión o con la hiperglucemia/hipoglucemia.

Aquí sucede algo parecido: quien padece de colon irritable puede oscilar entre la diarrea y el estreñimiento. Y soportar terribles y dolorosos episodios de cólicos intestinales, que son cualquier cosa menos placenteros.

Y ésta es la situación de Marta, quien tiene colon irritable desde hace diez años, pero con historia de estreñimiento desde la infancia. También me contó que tiene problemas con el sueño, dolor de cabeza y contracturas musculares a repetición, en parte gatilladas por cuestiones laborales.

Marta sufrió de enuresis hasta los once años y tuvo gruesas alteraciones de la ritmicidad menstrual desde la menarca hasta su embarazo. Luego del parto comenzó a menstruar cada 30 o 35 días, experiencia que le era desconocida. También tiene variables estados de rinitis durante el día. Su padre ha sido operado hace varios años por un cáncer intestinal y es depresivo. Su madre tiene cálculos en la vesícula biliar y es predominantemente ansiosa.

Me trajo unos estudios donde podía verificarse la existencia de un colon muy espasmódico y con incipiente diverticulosis, pero no había lesiones en el esófago y en el estómago, así como tampoco reflujo esofágico o hernia hiatal. Se hizo esta investigación debido a que los síntomas de Marta cubrían todo el abdomen y no sólo su mitad inferior.

Es interesante echar un vistazo a la medición de sus siete anillos, recordando que la numeración designa con el número 6 al anillo abdominal (por encima del ombligo) y con el 7 al anillo pélvico (por debajo del ombligo)

Anillo

1

2

3

4

5

6

7

Medición

150

150

150

145

145

105

80

Las cifras son por demás elocuentes acerca de la relación funcional entre síntomas y energía: cae abruptamente en el abdomen y en la pelvis. Esta medición fue hecha al comienzo del tratamiento y funcionó como confirmación y guía acerca de la orientación terapéutica. Es bueno aclarar que Marta tenía un régimen de comidas sumamente estricto y que sus dolores abdominales eran casi constantes, sólo variaba la intensidad según actividad física, alimentación y emociones en danza.

La línea de tratamiento respetó la dieta, ya que nadie mejor que una persona afectada en algún nivel del aparato digestivo sabe lo que le conviene comer y lo que no. Opté por utilizar alternadamente puntos en la oreja, en la región frontal (craneopuntura) y en la zona abdominal combinados con puntos afines en las piernas. Trabajé algunas veces con el Dor-buster (extractor de energía) y le indiqué la utilización diaria de un acumulador de energía en el punto 6VC, debajo del ombligo.

Y pasaron muchas cosas interesantes.

La primera fue que Marta experimentó el deseo de cambiar su aburrimiento gastronómico por comidas más divertidas, lo cual misteriosamente no la empeoró. Luego empezó a mejorar de su dolor abdominal, lo cual le permitió jugar con su hijo con mayor libertad.

Después de la tercera aplicación (la primera con puntos en la región del abdomen y electroestimulación con electrodos acoplados a las agujas) necesitó dormir una impensada siesta de tres horas luego de haber experimentado una profunda relajación. A partir de allí mejoró notoriamente su estado general aunque la mejoría digestiva fue menor y se adelantó la menstruación.

Luego hubo un período de duro combate que duró dos meses, en los que la sintomatología de colon mejoraba y empeoraba. Ese tiempo nos sirvió para descubrir que la mejor técnica para tratar a Marta consistía en utilizar los puntos abdominales con estimulación eléctrica. También utilicé con éxito la inyección de medicación homeopática en puntos de acupuntura, una técnica sumamente prometedora.

La mejoría de Marta a nivel digestivo ha sido muy notoria en los últimos dos meses: los cólicos son muy esporádicos, responden a situaciones puntuales y duran menos tiempo. También ha mejorado bastante la relación diarrea/estreñimiento, que tiende a normalizarse. Y su estado general, expresado en “disponibilidad energética”, ha cambiado drásticamente.

Pero hace poco tuvo un fuerte episodio tipo tortícolis, una contractura cervical tan aguda que prácticamente la inmovilizó. Este cuadro persistió un tiempo, pero a partir de allí la mejoría digestiva se aceleró y profundizó. ¡Y cuando comenzó la mejoría en el cuello y la espalda, hubo un pequeño retroceso digestivo!

Ahora la evolución global sigue siendo buena y Marta cambia la pesadilla abdominal por todas las contracturas del mundo, pero su historia confirma la decisiva importancia de encontrar la mejor técnica posible para cada persona (hay muchas) y de esperar con paciencia el establecimiento de una buena circulación energética preparándose para la inevitable transición, expresada en la aparición de otros síntomas.

Hasta lograr una situación de equilibrio acompañada por una sensación de bienestar es necesario recorrer un camino, que tiene estrecha relación con la historia personal y por lo general valida la ley de Hering: una persona se cura de arriba hacia abajo, de la profundidad a la superficie y desde el presente al pasado.

Lo cual implica que cuando un proceso terapéutico se encuentra en la dirección correcta volverán a presentarse síntomas y problemáticas del pasado, aunque ahora sin instalarse tanto tiempo.

Exactamente esto ocurrió con Marta, que había sufrido este tipo de contractura muscular bastante tiempo antes de comenzar con su colitis.

La vida se cansa de darnos sorpresas…

Y una de ellas es que nuestra paciente dice “amo al acumulador”, que ha empezado a utilizar en otros sitios del abdomen hasta encontrar el mejor lugar para su necesidad personal. Pero también la última medición de sus anillos, que expresa el cambio experimentado desde el comienzo del tratamiento:

Anillo

1

2

3

4

5

6

7

Medición

130

135

125

150

145

130

110


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  6. El arriba y el abajo de Diana

Empecé a tratar a Diana por una neuralgia de trigémino. Era crónica y partía del área dental, lo cual es muy frecuente. También lo es que los odontólogos no encuentren nada fuera de lugar, nada “raro” que permita estar seguro acerca del origen. Pero quienes la sufren no tienen ninguna duda acerca del lugar donde se origina.

En el caso de Diana tampoco existían dudas por el momento en que comenzó, claramente asociado a una problemática con sus piezas dentales. Comenzaba en el maxilar inferior izquierdo y se reflejaba en la zona parietal. Era insoportable, como todas las neuralgias trigeminales.

Los dolores crónicos penden sobre la cabeza de sus víctimas como la espada de Damócles: se esperan con terror pero nunca se sabe cuándo aparecen y cuándo se irán. Obligan a una rutina de sufrimiento y producen serias limitaciones en la funcionalidad normal: es un gran esfuerzo vivir “por encima del dolor”.

El día que llegó al consultorio, Diana contó otros problemas: también sufría de insomnio crónico y padecía una molesta y recurrente cistitis. Eran problemas que arrastraba desde años y no sólo molestos: también limitantes para una mujer de 50 años y un intenso trabajo intelectual.

El perfil energético obtenido luego de la medición en los puntos de acupuntura era sumamente claro e ilustrativo como para comprender los síntomas desde su “estructura” funcional. El promedio de energía era bastante bajo (69) comparado con el de su mismo grupo de sexo y edad (91) y la distribución energética indicaba un exceso en los segmentos superiores (cabeza y meridianos de miembros superiores) en desmedro de los inferiores (pelvis y los meridianos de miembros inferiores).

Esta información resultó muy útil para entender que, tanto la neuralgia como el insomnio estaban asociados a una sobrecarga energética de “arriba”, mientras que la cistitis podía relacionarse con la insuficiencia energética de “abajo”.

El tratamiento comenzó con la aplicación de agujas en puntos de la oreja, la cara y la mano, todos del lado izquierdo.

Al final se inyectó el medicamento homeopático Berberis en un punto de la mano izquierda (el 4 de Intestino Grueso), aprovechando el efecto sinérgico que posee la asociación de puntos de acupuntura y remedios homeopáticos que tienen el mismo resultado. El efecto sobre el dolor fue muy favorable. Luego se hizo una aplicación para reequilibrar la energía, con la consecuencia de lograr una mejoría significativa en el dolor pero también en cuanto al insomnio.

Esta respuesta dejó claro que el insomnio estaba relacionado con el dolor y con la incorrecta distribución de la energía. Ahora le tocaba a la cistitis, que parecía ligada al proceso menopausico  y a la falta de energía en la pelvis. Primero se ubicó un acumulador de orgón por encima del pubis -técnica que ha dado excelentes resultados en infecciones o inflamaciones urinarias- y luego se indicó un compuesto homeopático eficaz en procesos de menopausia o insuficiencia ovárica.

El resultado fue excelente en los diversos frentes. Luego hubo recidivas de dolor controlables con la misma técnica del comienzo y que siempre estaban asociadas a estrés o inconvenientes mecánicos disparados por un puente dental. El nivel energético de Diana aumentó rápidamente gracias a la colocación del acumulador de energía (que no sólo actuaba sobre la cistitis) y a la mejoría del insomnio. Pero esto último se debía a tres razones: la disminución del dolor, el aumento en la carga energética y una mejor distribución de la energía.

Como se verá, los problemas de Diana se relacionaban directamente con las dos características más importantes de la energía: cantidad y distribución o equilibrio. Y el cuadro mejoró globalmente cuando se logró aumentar la carga y mejorar su distribución. Por otra parte, la franca mejoría de la reparadora función del sueño fue clave para cambiar un proceso de retroalimentación negativa por otro que tendía a retroalimentar positivamente.

Aunque el insomnio tampoco hubiera mejorado significativamente si el dolor no hubiese disminuido franca y rápidamente. Diana necesitaba un tratamiento para cada afección (una combinación de alopatía y homeopatía que tampoco tenía mucho éxito) debido a la gran dificultad de la medicina estándar para relacionar un síntoma con otro y lograr un diagnóstico sistémico que haga comprensibles la “lógica de los síntomas”.

Y si uno no sabe qué está pasando, simplemente sale con una escopeta y dispara perdigonadas químicas para pegarle a cualquier cosa que se mueva y sea capaz de producir síntomas: cara, vejiga o sistema nervioso. ¡Así es muy difícil “embocarle” a un paciente!


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7. Fernanda y Andrés, dos hermanos con asma

Ahora cuento un poco sobre dos hermanos con problemas de asma bronquial y una técnica tan vieja como efectiva: la moxibustión o “calentamiento” de los puntos de acupuntura. Fernanda tiene 11 años y es asmática desde el año de vida. Comenzó como laringitis aguda (crup en segundo grado).

Tuvo crisis severas en muchas oportunidades y también sufre de estreñimiento y  “alergia al frío”. Fue enurética hasta los cuatro años y antes de todo esto (a los cuatro meses de edad) desarrollo una otitis media aguda. Pasó por los tratamientos estándar sin éxito.

Su hermanito Andrés tiene 5 años y también es asmático desde el año de edad. Comenzó a los tres meses con una bronquiolitis y tuvo episodios bronquíticos a repetición, siempre relacionados y combinados con su asma.

Empecé tratando a Andrés con ultrasonido en puntos de acupuntura, medicación homeopática y el oligoelemento Manganeso, con el objetivo de mejorar su estado general y producir una situación de desensibilización inespecífica respecto de la alergia.

La evolución fue buena considerando que estaba muy bloqueado por el uso de corticoides: el cuadro fue mejorando a lo largo de los primeros meses aunque al principio -cuando se agravaba- reincidía en la medicación anterior, de la cual sólo quedaron las nebulizaciones con broncodilatador en caso de necesidad. Dejé de verlo durante casi cinco meses pero lo encontré mucho mejor que al comienzo y pensé que era el momento indicado para profundizar el tratamiento. Esto ocurrió casi simultáneamente con el comienzo del tratamiento de Fernanda, cuando debutaba el invierno.

Viéndolos juntos pensé que ambos encuadraban muy bien en una antigua descripción que la acupuntura tradicional ha desarrollado brillantemente: el asma que se origina en el frío, en la deficiencia energética del meridiano del riñón. Entonces decidí tratar a ambos en los mismos puntos y con la mejor técnica para tratar al frío: el calor.

Elegí puntos debajo de las rodillas (el 36 del meridiano del Estómago), debajo del ombligo (el 5 de Vaso Concepción), en el tórax (17 y 22, también de Vaso Concepción) y en la espalda a ambos lados de la columna y a la altura de la escápula (12, 13 y 14 del meridiano de Vejiga). Calenté los puntos con una pequeña lamparita eléctrica, pasando cuatro veces por cada uno de ellos en cada sesión. El resultado fue excelente en los dos: apenas han necesitado esporádicamente las nebulizaciones luego de algunas toses nocturnas sin importancia. No han vuelto a agitarse ni a recibir corticoides ni broncodilatadores. Y Fernanda no toma absolutamente ninguna medicación.

¡El calor es muy poderoso en los puntos cuando es posible asociar los problemas con el frío!

Y se trata de una técnica tan vieja como la acupuntura, sólo que el estilo tradicional de estimulación consistía en calentar los puntos acercando el viejo “cigarro de moxa”, un rollo de artemisia (especie de algodón oriental) prendido en uno de sus extremos. Esta técnica todavía se utiliza con éxito, pero el principio es idéntico que el utilizado con Fernanda y Andrés: se trata de estimular con calor los receptores térmicos de los puntos de acupuntura adecuados.

Y además, confieso que ver mejorar a un chico tiene un sabor especial, difícil de transmitir con las meras palabras…

 
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8. El bloqueo respiratorio de Alicia

En la vida de Alicia, que tiene 50 años, hubo una operación de mama derecha hace 6 años: le extirparon el cuadrante supero-externo, con buena evolución posterior. Pero, como suele suceder, muchas cosas más: ira encubierta, temor de enfermar, transición hormonal acorde con la edad, ausencia de deseo sexual, insomnio, dolor en ambos pulgares, dispepsia intestinal, episodios de bulimia/anorexia a lo largo de su vida.

Tuvo un parto dificultoso, en el cual su madre estuvo a punto de morir, y bronquitis a repetición hasta cerca de los 10 años. Parecerá una historia clínica exuberante pero, de investigar bien, siempre podrán encontrarse muchísimas otras historias parecidas en cuanto a la capacidad de aportar información clave.

En todo caso, Alicia contó bien su pasado durante la primera entrevista. En la medición de energía apareció un déficit relacionado con la cantidad promedio (84, contra 92 en el mismo grupo de sexo y edad) y una configuración llamativa en la medición de los siete anillos: como podrá verse en la tabla, el cuarto anillo (identidad, emociones de contacto, “corazón”) estaba muy bajo comparado con el resto:

Anillo

1

2

3

4

5

6

7

Valor

145

155

120

55

115

120

100

Desviación

 

+9

 

-31

 

 

 

El estudio funcional de órganos y sistemas por medio del Dermatrón (Electroacupuntura Alemana) proporcionó información acerca de alteraciones de variada importancia, y en los siguientes sistemas:

bulletSistema Nervioso Neurovegetativo (Simpático/ parasimpático).
bulletAparato Digestivo: Duodeno, Ileon, Yeyuno (corresponden al Intestino Delgado), Sigmoides (Intestino Grueso) y Conducto Hepático (sistema biliar).
bulletRiñón derecho (irritación de la pelvis renal: comienzo de la vía urinaria).
bulletPulmón derecho (inflamación del bronquio y contracción de los bronquiolos)

El tratamiento comenzó con acupuntura para mejorar el equilibrio de la energía, la utilización de un acumulador de orgón para elevarla y una dieta de La Escoba Metereta para desintoxicar.

Este “paquete terapéutico” logró producir con bastante rapidez cambios emocionales y energéticos, pero apareció con nitidez el bloqueo respiratorio en el diafragma (casi inevitable cuando la energía del anillo torácico se encuentra baja) y también aumentó la ansiedad. La primera vez que ubiqué el Dor-buster en el punto del diafragma (15VC) apareció durante la aplicación “un mundo de colores y situaciones”.

Luego comenzó a destacarse también el dolor en los pulgares, típico de “efecto pantalla” cuando la energía empieza a moverse, junto con el bloqueo respiratorio (respiración “corta”)

Entonces modifiqué un poco el esquema de puntos y comencé con cráneopuntura, ubicando todas las agujas en la región frontal, al tiempo que seguía trabajando con el Dor-buster en el punto del diafragma, en sesiones de frecuencia semanal.

Se sucedieron una serie de interesantes fenómenos con el correr de las aplicaciones: dolores en la zona del tumor mamario (que cesaron), junto con mejorías en su estado de ánimo y la sensación de un “movimiento” interior que Alicia sentía como positivo.

La insistencia en la misma metodología provocó reacciones post-aplicación que parecían seguir un patrón uniforme: cansancio, cefalea, negativismo, ira y tristeza el mismo día de su visita al consultorio, con mejoría al siguiente: mayor claridad para ver “las cosas de la vida” y disminución del bloqueo respiratorio.

Aproximadamente a los tres meses de tratamiento, hubo una clara mejoría emocional y respiratoria, y también reapareció el deseo sexual, que estaba adormecido. Estos dos asuntos deben relacionarse energéticamente: el bloqueo respiratorio siempre va acompañado (en mayor o menor medida y de acuerdo a la estructuración caracterial) con una disminución del deseo y la actividad sexual.

Al descomprimir el diafragma, la energía se distribuye más equilibradamente por encima (tórax, respiración, sentimiento) y por abajo (abdomen, pelvis, sexualidad). Ahora el objetivo del tratamiento es consolidar este cambio y avanzar en temas pendientes como el dolor en ambos pulgares, expresión de cansancio y dificultad para actuar modificando el mundo real donde nos toca vivir.


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9. Amadeo con hemorragia nasal

Otra historia es la de Amadeo, que tiene cerca de los 80 años y una historia de rino-sinusitis y bronquitis crónica que en los últimos años habían mejorado mucho. El problema es que volvieron a manifestarse y ocasionaron un cuadro de epistaxis (hemorragia nasal), provocado por la gran irritación de la mucosa nasal. El objetivo de contar este problema de Amadeo es volver a mencionar la gran eficacia de la moxibustión, el método de calentar los puntos de acupuntura.

Por ahora vamos a prescindir de otras explicaciones; basta decir que este método suele producir respuestas rápidas y sorprendentes cuando se utiliza en situaciones de “frío”.

Una o dos aplicaciones de calor generado por una pequeña lamparita eléctrica en contacto con puntos locales (alrededor de la nariz) y a distancia (en las manos, entre índice y pulgar, el 4 de Intestino Grueso) fueron suficientes para mejorar el trofismo de la mucosa nasal y terminar con la molesta hemorragia.

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10.Mariana, la quirúrgica


Cuando Mariana se sentó delante mío y empezó a contarme su historia, sentí que lo hacía con la inocultable esperanza de escapar a su destino quirúrgico, pero con el temor de estar signada para siempre a vivir entre cirujanos y quirófanos. A los venticinco años los últimos dos habían sido una serie de treguas entre diversas operaciones, y ahora disfrutaba de un recreo que inevitablemente acabaría cuando el próximo llamado volviera a instalarla entre anestesistas y luces deslumbrantes.

Tenía en su haber el extraño record de cinco operaciones en el lapso de dos años: primero fue un quiste ovárico y apendicitis (en el mismo momento y para no desperdiciar la ocasión), luego otra por la herida quirúrgica que evolucionó mal y por último...¡tres operaciones por fístula anal!

Ahora la realidad indicaba que tenía otro quiste en el ovario derecho, aunque se sospechaba también un absceso tubo-ovárico o una endometriosis. O sea: nadie sabía muy bien qué le ocurría en la pelvis, pero seguramente tramaban averiguarlo en el quirófano. Un increíble caso de contagio quirúrgico: una operación llamaba a la otra de manera tortuosa, inevitable.

Mariana había tenido alergia en la piel durante la infancia, artritis reumatoidea juvenil a los 14 años (se llama enfermedad de Still), gastritis medicamentosa subsiguiente (la consecuencia de las recetas de los reumatólogos suele desembocar en un gastroenterólogo) y discreta anemia (tal vez por los medicamentos, también). Vivía cansada, signada por los dolores y la pesadez durante tres de las cuatro semanas de su ciclo menstrual y con “tendencia a querer salir, a explotar”. El panorama no era muy alentador porque la mayor parte de su tiempo consistía en vivir soportando una pesada carga en la pelvis y su necesidad de “salir o explotar” solamente se liberaba (ilusoriamente) en un quirófano, abriendo el cuerpo para que “todo saliera”. Podría decirse que Mariana había desarrollado una variedad de orgasmo bastante exótica y poco satisfactoria.

Como la medición de los puntos es fundamental en medicina energética para investigar la energía y la funcionalidad de un paciente, es eso lo que hice. Y aquí van los resultados, aclarando que en la web hay mucha información sobre el fundamento, la práctica y los resultados de la medición de los puntos de acupuntura con aparatos electrónicos, que de eso se trata. Primero va la medición de los meridianos principales, 24 puntos:  

 

Mariana

Grupo control

Promedio

95

99

Variación

20

15

Yin / Yang

1,28

1,04

Manos / Pies

1,27

1,02

En la tabla se comparan los resultados de Mariana con los del mismo grupo de sexo y edad. El Promedio significa la cantidad de energía, la Variación indica el equilibrio de la energía (cuanto más baja la cifra, mayor el equilibrio),  la relación entre Yin y Yang es una constante importante en acupuntura tradicional (el valor perfecto es 1, la unidad), la relación entre Manos / Pies implica el equilibrio entre la energía de “arriba” (Manos) y la de “abajo” (Pies) y también da 1 cuando ese equilibrio es ideal. Rápidamente podemos ver que Mariana tenía la energía más baja y más desequilibrada que el grupo control.

Ahora veamos como se distribuía la energía en los anillos reichianos, que son siete (ocular, oral, cervical, torácico, diafragmático, abdominal y pélvico), otro importante indicador clínico: 

 

El gráfico permite ver claramente la distribución de la energía en Mariana: alta en los anillos superiores (ocular, oral, cervical), media en tórax y diafragma (esta configuración es típica de bloqueo diafragmático) y baja en abdomen y pelvis (el territorio crítico).

Con otro sistema de medición de puntos, el de la electroacupuntura alemana, podían observarse valores desviados en los puntos del neurovegetativo, glándula hipófisis y en los del aparato genital. Este daba valores de tipo inflamatorio, aquellos cifras que indicaban fuerte estrés del sistema nervioso neurovegetativo (simpático / parasimpático) repercutiendo sobre los ovarios a través de la hipófisis.

El tratamiento comenzó con aplicaciones semanales de acupuntura para equilibrar la energía (a veces en las orejas, otras veces en las manos y los pies con electroestimulación), un acumulador de energía utilizado durante seis horas diarias ubicado debajo del ombligo (para aumentar la carga energética global y estimular la zona crítica), una adecuada combinación homeopática para tratar las disfunciones endocrino-genitales y la aplicación del dor-buster (extractor de energía) en el entrecejo durante las sesiones de acupuntura, de unos veinte a veinticinco minutos de duración. También se indicó una dieta de desintoxicación para mejorar la “ecología interna” y facilitar el efecto de la acupuntura y la homeopatía.

A las tres semanas, Mariana tuvo una menstruación con febrícula, dolor y percepción de latidos en la región ovárica derecha. A la semana siguiente comenzó a sentirse mejor y a experimentar la sensación de que “algo se abre y quiere comunicarse”. Durante las semanas siguientes pasaron muchas cosas: rechazó una propuesta de tratamiento hormonal (ginecóloga), tuvo un extraño resfrío que duró cinco días (manifestación habitual de movimiento energético), alternó sensaciones agradables y desagradables, el abdomen tuvo inusuales momentos de paz, apareció dolor de cabeza (que también se fue) y comenzó a experimentar una fuerte necesidad de demostrar su fertilidad. A los tres meses, el ciclo menstrual dejó de ser una tortura para transformarse en un acontecimiento normal. Mariana se sentía extraña y hasta temerosa con su bienestar, que le parecía tan lejano. En todo momento sintió que su cambio era muy profundo y excedía con creces a una simple mejoría en los síntomas.

Su experiencia con el dor-buster fue decisiva, tanto que tuvo la espontánea necesidad de contarla por escrito, y puede consultarse en “Experiencias con el Dor-buster” del capítulo Investigaciones de la web. Vale la pena leer el relato de Mariana, más allá de todas las explicaciones técnicas acerca de este instrumento de la orgonomía aplicado a un punto de acupuntura.

Es interesante ver las nuevas mediciones de Mariana obtenidas a los cuatro meses de iniciado el tratamiento, y compararlas con las primeras:

 

Mariana (1)

Grupo control

Mariana (2)

Promedio

95

99

111

Variación

20

15

14

Yin / Yang

1,28

1,04

1,12

Manos / Pies

1,27

1,02

1,18

Puede verse que el nivel de energía ha aumentado y se encuentra mejor distribuida en los tres parámetros. La medición de la electroacupuntura mostró una mejoría del neurovegetativo y la hipófisis, así como normalización del aparato genital.

La energía, estudiada con los aparatos de medición, muestra los mismos signos de recuperación que la evolución clínica.

Mariana dejó de ser “la quirúrgica” para intentar la aventura de vivir su potencia y su fertilidad, esa que parecía imposible y lejana.

                                                                            

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