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Los acumuladores de energía orgón Revitalización y Envejecimiento
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Cuaderno de Navegación 2. De las extrañas relaciones entre salud y enfermedadMás adelante habrá un resumen acerca de cómo se investiga la energía, cuando se aclare en qué consiste la metodología diagnóstica, pero antes es necesario referirse brevemente al importante tema que encabeza este apartado. Y no es fácil hacerlo, porque el objetivo de ser breve y conciso puede conducir a simplificar excesivamente, lo cual explica la existencia de los varios borradores anteriores, esos mismos que aspiran a evolucionar en la dirección de un libro. Hay que olvidar esas categorías absolutas
llamadas salud y enfermedad. Simplemente hay seres humanos que están (estamos)
más-o-menos sanos y enfermos. Es claro que por lo general hay un
predominio de
alguno de estos estados, pero la salud o la enfermedad no existen como tal. En
todo caso hay evidencias o signos de buena salud, los cuales podrían constituir
el aspecto irónico de la cosa, ya que vendrían a ser algo así como los síntomas
de la salud. No estaba equivocado el poeta norteamericano
Henry Thoreau cuando decía: "Mide tu salud por la simpatía con que miras
la mañana y la primavera". Porque una persona feliz-sana está
apasionada
con la vida, puede moverse con gracia y tiene un aspecto decididamente
atractivo. Pero también hay aspectos del "funcionamiento" de una persona que permiten hacerse una idea acerca de su estado. Por ejemplo: una persona sana tiene necesidad natural de ser creativamente expresiva y socialmente útil. No es ninguna virtud: es una necesidad que surge de su equilibrado interior. Tiene la misma necesidad de amar que de ser amado, de dar que de recibir. Tiene necesidad de ejercitar su cuerpo y de leer buenos libros o escuchar buena música (otros capítulos de una buena "nutrición"). De manera que la buena salud tiene mucho más que
ver con un estilo de existir que con la verificación "en frío" del
estado de una colección de órganos. Debe insistirse en el hecho real de que la
vida es un acontecimiento, un suceso. No es "una cosa" aparte de la
secreción biliar, las pesadillas, los movimientos musculares, la relación con
las otras vidas y los proyectos personales. La vida es la más acabada y
brillante de las expresiones de la energía. Y pensada en función de nuestro
organismo individual es la resultante de todas las relaciones al interior y al
exterior de ese organismo. La vida es la mejor respuesta a ninguna pregunta. Tal vez el más brillante y ejemplar de los discursos que alguien se haya arriesgado a dar en público fue el de Buda a los miles de discípulos que se habían congregado para escuchar su palabra: el maestro se limitó a mostrar una flor, paseándola en lo alto de sus manos ante la mirada azorada de sus seguidores. Es absurdo, entonces, suponer que puede evaluarse "la salud" de alguien que está sentado delante nuestro y exhibe su cuerpo-mecano para que alguien opine acerca de su estado. El cuerpo no es "la máquina", el cuerpo somos nosotros. Es cierto que puede y debe evaluarse el estado de los órganos y la situación energética de una persona. Pero son meras señales, indicios, pistas para detectives. Los síntomas son gritos o susurros, avisos o reclamos, y deben entenderse como la porción emergente del iceberg por sobre las aguas. Pero: ¿qué hay por debajo, en las profundidades del cuerpo/alma ?
Es de suponer que esta escisión-enfermedad tiene
profundas raíces individuales y colectivas. Posición social, situación económica,
características culturales y vida institucional del ambiente que acoge al recién
nacido, no son menos importantes para explicarla que el amor y el material genético
recibido de los padres. Es en los primeros años de la vida donde se diseñan las costumbres, los movimientos, las habilidades y también las tendencias patológicas de cualquier humano. Es el momento en el cual se forman las corazas musculares, orgánicas y emocionales. El daño ocasionado estará en relación a la importancia de la agresión o descuido y a la etapa del desarrollo en la que aparece la carencia. Más adelante estos esbozos se desarrollarán o no, a velocidad variable, dependiendo de la situación interior (persona) y exterior (medio). Podría decirse, entonces, que pese a la vasta taxonomía que exhiben los hospitales y los tratados de medicina, hay una sola enfermedad para cada persona. Podríamos poner diferentes etiquetas o diagnósticos a esa enfermedad, pero es la peculiaridad de cada individuo lo que determinará su "estilo de enfermarse" . Analizados desde la perspectiva de la historia personal/social, o lo que es lo mismo , desde su estructura de carácter en sentido psico-físico, todos los disturbios tienen una lógica implacable y se alejan vertiginosamente de la azarosa casualidad. "Uno se enferma de lo que puede y no de lo quiere", decía mi brillante maestro de medicina interna, el Dr. Félix Chiovino. Así en la tierra como en el cielo significa que
cada hombre es un pequeño universo con sus estrellas y sus planetas, con sus
vientos y sus mares, con sus desiertos y sus praderas floridas. Los mismos
agujeros negros del cosmos que son las zonas de muerte de ese gran organismo
viviente están en nuestro interior: son las zonas
bloqueadas, los sitios donde
la energía no circula . sigue al Capítulo 3: ¿Qué se propone
esta medicina? |