Los tres cerebros
7. Los hemisferios cerebrales
No
somos tan simétricos como parecemos, y una prueba de tal modalidad funcional
son las especializaciones de ambos hemisferios del cerebro
humano. El centro del lenguaje, por ejemplo, está ubicado en el
hemisferio izquierdo, en la llamada
área de Broca. También del mismo lado se encuentra su analizador clave:
el área
de Wernicke. Sólo el 9% de los humanos es zurdo, aunque en el resto de los
primates ese predominio -que también existe- es parejo. Se ha atribuido al
hemisferio izquierdo el predominio de la lógica formal, coherentemente con la
localización del lenguaje. A pesar de que las funciones sensoriales y motoras
son básicamente cruzadas, parecen ser simétricas.
Pero hay diferencias hemisféricas
en la captación de funciones. Hay razones para sostener que el lado derecho del
cerebro es más apto para percibir melodías, así como la percepción y el análisis
de modelos visuales no verbales, tales como dibujos de perspectivas. Asimetrías
de este tipo se manifiestan también en la memoria: el lóbulo temporal
izquierdo está relacionado con la capacidad de retener material verbal, pero el
recuerdo de localizaciones espaciales, caras, melodías y modelos visuales
abstractos reside en el lóbulo temporal derecho.
Todos
los sentidos, excepto el olfato, localizan información diferente en cada uno de
los hemisferios. El oído derecho -que proyecta predominantemente en el
hemisferio izquierdo- se emplea de manera más ventajosa para el habla. El
oído
izquierdo -que proyecta a su hemisferio
contralateral- es mejor para discriminar
la música. Milner (1974), ha demostrado que el hemisferio derecho es superior
al izquierdo para discriminar y recordar los patrones
espaciales. También se
sabe que los déficits del lóbulo frontal derecho originan un desempeño
defectuoso en el ordenamiento temporal de los sucesos no verbales.
Uno
de los hallazgos recientes más sorprendentes es el de que las reacciones
emocionales que se siguen de las lesiones de los lados derecho e izquierdo del
cerebro, son diferentes. Las lesiones en la mayoría de las áreas del lado
izquierdo van acompañadas de los sentimientos de pérdida que serían de
esperar a resultas de un daño muy grave. El paciente está afectado por su
incapacidad y a menudo se siente deprimido.
Pero la lesión en un área extensa
del hemisferio derecho suele dejar al paciente sin preocupación alguna respecto
a su estado. La emoción y el “estado de ánimo” se asocian frecuentemente a
las estructuras del cerebro límbico situadas en el núcleo cerebral, pero en
los últimos años se ha reconocido que la corteza cerebral, sobre todo el córtex
del hemisferio derecho, contribuye también de un modo importante. Las lesiones
producidas en el hemisferio derecho no sólo dan
origen a reacciones emocionales
impropias del estado del paciente, sino que dificultan también el
reconocimiento de la emoción en los demás. Un paciente cuyo lado izquierdo
del
cerebro está dañado, tal vez no sea capaz de comprender una frase, pero en
muchos casos aún puede reconocer el tono emocional con que se pronuncia. El
paciente que tiene lesión en el hemisferio derecho, suele entender el
significado de lo que se dice, pero a menudo es incapaz de reconocer si se dice
con enojo o con buen humor. (Especializaciones del cerebro humano, Norman
Geschwind, El Cerebro, Scientific American).
Y
también se agradece el texto clásico que a continuación se reproduce:
Los hombres
deberían saber que de ningún lado
más que del
cerebro provienen las alegrías,
deleites,
risas, bromas y pesares,
tristezas,
depresiones y lamentaciones.
Y mediante
esto, en un modo especial
adquirimos la
sabiduría y el conocimiento,
y vemos y oímos
y sabemos qué es lo malo
y qué es lo
bueno, qué es lo dulce y qué lo desagradable.
Por el mismo
órgano nos volvemos locos y
delirantes, y
nos asaltan miedos y terrores
algunos por
la noche y otros durante el día,
y los sueños
y los vagabundeos sin fin,
y las
preocupaciones que son nada adecuadas,
y la
ignorancia de las circunstancias del momento,
la grosería
y la falta de habilidades.
Todas estas
cosas le debemos al cerebro
cuando no está
sano…o cuando sufre
cualquiera
otra aflicción inusual o preternatural.
Hipócrates
De la Enfermedad Sagrada
sigue al último capítulo: 8. Ciertas
conclusiones
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